La política contemporánea de la juventud
- Nicolás Pombo Sinisterra
- hace 4 días
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Alguna vez alguien muy sabio me dijo “conversemos, y si la verdad sale de tu boca o de la mía, no importa”

Desde tiempo atrás, remontándonos a los primeros filósofos políticos que han existido a lo largo de la historia de la humanidad, a nosotros los ciudadanos del mundo, nos han inculcado la idea de qué la política es vital y fundamental en la organización y desarrollo de las sociedades. Incluso, desde muy jóvenes nos empapamos de esta materia sin siquiera darnos cuenta, pues para ser elegido en casi cualquier asunto hay que tener así sea mínimo, una chispa política.
Desde los primeros momentos cuando como estudiantes queremos ser representantes de curso, hasta los últimos y más altos cargos de este país, cuando alguien decide aspirar a la Presidencia de la República. En todos ellos vemos la idea de alguien de cambiar, de mejorar, o de impulsar un proceso político que se viene dando en su antesala. Soy creyente de qué nuestra comunidad política atraviesa actualmente una de sus mayores crisis a lo largo de la historia, pues es evidente que como sociedad estamos deteriorados en nuestros pensamientos, nuestras aspiraciones, y nuestra vocación para atender las problemáticas que de una sociedad se desprenden. Nosotros los jóvenes, los mayores y más preocupantes agentes políticos de la actualidad, cuando ello por supuesto no debería ser así.
En la actualidad vemos nuevas caras en el mundo político y resulta particularmente alarmante darse cuenta en qué manos podemos quedar. Los dirigentes de una sociedad deben venir acompañados, aparte de su vocación política, por un conocimiento amplio, técnico y profundo en el área en que se van a desempeñar. Sin embargo, hemos visto que hoy prima más el populismo, que las ideas son rotundamente vacías, que el que más fuerte grite es el que más lejos llega. Lo anterior, denota un problema tajante en nuestra comunidad política tanto en los elegidos como en los electores, pues al fin y al cabo somos nosotros los ciudadanos los que permitimos que personas sin ningún tipo de capacidad o competencia para dirigirnos, lo hagan. Hoy vemos a las nuevas generaciones dándose a conocer a partir de la división, del irrespeto, del fanatismo y no a partir de la construcción de ideas políticamente relevantes.
El hecho de que nuestra generación sea meramente mediática (consumidos por las redes sociales) no es más que la prueba de que aquellos que pretenden dirigirnos lo hacen más por los clicks y por los likes antes que por el bienestar social. Por ello, personas sin ningún tipo de preparación llegan a ser portada de las revistas más importantes del país. Incluso es menester mencionar de manera crítica y contundente, que, haciendo un análisis detallado de las sociedades contemporáneas, nos damos cuenta de que los dirigentes del mundo han llegado a los cargos que ocupan, no sólo por las redes sociales si no por campañas necias, que en vano nos llevan a elegirlos sin siquiera haber oído o leído una sola propuesta en nuestro beneficio.
En muy poco tiempo estaremos eligiendo nuevamente un proyecto político, ojalá este venga acompañado de personas competentes para ejercer los altos cargos que dirigen a nuestra Colombia. Para ello, debemos dejar de lado las ideas vacías, los discursos de odio, y las personas populistas, para empezar nuevamente a oír, ver y finalmente escoger a quienes más alto y lejos nos puedan llevar.
El retroceso político de Colombia se debe única y exclusivamente a nosotros, sus ciudadanos y a su vez el progreso político de Colombia se deberá deber a nosotros, sus ciudadanos. No podemos seguir permitiendo que los discursos en las plazas sean de aquellos egocéntricos y narcisistas que por excelencia nos endulzan los oídos con una falsa esperanza de mejora. No podemos permitir que en las universidades se siga fomentando el odio de clases y la división de proyectos políticos en torno a uno que otro caudillo que ni siquiera tiene las agallas de dar un debate político y de oír las ideas de sus opositores ideológicos.
El propósito de este escrito no es sólo dar lugar a una crítica, sino a su vez invitar a mis contemporáneos, a los jóvenes de este país, a que tomemos las riendas de esta causa con diligencia y seriedad. De lo contrario seguiremos habitando el mundo y nuestra nación desde un rol pasivo, sin mérito alguno de ser quienes llevamos a Colombia al lugar en él siempre ha querido estar.
Juventud política, prepárense, estudien, conozcan su país y sus necesidades y finalmente hablen, pues de lo contrario, seguiremos siendo lo que somos, un completo fiasco.