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CONSTRUCTIVAS

“El Estado ha sido inclemente con nosotros”  

UN AJIACO CON PAPA HOLANDESA

¿Qué ha pasado con la situación de los productores de papa en el país? Esta es una actualización en voz del campesino papero, que nos afirma que su difícil situación aún continua. 

Fuente: Archivo personal

Por: Laura Salcedo

Papa pastusa, papa criolla, papa sabanera, tuquerreña, superior (…) y diacol dapiro. Esta es tan solo una pequeña muestra del amplio glosario papero del que goza nuestro país, en el que se producen aproximadamente 250 variedades de este tubérculo, tan presente en la mesa colombiana ¡Qué país más buena papa somos! ¿No? Y es que pocos países pueden darse el lujo de decir que cuentan con un plato nacional, con tres tipos de papa diferente como lo es nuestro “Ajiaco”. El colombiano siempre ha gozado en plazas y mercados de ¡papa pa’escoger! ¿Cómo la quiere? ¿Sucia, limpia, criolla, mediana, pequeña? Como sea que se busque ahí siempre está la papa, presente en nuestro mercado y nuestra mesa.  Es tan fácil conseguirla y tan amplias las opciones que pocas veces nos sentamos a pensar en las manos que hay detrás de la producción de esta: el campesino boyacense, cundinamarqués, nariñense y de todas las demás regiones paperas del país, pero sobre todo a pensar en las difíciles condiciones en las que se está cultivando. 

 

Solo fue hasta mes de octubre del año pasado donde aquellos que vivimos en las ciudades presenciamos un golpe de realidad, miles de campesinos paperos en diferentes departamentos de país sacando su producción a las carreteras para evitar perderlas y por lo menos lograr recuperar lo que había costado producirlas. Una dolorosa imagen que a muchos nos recordó que la papa no viene del supermercado en donde la conseguimos y que detrás de ella se escondía la dura realidad del campesino. 

 

Pero como desafortunadamente somos un país que olvida rápido, así como una mañana los medios se llenaron de imágenes y entrevistas de campesinos en las carreteras y discusiones sobre los problemas del agro colombiano, así mismo se fue borrando la Papa del mapa mediático, hasta el punto de que, al día de hoy, 4 meses después poco o nada se ha tocado sobre el tema. Frente a este problema decidí ponerme en la tarea de buscar campesinos, papi-cultores, para que fueran ellos los que nos actualizaran sobre lo que se vive hoy por hoy en sus tierras, es así como me encontré con Don Darío Garzón, campesino nariñense, quien trabaja con la papa hace más de 20 años y quien desde el sur del país, nos pone al descubierto su situación. Para él poco y nada ha cambiado durante este tiempo, lo primero que llama la atención son los bajos precios a los que continúan vendiendo su producto y es que si antes se lograba vender una “Carga” (Equivalente a dos bultos de papas) como asegura Don Darío, a 70 mil pesos, hoy con dificultad llega a venderlo por 35 mil, es decir continúan trabajando a pérdidas. En cuanto a los subsidios prometidos por el gobierno, que buscaban compensar el bajo precio que se le estaba pagando al productor, poco se ha visto en el sur del país. 

 

Ahora bien, el problema de la sobre oferta en el país es más complejo y amplio que solo las consecuencias traídas por la pandemia. Para él, la crisis que vive el sector papero tiene dos nombres propios. El primero de ellos sorpresivamente es el narcotráfico, específicamente el “Narco-lavado.” Es así como muchos narcotraficantes han decidido comenzar a sembrar grandes extensiones de papa, con el fin de justificar los ingresos de sus ilícitos. Estos pueden llegar a sembrar mil o dos mil bultos de papa, con tecnología y maquinaría, convirtiéndose en una gran competencia desigual para el campesino a quien cada día le cuesta más un cultivo. En palabras de Don Darío “Al narcotraficante no le importa desechar grandes cosechas de papa”. 

 

El segundo gran problema, un poco más conocido y del que se lleva alertando desde hace ya unos años, son las importaciones, provenientes principalmente de países como Holanda, Bélgica y Alemania, quienes, valiéndose de los tratados de libre comercio celebrados con nuestro país, han aumentado hasta tres veces los niveles de importación en los últimos tres años. La papa proveniente de estos países, en su gran mayoría goza no solo de tecnología sino también de grandes subsidios para su producción, sin dejar de resaltar que dichas importaciones hoy en día entran a nuestro país sin aranceles o al algún control “antidumping” que regule la competencia. Todo esto se traduce en el ínfimo precio de 400 pesos por kilo procesado, lo que hace a la papa europea, una competidora agresiva y difícil de igualar. Pero la competidora europea, no es la única por la cual preocuparse, ya que sumado a todo esto, también hay que agregar la papa de contrabando llegada de China en los últimos meses, según nos resalta Don Darío. 

 

El panorama de la competencia papera en el país, en voces de campesinos como Don Dario, se narra más oscuro de como muchas veces nos lo muestran. Detrás de la producción de un bulto de papa colombiana fresca y de gran calidad, se encuentran desafíos como la propiedad de la tierra donde muchas veces toca arrendarla para cultivar, los altos costos y el difícil acceso la semilla certificada, el precio del abono, y el transporte del producto que por las condiciones de las vías implica una gran inversión, además de la informalidad del gremio, entre muchos otros problemas que hacen que nuestra papa difícilmente logre alcanzar los precios de una papa holandesa. 

 

¡Mucho ojo! Porque este problema no es nuevo, ya muchos productos del agro colombiano como el maíz, trigo, cebada y avena, fueron acabados o más bien cambiados porque a causa de las importaciones, a los campesinos ya no les resultaba sostenible seguir cultivándolos. Llevando a que, para muchos, en la actualidad, la papa sea la única opción. Esto es un llamado de alerta de parte de Don Darío Garzón y de todo el campesinado colombiano ¡A consumir papa colombiana! Papa cultivada con mucho sudor, esfuerzo y cariño y a recordar que cuando compramos con conciencia un bulto de papa nacional, estamos ayudando a miles familias campesinas que están detrás de su cultivo.

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