top of page

#LO ÚLTIMO Y SEPARATAS

REALIDADES DE LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA

Publicación IG.jpg

Por: José Vicente Zapata* y Alejandro Bravo**

La necesidad de acogerse al fenómeno de la transición energética configura hoy en día una realidad imposible de desconocer. De esta manera, la lucha contra el cambio climático ha generado que desde ya hace un tiempo sea necesario adoptar políticas públicas que promuevan la diversificación de las fuentes de energía tradicionales, es decir, las provenientes de combustibles fósiles, por fuentes renovables y no convencionales, el uso de nuevas tecnologías y el cierre de las brechas que impiden un acceso desigual a los recursos energéticos.

 

Por su parte, es de suma importancia prestar particular atención al impacto que esta tendencia ha generado en los ecosistemas corporativos a través de los objetivos de desarrollo sostenible y los criterios ESG (Environmental, Social & Governance) que cada vez cobran mayor importancia para las compañías en temas de desarrollo económico y reputacional, cuando estas logran demostrar que su operación genera, entre otros aspectos, un impacto positivo al medio ambiente

 

No obstante, aunque la transición energética es un escenario deseable, también resulta ser un término que por su rentabilidad social y política, puede generar consecuencias indeseables. Por ello, es esencial que la diversificación de la matriz energética mediante la adopción de nuevas fuentes de generación se realice de manera responsable y gradual, de forma que no se afecte la autosuficiencia que hoy goza Colombia en virtud de su multiplicidad de recursos.

 

Bajo este entendido, no podemos "sobrevender" la transición energética pretendiendo "cortar de raíz" la otras fuentes de energía fósiles y perder lo que hasta ahora se ha construido en esta materia. Así, la gradualidad con la que debe realizarse una transición a energías limpias debe tener en cuenta tres aspectos fundamentales: (i) las limitaciones y dificultades que se han podido observar en los nuevos proyectos de fuentes renovables de energía, (ii) los impactos simultáneos de las energías renovables y no renovables, y (iii) la generación de un marco regulatorio coherente, eficiente y seguro.

 

Frente al primero de estos aspectos, se ha podido evidenciar un alto grado de dependencia respecto a las fuentes limpias de energía. Por ejemplo, véase el caso de ciertos minerales estratégicos como lo son el litio, el grafito, el cobalto y el aluminio que son utilizados para la construcción de las turbinas eólicas y los paneles solares, los cuales se encuentran en cantidades concentradas en solo un puñado de países, aspecto que genera un riesgo de dependencia que en estos tiempos de incertidumbre internacional, no resulta muy deseable.

 

El caso de Alemania y otros países europeos es deciente, que al decidir drásticamente adoptar una matriz 100% renovable, ahora se encuentran en crisis energética por la escasez de recursos y la dependencia del gas importado.

 

Adicionalmente, los altos costos de las energías renovables han impedido que continentes como África, quienes tienen un sinnúmero de posibilidades de generar este tipo de energías, no tengan financiación suficiente para adelantar proyectos. En ese sentido, valdría la pena preguntarse: ¿Son las energías limpias una herramienta efectiva para contribuir a la democratización de las fuentes de energía?

 

De igual forma, es necesario evaluar el impacto de las energías renovables de forma simultánea con aquellos generados por fuentes no renovables, pues si bien aquellas se caracterizan por no tener emisiones de CO2, tienen otros componentes que generan impactos relevantes para el medioambiente, como son el mercurio, el plomo y el litio que son liberados por las baterías de litio en sus procesos de descomposición, o los posibles daños a los ecosistemas y pastos marinos producidos por las turbinas eólicas ubicadas costa afuera. La validación correcta de lo "renovable" en cuanto a sus propios impactos, resulta esencial en el marco jurídico y técnico.

 

Así, aunque es válido destacar el marco regulatorio y fiscal que Colombia ha adoptado a la fecha en materia de fuentes no convencionales de energías renovables, es necesario seguir construyendo un marco normativo dinámico, claro y estable que permita el desarrollo de este tipo de proyectos de manera coherente, pues la dispersión y abundancia normas y de fuentes jurídicas en este aspecto resulta contraproducente para atraer inversión, aspecto que su vez impide materializar localmente las metas y compromisos internacionales asumidos.

 

Adicional a ello, la construcción de esta regulación debe salvaguardar a quienes se encuentran explorando y produciendo energías fósiles legítimamente, sin negar la posibilidad de atraer más inversión en este tipo de energías. Lo anterior, teniendo en cuenta la importancia que este tipo de fuentes suponen para evitar la dependencia energética y para la economía de la nación, dada la importancia de los ingresos que generan este tipo de actividades por concepto de regalías e impuestos. No materializar cuidadosamente la transición debería tipificar la responsabilidad de quienes pretenden avanzar intuitivamente en le gestión energética sin la debida diligencia.

 

*Es abogado en la oficina de Holland & Knight en Bogotá, con más de 30 años de experiencia en el sector de recursos naturales.

 

**Se desempeña como Law Clerk en la oficina de Holland & Knight en Bogotá.

bottom of page