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EN EL HUECO

La vulnerabilidad es el cimiento del comercio de órganos

Tráfico de órganos:
Una variante macroeconómica

Durante años, la trata de órganos ha sido un escenario posible en cualquier lugar del mundo. En la mayoría de países es una práctica catalogada como delictiva que conlleva a la imposición de sanciones. Pero las sanciones no han sido suficientes para ponerle fin. ¿La razón? ya es una variante macroeconómica.

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Fuente: XL Semanal

Por: Geraldine Pardo

La trata de órganos, que es la compra, venta o comercio ilegal de órganos humanos con fines de trasplante, ha emergido como un fenómeno preocupante en el escenario global. Con frecuencia, esta actividad perjudicial se relaciona con múltiples dinámicas socioeconómicas, y su análisis desde una perspectiva macroeconómica revela sus implicaciones sistémicas y consecuencias a largo plazo.

 

En el centro de este mercado oscuro se encuentra una compleja intersección entre la oferta y la demanda de órganos. Se encuentran personas desesperadas que buscan trasplantes para salvar sus vidas o mejorar su calidad de vida, y personas vulnerables que buscan vender sus órganos como única forma de subsistencia debido a la pobreza extrema, la coerción o la desinformación.

 

A pesar de ser clandestino, este intercambio se basa en las diferencias económicas y sociales que mantienen la desigualdad. Así mismo, se presenta el fenómeno del turismo de tráfico de órganos, que es un método insidioso de explotación médica en el que las personas viajan a países extranjeros para buscar trasplantes ilegales. La demanda de órganos y la falta de regulación alimentan esta práctica, que perpetúa un ciclo de explotación y violación de derechos humanos, lo que conduce a la expansión del mercado negro de órganos y debilita los esfuerzos globales para combatir el tráfico de órganos.

 

Es entonces fundamental abordar esta cuestión desde una perspectiva global, mediante la implementación de medidas rigurosas de prevención de escenarios de extrema vulnerabilidad para que las personas no accedan a vender sus órganos o decidan ser traficantes porque no tienen otra opción monetaria; además de la cooperación internacional.

 

Por un lado, la trata de órganos puede analizarse desde una variedad de perspectivas macroeconómicas. Primero, afecta la distribución de ingresos y recursos en una sociedad. Las personas más vulnerables, que con frecuencia no tienen acceso a oportunidades económicas legítimas, se ven obligadas a realizar esta actividad desesperada. Esto empeora las disparidades en la riqueza y contribuye a la perpetuación de los ciclos de pobreza.

 

También hay efectos en la eficiencia económica de la trata de órganos. Las comunidades pierden, no solo recursos humanos, sino también el potencial de desarrollo económico cuando las personas saludables y en edad de trabajar se convierten en donantes involuntarios.

 

Esto resulta en una disminución en la cantidad de trabajadores activos y, finalmente, en una disminución en el crecimiento económico, reflejándose en indicadores macroeconómicos como el PIB. Adicionalmente, genera externalidades negativas a nivel macroeconómico. La corrupción es promovida por el mercado negro de órganos, lo que perturba el Estado de derecho y debilita las instituciones gubernamentales. La falta de regulación y supervisión efectiva favorece la expansión de redes criminales transnacionales, las cuales funcionan sin castigo y mantienen un ciclo de explotación indestructible.

 

De hecho, tiene un efecto en las economías locales y en la economía global. El mercado ilícito se alimenta de la demanda internacional a través del turismo de trasplantes, que es cuando los pacientes viajan a otros países para recibir trasplantes ilegales. Esto socava los esfuerzos internacionales para regular el comercio de órganos y distorsiona aún más el equilibrio económico y ético en un mundo globalizado.

 

Se requiere una respuesta integral y coordinada para abordar efectivamente este desafío desde una perspectiva macroeconómica. Las causas subyacentes de la trata de órganos, como la pobreza extrema, la falta de acceso a la atención médica y la desigualdad económica, deben abordarse primero. Esto requiere la implementación de políticas que fomenten la inclusión en el desarrollo económico, la educación y el acceso equitativo a la atención médica. Además, es necesario unir esfuerzos para mejorar la regulación y aplicación de la ley a nivel nacional e internacional. Asimismo, se necesita una mayor educación y conciencia pública sobre los peligros y efectos de la trata de órganos. Esto incluye campañas de educación que resalten los riesgos de participar en este mercado ilegal y promover alternativas morales y legales para la donación de órganos.

 

Por último, la transmisión de órganos es un fenómeno complicado que tiene importantes consecuencias económicas. Es necesario implementar un enfoque integral que aborde las causas emergentes y las repercusiones sistémicas de esta práctica para abordar este problema de manera efectiva.

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