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CRÓNICA

La vida de Tomás Vargas Escobar

“Soy Esgrimista y luego soy Abogado”

Foro Javeriano se adentra en la vida de un estudiante de IX semestre de derecho que, antes de cualquier cosa es esgrimista. ¿Cómo compagina sus dos vidas? 

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Fuente: Archivo personal Tomás Vargas

Por: José Javier Osorio Quintero y David Alejandro Cáceres Guerrero

Antes de cualquier cosa: la esgrima es un deporte olímpico de combate que tiene varias modalidades (florete, espada y sable) y consiste en tocar a la otra persona con la punta o el filo del arma siguiendo determinadas reglas. Hay un uniforme completo de protección que evita se lastimen las personas, pero cuando se practica con personas de alto nivel y fuerza, es posible que el golpe duela. La pista donde se compite mide 14 metros de largo por 2 metros de ancho y los combates van a 15 puntos en un máximo de tres tiempos de 3 minutos cada uno. 

 

Entrando en materia: Tomás Vargas Escobar tiene 22 años, es deportista de alto rendimiento en esgrima modalidad florete, Selección Colombia Mayores de Esgrima y estudiante de IX semestre de Derecho en la Javeriana. Acá un poco de su historia. 

 

Llegó al mundo de la esgrima cuando tenía 9 años. Un amigo le dijo que estaba en clases de un deporte que era con espadas y como fan de películas de piratas o ninjas se animó a conocerlo. Después de asistir a la primera clase se quedó por diversión. Más de 10 años después está posicionado como uno de los mejores de Colombia en este deporte. 

 

El apoyo de sus padres ha sido crucial y determinante pues es un deporte muy costoso, tanto por la indumentaria requerida como por los viajes para competir. Fue solo hasta hace 2 años que, como miembro de la Selección Nacional, empezaron a cubrirle sus gastos. Comparte este deporte con su hermano, 5 años menor que él, quien recién terminó el colegio y se encuentra viviendo en Hungría esperando poder dedicarse profesionalmente a esta disciplina. 

 

Los países europeos y asiáticos son los que han llevado la delantera en este deporte. Es destacable la tradición que han cultivado Francia, Italia, Rusia, Japón, Corea, China y más recientemente Egipto y Estados Unidos. En este último ha tomado tanto auge que se han ido desarrollando ligas en clubes privados. 

 

Anécdotas hay por montones. Después de perder la final en algún campeonato nacional hace un par de años, Tomás se puso muy bravo, se quitó la máscara, la tiró al aire y cuando estaba cayendo le metió una patada al mejor estilo de Zinedine Zidane pero terminó impactando a una amiga suya que lo estaba apoyando. Hoy reconoce que no fue lo correcto, pero le quedaron las risas y la enseñanza. En ese mismo orden de ideas, también ha tenido experiencias de triunfos luchados como ocurrió en los Juegos Nacionales de 2023: En la competencia individual quedó en tercer lugar, pero, por equipos, y con su destacada participación, la selección de Bogotá D.C. se quedó con el 1º puesto. 

 

En su paso y sueño por este deporte ha tenido subidas y bajadas. Antes de la pandemia Tomás se encontraba viviendo en Madrid, España, entrenando diariamente y participando en muchas competencias, pero el COVID-19 lo detuvo todo. Llegó a considerar dejar de practicar el deporte y dedicarse de lleno a la Universidad, sin embargo, ese pensamiento se esfumó rápidamente. Otro momento fuerte fue en el 2018 cuando el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) sacó a los deportistas de la Selección Bogotá D.C. para remodelar la Unidad Deportiva de Salitre. La corrupción de las instituciones colombianas llevó a que hoy, 6 años después, los atletas no tengan lugares para entrenar en condiciones óptimas. Si a esto se le suma que no cuenta con entrenador desde 2020, el panorama se pone aún peor. Eso sí, ni cortos ni perezosos, los hermanos Vargas Escobar siguieron entrenando juntos. “Me ha servido porque me siento como Rocky”, puntualiza Tomás. 

 

Recuerda con tristeza el momento cuando un árbitro, 5 minutos antes de iniciar el combate de una final, le pidió perder para que su contrincante accediera a determinados beneficios. Ante la duda de no saber qué hacer ni cómo afrontar una situación como esta, optó por dar lo mejor de sí y ganar a toda costa pues hay cosas como el honor, la transparencia y la profesionalidad que no se pueden negociar. En su momento se sintió mal pero después comprendió que el deporte debe ser un espacio libre y sincero. 

 

Y bueno, se estarán preguntando dónde entra el derecho en la vida de un esgrimista. Tomás se considera un esgrimista que estudia derecho, no un estudiante que “juega” en sus tiempos libres con una espada. Esa aclaración es importante. 

 

Si bien es difícil estar en dos mundos diferentes a la vez –ser buen deportista y un buen estudiante – lo importante es encontrar un balance. Siempre tuvo claro que quería estudiar una carrera profesional, pues la vida del deportista es muy incierta: no solo necesita dinero para cubrir sus viajes a competir, sino que la edad de retiro de un esgrimista es entre los 30 y 35 años. Sin duda el derecho fue una buena decisión y de hecho le gustaría trabajar en Derecho de la Competencia, es decir, no dejar de lado ninguno de sus intereses: ser un esgrimista abogado… 

 

Respecto a sus sueños, Tomás se visualiza trayendo una medalla olímpica para Colombia, pero reconoce que es un trabajo difícil pues muy pocas personas lo logran. En el proceso de participar en los últimos Juegos Olímpicos perdió un combate determinante con un austriaco, no obstante, desde ya se está preparando para los siguientes. Ante todo, el “sueño máximo” es ganar junto a su hermano. 

 

Esta es una invitación a soñar, a proyectarse, a creer que los sueños si se cumplen y que, lo que pudo iniciar como un juego de niños inspirando quizá por Jack Sparrow o el Maestro Yoda puede llegar a ser un proyecto de vida. Gracias Tomás por apostarle al deporte. 

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