PERFIL
Sylvia Herrera: de banquera a abogada
LA DAMA JAVERIANA
En esta ocasión FORO JAVERIANO dedica su perfil a Sylvia Herrera, referente en nuestra Facultad, del derecho de familia y con una trayectoria admirable para todas las mujeres y estudiantes de la Facultad.
Por: Juan José Díaz
Sylvia Herrera es egresada del colegio Marymount de Bogotá donde aprendió muchas cosas de la vida, apreciación de la música, arte, taquigrafía y mecanografía. No le enseñaron ni física, ni química ni trigonometría.
Por razones económicas y familiares salió del colegio a trabajar en lo que hoy es el City Bank. Entró como recepcionista. Siempre muy inquieta, tomó exámenes y se convirtió en secretaria. Fue entrenada en el mundo financiero y ascendió a ejecutiva de cuentas multinacionales, posteriormente a vicepresidenta del área corporativa, donde atendió varios frentes, como reestructuración de créditos. Al nacer su primera hija, trabajó medio tiempo en la vicepresidencia, pero era la única del mundo.
Por razones de seguridad, tuvo que abandonar el país en el año de 1987. Al volver, no quería trabajar tiempo completo, por lo que tras meditar con varios amigos, basándose en su experiencia en el sector financiero, y con todo el contacto que tuvo con abogados y con el mundo jurídico, aprovechó la coyuntura de su vida para comenzar a estudiar Derecho.
Tuvo que validar el bachillerato porque su colegio no lo tenía aprobado ante el Ministerio de Educación y sacó el puntaje necesario para poder ingresar a la universidad. Fue muy duro sentarse a aprender física, química y matemáticas con todos los vagos de Bogotá para presentar el examen.
Fernando Hinestrosa le dijo que se fuera al Externado mientras el primer año presentaba el ICFES, pero le quedaba muy complicado. Escogió la Javeriana por razones prácticas y de fondo. Le quedaba cerca a la casa y tenía en su pénsum muchos temas económicos, lo que pensó que le daría una ventaja y la oportunidad de reforzar sus conocimientos sobre economía.
Su relación con sus compañeros fue difícil. El primer año fue muy duro, porque venía de un mundo totalmente diferente, donde le daban paso en el ascensor para que ahora le pasaran por encima. Fue muy enriquecedor enfrentarse a ese grupo de muchachos para la posterior formación de sus hijas. El cambio generacional era importante, el trato entre ellos era muy distinto a como ella se trataba con sus amigos. Tenía otro interés, siempre sentada en la primera fila, muy atenta y asistiendo a todas las clases para cumplir sus obligaciones con su hogar.
Tuvo profesores extraordinarios. Recuerda con mucha admiración a Mauricio Reyes, quien la marcó en su clase de historia de las ideas políticas, afianzó y alimentó su interés por esa área. Cuenta que Néstor Humberto Martínez, el actual fiscal general, tenía una clase impresionante de sociedades.
Cada día de sus años universitarios fueron una experiencia única. Al finalizar el primer año dijo “aquí sigo”. Pensó en cambiarse de universidad por el sistema anual, con el mismo salón, el mismo puesto; era como un colegio, solo faltaba que salieran a tocar la campana para sacarlos al recreo.
Disfrutó de su carrera inmensamente, pese a la difícil época de sus exámenes donde se enfrentó a profesores que la conocían personalmente y su historia. Recuerda especialmente a Ramón Madriñan y a Jorge Cubides, a este último en su examen final le preguntó cómo extinguir las obligaciones y se quedó totalmente bloqueada.
Rumbeaba con sus compañeros, paseaba con ellos, los llevaba y los traía, tomaba trago con ellos, y hoy en día muchos son sus amigos. Era además ver el mundo de conocimiento que tiene el Derecho, donde todo era nuevo aunque ya conocía de muchos temas.
Cuando estaba en el consultorio jurídico en el ICBF en Usaquén, le impactó muchísimo lo que pasaba a nivel social y familiar. Al salir de la universidad la tentaron del sector financiero y trabajó en banca de inversión y reestructuración de cartera. Con la crisis financiera del 98-99, decidió cambiar de escenario. No quiso tener nada que ver más con el sector financiero.
Así que se fue a hacer una especialización en derecho de familia en la Facultad, donde también trabajaba en la coordinación de la especialización en derecho constitucional. Cuando terminó la especialización, el padre Álvarez le preguntó que qué quería hacer, y ella sin dudar dijo que quería trabajar en el consultorio jurídico. Fue lo que más le había impactado, por ver el dolor, la pobreza y la miseria de la ciudad en la que vivía.
Era profesora del consultorio, y cuando se fue un magistrado, el dr. Solarte la llamó para que dictara la clase de la tarde de familia en el año 2007. Tenía que equilibrarlo con su denso trabajo en el consultorio jurídico. Estuvo en el consultorio hasta el 2011; cumplió su misión, sentía que no podía hacer más de lo que ya había hecho.
Tras retirarse del consultorio jurídico, se comprometió firmemente a seguir trabajando en el tema social atendiendo personas de escasos recursos. Tenía que conseguir una oficina, y empezó con unos amigos de la universidad, pero cobrando consultas de diez mil pesos le salía muy caro, y no necesitaba su infraestructura, teniendo en cuenta que su trabajo es en un 80% labor social.
Paga su oficina con su pensión, donde hace consultas de diez mil y veinte mil, pero muchas veces el corazón no la deja cobrar, pese a que cree que el ser humano está acostumbrado a la retribución. Se afilió a la fundación Pro Bono, de la cual es miembro del comité directivo, así como de la fundación Cavelier.
En la fundación Pro Bono, con el aporte de firmas de abogados y de empresas, ayuda en temas de familia a los abogados que donan su tiempo para llevar procesos de la fundación. A veces lleva casos, pero cuando no son de litigio. Su mayor participación es colaborarles a los abogados, que no conocen mucho de temas de familia.
Al preguntarle qué es ser mujer en un mundo como el del Derecho, responde que para ella las mujeres tienen que luchar por sus derechos y enfrentar una serie de situaciones, como la maternidad, que tienen efectos sobre el desarrollo profesional. Sin embargo, las mujeres deben trabajar, procurando calidad de tiempo con sus hijos, pero hay que superar todas las barreras de desventajas frente a los hombres, no solo como abogadas sino como profesionales. Las mujeres son en términos generales más disciplinadas, más juiciosas, su naturaleza es diferente en ciertos aspectos, sin generalizar claro, pero que tienen valores que le dan la responsabilidad de ser el centro de la familia.
De sus estudiantes espera generarles el suficiente interés, para que sean abogados responsables, con valores que los guíen en sus conceptos y en sus vidas. Poderles transmitir qué es lo que es importante realmente, y no solo en temas de familia, sino que puedan tener un criterio sobre la vida.
Disfruta inmensamente dar clase, le fascina transmitir todo lo que sabe y tratar de que sus estudiantes vivan e interioricen lo que es la familia y la importancia que tiene, pese a lo que muchos piensan sobre esta. Uno nace y se muere en una familia. Quiere darles ideas sobre lo que uno tiene que hacer cuando tiene problemas, que son todos los días. Es una convencida de que el núcleo fundamental de toda la sociedad es la familia, de allí es donde se dispara y donde surge. Si hay familias bien avenidas, donde se enseña qué es bueno y qué es malo, habrá una sociedad bien avenida.
La situación de la familia en Colombia es bien complicada, con personas con tres o cuatro núcleos familiares monoparentales, lo que dificulta profundamente la formación de valores en los hogares. Hay un tema de fondo bien complicado.
El derecho de familia es duro, con muy poco glamour, que es lo que hoy todo el mundo quiere: entrar a oficinas bonitas. Los temas emocionales y afectivos del ser humano se ven inmediatamente afectados. No todo el mundo tiene la capacidad de oír, sacar una caja de pañuelos, y que una persona salga tranquila de la oficina. Se necesita una fortaleza interior para manejar esas emociones. Este es un Derecho tremendamente sensible, muy humano.
Esta rama le produce una gran paz interior. Cuando uno es capaz de ver a una persona que llegue totalmente triste a contarle su historia, y hacerle ver la luz al final del túnel con tantos sentimientos, es satisfactorio. Es de lo que más la llena de satisfacción en su vida, lograr esto con personas que no tienen cómo pagar. Le gusta más ver a las personas salir en medio de tanto dolor con una sonrisa de su oficina, que todo el glamour de la banca de inversión. Pero no deja de ser duro, porque además se da cuenta de lo privilegiado que es uno y la invita a darle gracias a Dios por lo que uno tiene.