CRÓNICA
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Después de mi paso por Foro Javeriano, luego de tres años, hago mi último escrito, no pudiendo ser de un tema distinto.
Fuente: Archivo personal
Por: Juan Pablo Prieto
Este breve recuento parte de 2011, año en el cual empecé a seguir al equipo y abarca, principalmente, los primeros momentos por los que pasé como hincha de Millonarios FC. Por cosas de la vida, mi gusto por el fútbol coincidió con un mejor presente para el equipo, el cual dejaba atrás momentos difíciles como la casi desaparición del club, su reorganización y el coqueteo con el descenso. Todo inició en una época en que RCN y UNE transmitían los partidos del FPC, y en la que las porristas parecían ser inamovibles de los estadios.
En 2011, bajo las órdenes del DT Richard Páez, el conjunto azul pudo desarrollar un estilo de juego vistoso y ofensivo, con jugadores como Toloza, Candelo y Domínguez. Ello le alcanzó para llegar a dos semifinales de liga (vs. Equidad y Junior) y un título de Copa Colombia (vs. Boyacá Chicó). Lamentablemente, la eliminación del segundo semestre fue un abrebocas de lo que venía como hincha de Millonarios: Junior logró empatar el 0-3 del partido de ida y clasificó a la final de la liga por penales. Sigue doliendo.
Llegó 2012, aparentando ser prometedor, pues el proceso de Páez venía bien tras los resultados y juego del año anterior. No obstante, el primer semestre fue lamentable, no clasificó al grupo de los ocho, ocasionando la salida del DT venezolano. Sin embargo, como suelen decir, no hay mal que por bien no venga. El entrenador elegido fue Hernán Torres, quien llegaba al club con una única misión: ganar el tan ansiado título de liga. Dicho y hecho, el equipo con juego exquisito, liderado por el gran Mayer Candelo y por el arquero Delgado ganó la liga y rompió la sequía de 24 años. Además, como si fuera poco, estuvo a un gol de jugar una final continental. Sin olvidarnos del fatídico 0-8 en Madrid, claro está.
El 2013 inició con altas expectativas por la reaparición del equipo albiazul en la Copa Libertadores tras 16 años, siendo el campeón de Colombia. A mi juicio, a pesar de quedar eliminado, el equipo no hizo una mala fase de grupos contra Corinthians, San José y Xolos; tuvo más fútbol que puntos. En cuanto al rentado nacional, los dos semestres ligueros fueron similares, ya que se mostró buen juego en la fase regular, pero no se pudo consolidarlo en los dos cuadrangulares, perdiendo ante Santa Fe y Cali, respectivamente. Finalizando el año vino otro golpe, perder la final de la Copa Colombia ante Nacional en Medellín, nuevamente, habiendo merecido un poco más.
En 2014, contra todo pronóstico, contrataron a Juan Manuel Lillo como entrenador, quien afianzó un excelente equipo de fútbol, si me apuran, el Millonarios más completo que he visto. Una estructura sólida en el medio campo y defensa, con solvencia en ataque, la cual pintaba para ser campeón. A pesar de ello, una vez más, Junior nos eliminaba en semifinal por penales, con un agravante, lo hacía en El Campín. Sí, otra vez penales. Respecto al segundo semestre no hay mucho que decir, el grupo se desarmó y no logró los objetivos. Quedó eliminado de Copa Sudamericana ante el modesto César Vallejo y no clasificó a los ocho, ni con el bombero Lunari, quien llegaba enderezar el rumbo tras el despido de Lillo.
2015 empezaba con optimismo dada la notable lista de refuerzos que llegaban a la institución, entre ellos Vikonis, Silva e Insua. Lunari, fiel a su estilo, impregnó un juego vertiginoso en ofensiva, con mucho gol y algunas limitaciones defensivas. Creo que muchos recordamos haber eliminado a Santa Fe (local) en la última fecha del todos contra todos. El equipo de Lunari parecía tener la mística para poder pelear seriamente por el título. Tristemente, se repetía la historia, pero esta vez con actores diferentes: Cali nos eliminó por penales en la semifinal. Ahora, como si fuera calcado respecto a 2014, en el segundo semestre Lunari fue reemplazado por malos resultados, dando lugar a Rubén Israel.
Pero, ¿después qué? En 2016 pasaron otros cuantos sucesos. Esta vez, para variar, una nueva eliminación por penales a manos de Junior en El Campín (tras empatarnos la serie en la última jugada), las dos eliminaciones contra Nacional en los últimos minutos, el desplante de Diego Cocca, y luego, la eliminación de Libertadores, por penales, ante Paranaense. Sin embargo, más adelante hubo momentos de gloria, como el histórico título de liga ante 35.000 hinchas de Santa Fe en El Campín, el 17 de diciembre de 2017 y la infravalorada Superliga obtenida en el Atanasio Girardot ante Nacional (ambos siendo dirigidos por Miguel Russo). Frente a 2018, un año sin pena ni gloria en liga, lo más destacado (negativamente), fue la eliminación de Copa Sudamericana por penales ante Santa Fe y la eliminación en Copa Libertadores, mereciendo más.
Por lo demás, 2019 parecía ser el año, teniendo como estratega a Jorge Pinto, el famoso equipo de los 50 puntos. Esta vez, América dañó la clasificación en El Campín, dejando el camino servido para que Pasto (sí, el que jugaba en Ipiales) ganara el cuadrangular. Segundo semestre trágico. Posteriormente, llegó Gamero. Siguiendo el patrón de la década, Millonarios juega bien y en los momentos definitivos no saca los partidos adelante. Un proceso que hasta ahora deja: (i) un título de copa; (ii) un subtítulo de liga; (iii) tres cuadrangulares con muy buenas posibilidades (truncadas por un par de penales mal cobrados); (iv) eliminación de Sudamericana por penales; (v) rentabilidad por ventas y; (vi) un proyecto que ilusiona.
A pesar de que sean más restas que sumas, no puede desconocerse que el 90% de las veces el equipo vende muy cara su derrota y lucha hasta el último minuto de cada serie. Además, en todo caso, los resultados son lo de menos. Tengo claro que, ya sea como colero de la B en Colombia o como campeón de Copa Libertadores, ahí estaré, hasta que mi memoria le alcance para recordar que tiene que prender el televisor para verlos jugar. Sin más, mis últimas palabras en Foro Javeriano, como modesta sugerencia al club: entrenen los penales y consigan alguien que les quite la sal.