ESPECIAL
El gran error de Petro fue no empezar por la reforma agraria
La reforma que pudo cambiarlo todo
El Gobierno Nacional tuvo todo para poder hacer la tan anhelada reforma agraria. La llegada de Cecilia López al gabinete le daba un impulso y credibilidad a una eventual reforma agraria.
Fuente: Contexto Ganadero
Por: Julián Echeverry-Guerra y Nicolas Montenegro
Sin duda el punto de inflexión del gobierno de Gustavo Petro se da cuando prioriza la reforma a la salud por encima de reformas como la agraria. Es incomprensible como alguien que lleva toda su carrera política haciendo críticas a los problemas de la tenencia de la tierra, que la ha llamado la principal causa de la violencia en el país, (violencia de la que además el hizo parte como subversivo) y aun así pase por alto la necesidad de generar una reforma sobre la tierra y los temas agrícolas. Es inexplicable como entonces, teniendo un nuevo gobierno, con gran apoyo popular, legitimidad, un congreso favorable, especialmente en la cámara de representantes se haya decidido poner como prioridad su lucha contra las EPS que el progreso del país.
La reforma agraria es una deuda histórica que ha tenido el Estado colombiano con su campesinado, con su historia. Casi 60 años de violencia basada en el desplazamiento y el poder por el territorio parecían tener fin cuando Gustavo Petro y Francia Márquez ganaron las elecciones. Mientras Petro planteaba una política de paz total, Francia hablaba de vivir sabroso desde la ancestralidad, desde el territorio que nos pertenece. El uno luchó en armas contra el Estado por una sociedad más justa, por una sociedad donde se respetara a los más vulnerables, la otra desde su pueblo La Toma en Suarez, Cauca luchó contra las multinacionales y grupos armados que querían apoderarse de un territorio perteneciente a los consejos comunitarios, comunidades indígenas y grupos de campesinos, quienes vieron como La Salvajina fue desplazando sus pueblos y acabando con su territorio. Todo parecía indicar que se venía una propuesta de paz y reconciliación integral, sin embargo, lo que vino fue una lucha ideológica desde el activismo y los grandes medios de comunicación. Toda esa legitimidad popular entregada a un proyecto político que prometió un cambio fue destrozada por la ministra Carolina Corcho en un abrir y cerrar de ojos.
El Gobierno Nacional tuvo todo para poder hacer la tan anhelada reforma agraria. La llegada de Cecilia López al gabinete le daba un impulso y credibilidad a una eventual reforma agraria. Una mujer liberal, economista de la universidad de los Andes, exdirectora de planeación nacional, exministra de agricultura, exsenadora y exprecandidata liberal. Nadie más con toda las habilidades políticas y técnicas para lograr un acuerdo político que llevara a este país a por fin tener una reforma agraria que beneficiara al campesinado, que diera oportunidades para el campo colombiano, que ayudara a la reconciliación y al ambicioso proyecto de la paz total de Gustavo Petro.
La prueba del alto nivel de credibilidad que podía llegar a generar la Ministra López con los adversarios políticos fue el acuerdo con Fedegan. ¿Cómo una ministra de Petro logró poner a José Félix Lafourie a trabajar en los proyectos del gobierno? La Ministra empezó junto con Fedegan a lograr que los ganaderos, los grandes terratenientes en las zonas más productivas del país estuvieran dispuestos a vender esas tierras al gobierno nacional con el fin de lograr redistribuir dichas tierras. Al tiempo la Ministra buscaba subir el catastro con el fin de que los dueños de tierras estuvieran obligados a volverlas productivas y generar empleos para poder pagar los altos impuestos. Todas estas medidas pensadas desde una economía con enfoque social y no desde la ideología como ocurrió en muchas otras carteras de este gobierno.
Sin embargo, los esfuerzos de la Ministra López se fueron a la caneca cuando el presidente Petro decidió incentivar la invasión de tierras. Buscaba meter reglamentar vía ley la expropiación express y tratar de a las malas dañar todos los acuerdos logrados por la ministra. Luego de muchos malentendidos dentro del Ministerio y de que Petro y Laura Sarabia decidieran sobrepasar la autoridad de la ministra dando más peso a los subalternos y furibundos petristas del ministerio de agricultura la ministra decidió renunciar. Petro se dio el lujo de no aceptarle la renuncia para poder, solo semanas después, darse el lujo de sacarla por la red social X y reemplazarla por una Ministra más ideológica y con menos conocimientos técnicos.
Es así como llega Jennifer Mojica. En ese punto ya no había nada que salvar. El Gobierno había destrozado la coalición con la fracasada reforma a la salud, el Ministro y exrector de los Andes, Alejandro Gaviria, había salido del gabinete de forma aparatosa. El escándalo de financiación ilegal crecía en el debate político y la captura del hijo del presidente generaba más desconfianza en un Gobierno que llegó al parecer sin respetar las reglas de juego. En otras palabras, ya la oportunidad para tener gobernabilidad había pasado.
La ministra Mojica llegó con el lema de “des-fedeganizar” el Ministerio de agricultura. Para ella los acuerdos logrados por Cecilia López era una toma hostil por parte del gremio ganadero del Ministerio. Su principal función era poder lograr la expropiación express y dotar al presidente de facultades chavistas donde pudiera despojar a los propietarios de las tierras en Colombia y repartirlas a su antojo como el salvador de la inequidad. Atrás habían quedado los planes rigurosos de lograr financiar una reforma agraria, estábamos en el momento de Ministros incendiarios diciendo cosas que pudieran traer a los petristas pura sangre de vuelta, que pudieran llenar de nuevo las calles, en vez de encontrar soluciones. Sin embargo, meses después de su nombramiento y sin poder lograr nada más allá de entrevistas controversiales en medios la ministra Mojica es sacada del cargo sin lograr nada más allá de acabar con los avances de López.
La llegada de una tercera Ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, en solo dos años demuestra la falta de compromiso con el sector por parte del presidente. No ha permitido crear un plan serio para impulsar el agro colombiano. Utiliza este gabinete como fusibles para subir y bajar en las encuestas y no para realmente crear una buena política que beneficie al agro colombiano y genera la despensa de la que tanto habla. Que los campesinos puedan volver a sus tierras y que la tierra deje de ser un factor de desigualdad y conflictividad en Colombia.
Otro Gobierno nacional que pasa sin resultados reales en el agro, en la seguridad, en la desigualdad y la calidad de vida. Al especular podemos añorar como pudo haber sido de distinto el rumbo del Gobierno de haber respaldado una real reforma agraria como punto central del plan de desarrollo. Una buena reforma agraria genera empleo, paz, reconciliación, desarrollo y unión entre los distintos sectores políticos. Se le acaba el tiempo a Petro y no dejó más que un país dividido y atollado en los mismos problemas, el cambio quedó en promesas.