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EN EL SEXTO

“Un abogado Javeriano tiene que ser consciente de la necesidad social que hay en este país” 

¿Qué es ser abogada Javeriana? 

La Dra. Sylvia Herrera Aguilera, profesora de Familia, es un referente indiscutible para todas las personas que hayamos tenido el privilegio de pasar por su clase. Foro Javeriano trae una conversación sobre su vida y visión del derecho. 

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Fuente: Archivo Sylvia Herrera

Por: José Javier Osorio Quintero y David Alejandro Cáceres Guerrero 

"Busco con esta clase prepararlos para que entiendan lo que pasa en este país con las personas que no tienen como pagar un abogado", palabras más palabras menos así inició nuestra clase de Derecho de Familia con la Dra. Sylvia. Desde ese momento nos soñamos con escribir este artículo.  

 

Con gran emoción por la conversación que estábamos a punto de tener, llegamos al apartamento de la Dra. Sylvia a las 4:55pm de un frio lunes. Veníamos con la alegría desbordada de poder encontrarnos en un espacio fuera del académico con una de las profesoras que más nos ha marcado en la vida universitaria. 

 

Foro Javeriano: Tenemos entendido que trabajó muchos años en el sector financiero. ¿Cómo fueron sus inicios allí? Sylvia Herrera Aguilera: Hasta que tuve 15 años tuve todo tipo de comodidades, pero fruto de la separación de mis padres, cuando me gradué del colegio tuve que entrar a trabajar para apoyar a mi mamá con los gastos de mi casa, éramos seis hermanos. Como hablaba un “lindo inglés” pude iniciar como recepcionista en Citibank. Por ser tan inquieta, me propusieron aprender mecanografía y taquigrafía para poder ser secretaria.  

 

Luego estuve en servicio al cliente y pude realizar unos cursos sobre análisis financiero y contabilidad. Allí me encargaron el manejo de multinacionales que no necesitaban crédito local, pero si requerían mucho servicio. También recibí entrenamiento en Puerto Rico y República Dominicana sobre crédito avanzado de financiación a países por parte del Fondo Monetario Internacional o el Banco Interamericano de Desarrollo.  

 

Cuando me retiré del banco tenía el puesto de Vicepresidente y mi sueldo, por ser mujer, era inferior al de los hombres a pesar de tener el mismo puesto. Cuando nacieron mis hijas empecé a trabajar medio tiempo para compartir con ellas. 

 

A pesar de volverme una experta en el sector financiero, este fue un gusto adquirido por necesidad ya que necesitaba apoyar económicamente a mi familia. Todos los meses tenía que hacer un presupuesto acerca de cuánto dinero podía gastarme y no podía descuadrarme. 

 

F.J.: ¿En qué momento entra a estudiar derecho? 

S.H.A.: Me retiré de Citibank tras 20 años porque me estaban exigiendo que trabajara tiempo completo. Aconsejada por mis amigos del banco decidí iniciar mis estudios en derecho, pero tuve que validar el bachillerato, pues cuando me gradué de mi colegio, el Marymount, este solo estaba aprobado por el Ministerio de Educación hasta cuarto de bachillerato. 

 

F.J.: ¿Cómo fue el proceso de aplicar a la universidad? 

S.H.A.: Tras validar el bachillerato y realizar el ICFES me presenté a la Javeriana, el Externado y el Rosario. La primera por la cercanía a mi casa, la segunda por la amistad de Fernando Hinestroza con mi suegro y la tercera porque los abogados con los que había trabajado en el banco eran de esta universidad.  

 

F.J.: ¿Por qué eligió la Javeriana? 

S.H.A.: Por varias razones. Primero, porque era la que más cerca quedaba de mi casa, yo vivía en la 93 con 5ª, llegaba en diez minutos. Segundo, porque siendo una universidad de Jesuitas cada año era menester ver una materia relacionada con la religión y yo soy una mujer católica y practicante. Inicié mis estudios en enero de 1989. 

 

F.J.: ¿Cómo fue iniciar a estudiar luego de tantos años en el sector financiero? 

S.H.A.: Me costó mucho trabajo empezar a estudiar. Yo estaba acostumbrada a la vida de banquera. El primer semestre fue retador, pero poco a poco fui adaptándome a la vida universitaria teniendo en cuenta la diferencia en edad con mis compañeros. 

 

F.J.: ¿A qué compañeros recuerda de esa época que hoy sean profesores o personas importantes? 

S.H.A.: Todos son grandes personalidades. Mis amigos eran Fabián Hernández – Presidente de Telefónica Movistar Colombia –, Mauricio Rosillo – Vicepresidente de Bancolombia –, Francisco Suárez, Werner Zitzmann – Director de la Asociación Colombiana de Medios de Información, Jaime Andrés Velásquez, Juan Pablo López, Daniel Vásquez Franco – profesor de Bienes –, Cristina Lombana – Magistrada de la Corte Suprema de Justicia –, entre muchos más.  

 

F.J.: ¿Tuvo algún momento crítico en la Javeriana? 

S.H.A.: Sí, cuando llegué a cuarto año. Antes de eso mis fines de semana eran en el club jugando tenis y las vacaciones en la casa de mis suegros en Miami; era una vida muy cómoda desde el punto de vista económico. A nivel social la situación también era muy atractiva: teníamos muchos cocteles y galas, pues mi esposo era el Gerente Ejecutivo del Banco de la República. 

 

Digo que cuarto año fue el momento crítico porque inicié el Consultorio Jurídico. El Dr. Franciaco Buriticá me envío a la sede de Usaquén del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y estando allí fui consciente del mundo en el que vivíamos. Si bien yo había sufrido una situación económica complicada cuando mis papás se separaron, nunca había pasado hambre ni me había muerto de hambre. Ver lo que vi me cambió totalmente mi percepción de lo que es realmente la pobreza y las condiciones de vida de un altísimo porcentaje de la población. 

 

F.J.: ¿Qué hizo cuando se graduó de la Universidad? 

S.H.A.: Por mis años en el ICBF intenté vincularme a algún proyecto social, pero terminé nuevamente en el sector financiero en una banca de inversión. Acá comprábamos bancos y también pude trabajar en fusiones, adquisiciones y viajaba a Nueva York con mucha frecuencia. En este trabajo tenía un buen sueldo que me permitió empezar a ahorrar para la vejez y poder actualmente hacer lo que hago. Trabajé con ellos hasta la crisis financiera de 1998-1999.  

 

En el 2000 decidí salirme de allí para dedicarme a lo que me gusta. Llamé al P. Luis Fernando Álvarez S.J. para comunicarle mi interés en especializarme en Derecho de Familia. Él me pidió que también le ayudara coordinando la especialización en Derecho Constitucional y Derecho Administrativo. Cuando terminé mi posgrado empecé a trabajar en el Consultorio Jurídico. 

 

F.J.: ¿Cómo fue su experiencia en el Consultorio Jurídico? 

S.H.A.: Estuve 11 años y fue la mejor época de mi vida, pues tenía la posibilidad de enseñarle a los alumnos y servirle a la comunidad. Mi sueldo era apenas $500.000 pero eso no me importaba, mi bandera era la ayuda a las personas. A pesar de la poca sensibilidad del grueso del alumnado, tuve excelentísimos alumnos que hoy son profesores como José Ignacio García, Felipe Arbouin, Juan Camilo Contreras y Andrés Atahualpa. 

 

Adicionalmente dictaba talleres a los trabajadores de la Universidad de la mano del Centro Pastoral. En estos les enseñaba acerca de lo que realmente les interesa como cuotas alimentarias, por ejemplo. 

 

F.J.: ¿Por qué se retiró del Consultorio Jurídico? 

S.H.A.: Cuando llegué a la edad de pensión, el entonces rector dio la orden de que todos los pensionados debían retirarse de la Universidad. Yo quedé perpleja, pues no entendía como era posible que me quisiera sacar teniendo en cuenta que yo estaba prestando un servicio social inmenso. Eso me desmotivó mucho. También opté por “tener” mi propio Consultorio Jurídico trabajando con la Fundación Probono. 

 

F.J.: ¿Cómo ve el tema de las prácticas actualmente? 

S.H.A.: Las prácticas deberían enfocarse a apoyar el ICBF, las Comisarías de Familia, los programas sociales Alcaldía de Bogotá, entre muchos más. El Consultorio Jurídico debe prestar un servicio social. 

 

F.J.: ¿Qué hace en la Fundación Probono? 

S.H.A.: Llevo 11 años vinculada a la Fundación Probono. Al principio apoyé en la estructuración de todo el tema de consultas aportando unos formatos que tenía con preguntas a clientes. Actualmente soy miembro del Consejo Directivo como representante de los abogados independientes. También hay representantes de las grandes firmas de abogados y hasta de empresas como Bancolombia. 

 

F.J.: ¿Cómo maneja el tema de los honorarios? 

S.H.A.: Suelo no cobrar las consultas, pero en ocasiones pido $10.000, pues una vez un psicólogo me explicó que, en términos de retribución, cuando la gente siente que uno les hace un trabajo de manera gratuita, según él, no le dan la misma importancia. Sin embargo, cuando la persona saca su billete yo no termino siendo capaz de cobrárselo porque sé que eso le representaría el transporte o un gasto importante. 

 

F.J.: ¿A qué personas atiende la Fundación Probono? 

S.H.A.: A personas de estratos 0, 1 y 2. La Fundación tiene proyectos adicionales a la atención jurídica como la “Caja Púrpura”, la cual busca atender casos de violencia contra la mujer. Sí es cierto que la mayoría de los casos que llegan son de Familia y justo por eso es que yo insisto tanto con el tema.  

 

F.J.: ¿Qué tiene por decir sobre sus años tanto en el Consultorio Jurídico como en la Fundación Probono? 

S.H.A.: Ha sido el trabajo que más satisfacción me ha dado en la vida. Agradezco profundamente a Dios el haber podido trabajar en estos temas. Yo entiendo que los estudiantes tengan que salir a ganarse la vida, pero eso no significa que no puedan atender uno o dos casitos gratis en la vida a personas que lo necesitan. 

 

F.J.: ¿Qué significa para usted ser abogada Javeriana? 

S.H.A.: Es un compromiso de servicio a la sociedad. Un abogado Javeriano tiene que ser consciente de la necesidad social que hay en este país. 

 

F.J.: ¿Qué tan de acuerdo está con que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad? 

S.H.A.: Totalmente. Sin lugar a dudas uno de los mayores aciertos de la Constitución de 1991 es el reconocimiento de la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Los valores que uno aprende en casa son invaluables. Uno termina siendo lo que ve en sus padres. 

 

F.J.: ¿Cómo se relaciona el derecho con el servicio?  

S.H.A.: El derecho es en sí misma una vocación de servicio. Ayudarle a la gente es delicioso. Mi historia es al revés de la de todo el mundo, pues mis primeros 40 años fueron totalmente diferentes a lo que ha sido hasta ahora, pero actualmente soy muy feliz. 

 

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En la clases de la Dra. Sylvia Herrera no solo se aprende de alimentos, recompensas, matrimonio, divorcio, efectos de la unión marital, etc., sino grandes enseñanzas para la vida. Las reflexiones en torno a la función social de los abogados y el compromiso en la construcción de un mejor país abundan, tanto en palabras como en su ejemplo. 

 
Esperamos que este artículo le haga honor por lo menos en un 1% a todo lo que ha hecho la Dra. Sylvia por nuestra Universidad. Ojalá podamos contar con ella muchos años más en el aula y muchos Javerianos y Javerianas puedan, como nosotros, aprender de ella y admirarla. 

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