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ESPECIAL

Es hora de reflexionar sobre cómo tratamos a los verdaderos creadores de riqueza en Colombia

Persecución al gremio ganadero

Cada año existen más y más atropellos contra colombianos que se despiertan a generar riqueza, empleo y alimentos.
 

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Fuente: Julián Echeverry

Por:  Julian Echeverry-Guerra

Según cifras del DANE la ganadería aporta el 48,7% al PIB pecuario, 21,8% en el PIB agropecuario, y 1,4% en el PIB nacional. En empleos tampoco es un sector que se quede atrás generando 810.000 empleos directos, representando el 6% del empleo nacional y el 19% de la ocupación en actividades agropecuarias.  

  

En tiempos en los que se persigue desde el mismo Gobierno Nacional a los empresarios de este país y a los que generan empleo y riqueza, es importante empezar a hablar desde las cifras. Los discursos y decisiones que se toman desde el ejecutivo no se dan desde versiones de la realidad informadas con datos, experiencia o estudios serios. El presidente Petro insiste en perseguir al empresariado colombiano y los ganaderos claramente no son la excepción.  

  

La persecución contra este gremio no ha sido solo de esta época, ni solo de este Gobierno. Hemos tenido ya varios años en los que en Colombia insistimos en perseguir a quienes han decidido tener tierras y buscar modelos de negocios sostenibles y rentables. Es común hablar de riqueza con la tierra, cualquiera que hable de propiedad sobre hectáreas se le cataloga como terrateniente, el ganadero así sea pequeño no se le puede llamar campesino porque lo consideran como una categorización propia de personas en vulnerabilidad. Poco se habla del sostenimiento que deben costear los dueños de tierra en Colombia, los impuestos que cada día suben, las tarifas de alumbrado público en lugares donde escasamente llega un cable que no resiste ni la lluvia y ni las brisas.  

  

La seguridad se vuelve a mi juicio el factor de persecución más grande. En los últimos 20 años, según cifras de Fedegan, se han reportado 48.560 casos de abigeato. En el 2024 ya vamos llegando a los 1000 casos. Esto solo hablando de los casos reportados, sin ningún tipo de justicia hacia las víctimas que con todo el esfuerzo del mundo deciden llevar sus ahorros a inversiones ganaderas. Víctimas que se encuentran en zonas donde las banderas de Colombia se vuelven una herejía, donde la guerrilla y las BACRIM se adueñaron del país. Mientras tanto los ministros y congresistas abogan cada día por la protección de los gremios financieros, de comerciantes, de agricultores, pero a los ganaderos nadie se atreve a defenderlos políticamente con la vehemencia que se necesita.  

  

  

Caracol Radio reportaba que el Clan del Golfo está cobrándole $50.000 pesos a los ganaderos por cabeza de ganado vendida. Para calcular un poco la magnitud de este problema voy a utilizar de ejemplo la subasta del municipio de Planeta Rica (zona donde opera el Clan del Golfo). En una semana fácilmente se pueden llegar a comercializar 1.000 cabezas de ganado. Eso genera, solo en esa subasta, una renta de $50.000.000 de pesos para el Clan del Golfo en esa semana. Habría entonces que multiplicar ese valor por las al menos 15 subastas ganaderas que están en el territorio de este grupo. Ahora sumemos las zonas donde operan las guerrillas y disidencias. Así de grave es la magnitud de como los grupos armados están lentamente acabando con un gremio sin que el Estado haga nada por evitarlo.  

  

Por muchos años se ha dicho en este país erróneamente que los aportes que los ganaderos dan a estos grupos han sido aportes voluntarios. Quizás hace 30 años fue así, pero no podemos seguir creando políticas públicas basadas en el pasado, la realidad hoy es que los ganaderos de Colombia los está acabando cada extorsión que reciben y que pone en riesgo su seguridad y la de sus familias.  

  

Hace unas semanas el país se vio aterrorizado con el asesinato del ganadero Esteban Urueta y dos de sus trabajadores, Fredys Manuel Beleño y Gerardo de los Santos. Después de que los principales sospechosos, quienes también eran empleados suyos, fueran descubiertos en el robo de alrededor de 700 reses que pertenecían a Urueta. Los asesinos no solo mataron a Urueta y sus dos colaboradores, sino que desaparecieron los cuerpos en fosas comunes. Luego de días del desaparecimiento, los principales sospechosos decidieron entregarse, confesar los delitos y darle a las autoridades la ubicación de los cadáveres. Incluso a pesar de ello, no hubo una emisión inmediata de una orden de captura y los asesinos pudieron huir incluso luego de confesar los delitos.  

  

El doloroso caso del ganadero Urueta y sus colaboradores confirma como el gremio se encuentra solo en contra de la delincuencia. Estos asesinos tuvieron todo a su favor para robar a su jefe. No tuvieron ningún pudor en asesinarlo a pesar de ser un comerciante reconocido en Montería y en la región. Mucho menos en esconder sus cuerpos. Luego, a pesar de confesar los delitos, el Estado no fue capaz de actuar rápida y conjuntamente para hacer justicia a las víctimas. 

  

Sin embargo, la seguridad no es la única amenaza que sufre el gremio. En la política existen otras amenazas contra los ganaderos colombianos. En primer lugar, tenemos a los animalistas, quienes basados en convicciones de vida propia buscan desde el Congreso acabar con un modelo de negocio. Es posible que en el futuro se llegue a prohibir desde leyes el consumo de carne alegando los derechos de los animales. Ese día se habrá acabado con una industria que por muchas décadas ha dejado grandes ganancias a nuestro país.  

  

Por otro lado, los ambientalistas alegan que la ganadería está produciendo grandes contaminantes a nuestra atmosfera y la compactación de los suelos. No obstante, ignoran como la ganadería se ha ido transformando hacia los nuevos modelos sostenibles ambientalmente. Hoy en casi todo el país se está implementando la ganadería silvopastoril, que combina los distintos tipos de vegetación por pisos para aprovechar de esa forma mucho más una hectárea y para cuidar de los suelos. El modelo silvopastoril busca que las vacas coman mirando al cielo. En otras palabras, que puedan aprovechar los frutos de los árboles mientras que no se exponen a altas temperaturas por exposiciones prolongadas al sol. Ninguno de los activistas ambientalistas propone y va por el país implementando este tipo de modelos de ganadería sostenible, por el contrario, no tienen problema en andar en esquemas de seguridad y aviones que consumen gasolina cada segundo y generan mucha más contaminación.  

  

Los ganaderos han sufrido históricamente una persecución inconcebible a la que ningún otro gremio de este país ha sido expuesto. Han sido los primeros afectados por el conflicto armado, por la delincuencia común, por políticas de activismo político, incluso por la persecución del presidente Juan Manuel Santos en 2016 cuando decidió quitarle a Fedegan las funciones para administrar el fondo del ganado. Cada año existen más y más atropellos contra colombianos que se despiertan a generar riqueza, empleo y alimentos. Ya es hora de rodear a un gremio que a pesar de la persecución a la que los hemos sometido hoy genera exportaciones y gran porcentaje de nuestro PIB, Colombia es mucho más que las malas políticas y discursos incendiarios de un presidente del que muchos contamos los días para su salida.  

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