ESPECIAL
A veces menos, es más; ojo con el 2026
Se avecina un momento histórico de la política en Colombia y a falta de unión como sociedad, corremos el riesgo de caer al abismo perpetuo.
Fuente: Pexels
Por: Nicolás Pombo Sinisterra
Aunque parezca aún lejano, estamos cada día más cerca de un momento trascendental para la política colombiana, para Colombia como República, para el Estado social de derecho, y para todos aquellos que habitamos en ella y formamos parte de una comunidad arraigada a distintas fuentes culturales, sociales y económicas. El año 2026 será uno de esos que recordaremos por lo menos por un buen tiempo. Será uno de esos momentos que los expertos llaman “momento bisagra”, un año en donde tendremos la oportunidad de recuperar lo perdido, de seguir construyendo sobre lo que se ha construido y de salir de lo que tal vez ha sido la apuñalada más grande y cobarde en la historia de la política de nuestro país. Aunque para estos momentos vamos apenas en la mitad de un gobierno tan particularmente polémico, ya estamos en miras de lo que nos espera en las próximas elecciones presidenciales. Todo ello, sin perder lo que nos ha mantenido vivos, y es la esperanza. La esperanza de que por fin volvamos a ser un país en vía de desarrollo, de qué nuestros recursos naturales, culturales y humanos sean explotados de la mejor manera para que Colombia vuelva a ser un país competitivo dentro del mercado internacional. Para que dejemos de estar en el ojo del huracán y volvamos a hacer epicentro de inversión extranjera, de turismo, deporte, cultura, y todas aquellas características o actividades que a lo largo de la historia nos han dotado de reconocimiento. Para que nos dejen de ver como un país inseguro tanto en materia económica como en materia civil.
Todo ello es menester de ser, aunque nos enfrentemos a un reto acaso un tanto más difícil, el cual es la unión. A pesar de que, dentro de nuestro ideal social establecido en nuestra comunidad política, la unión resulte, sobre todo en tiempos de “guerra” particularmente imposible. En este momento hay más de 30 precandidaturas a la presidencia de la República de Colombia en el 2026 y por más de que todavía no se han establecido los que serán los candidatos finales para las elecciones, veo con total preocupación una falta de solidaridad, de compañerismo y de unión por parte de los que quieren llegar al poder. Por eso, el riesgo es doble, pues a nosotros los ciudadanos nos corresponde elegir y ojalá esta vez elegir bien, pero a ellos los que nos quieren representar, les asiste el deber de unirse en pro de una causa, antes de que ésta, se haya perdido. La izquierda ha sido en mi opinión particularmente más inteligente al momento de llevar a cabo sus estrategias políticas, pues si vemos dentro de los más de 30 precandidatos a la presidencia de la República, no son más de 10 los que uno podría denominar de izquierda. Frente a ellos surgen muchas dudas; ¿será que nos hemos dado cuenta de qué las ideas políticas de la derecha han de ser las más efectivas y eficientes? ¿Acaso necesitaremos un “outsider” como lo han elegido los argentinos? Es cierto que la política tradicional ha cambiado, sin embargo, creo menester hacer una crítica tanto a los políticos contemporáneos, como a nosotros como sociedad, quienes somos quienes nos encantamos con sus discursos. He asistido a distintas marchas y protestas en los últimos dos años y cada vez me sorprendo más con la pobreza de discursos que se oyen en las plazas. Es triste ver como hoy en día lo que vende es la miseria y no el conocimiento. Ponen a hablar al menos preparado de todos, pero eso sí, jamás falta lo que yo llamo el “tonito político”. Pararse ante una plaza llena de gente con ilusiones, sueños y esperanza para seguir viviendo en nuestro país, y salir a divulgar ideas vacías, amarillistas e irrealizables es una falta de respeto contra el pueblo. Por ello creo firmemente que nos asiste el deber de elegir a alguien preparado, de elegir a una persona competente para el cargo y que esta misma, se rodee de personas calificadas para el ejercicio de su función como Gobierno. Esta vez no se trata de seguir eligiendo caudillos, de seguir eligiendo politiqueros o de caer nuevamente en las mentiras de un discurso absolutamente encantador. Se trata de elegir nuestro futuro, de votar por la seguridad democrática, las instituciones, la economía de mercado y la seguridad civil. Es imprescindible para nosotros como ciudadanos elegir a un presidente que nos devuelva lo que nos ha sido arrebatado, la libertad.
Por todo lo anterior, hago una invitación tanto a los líderes políticos, como a nosotros como sociedad, a unirnos, entender y materializar la idea de que a veces menos, es más. Tengamos cuidado con nuestro futuro, cuidado con el 2026.