OPINIÓN
2020-II
LOS HABLADORES DE PAJA Y LA SACIEDAD SEMÁNTICA
Por: Juan José Cataño
La saciedad semántica es un fenómeno psicológico que todos hemos encontrado por el camino, aún si ello fue rápida, incluso inapercibidamente. Se refiere a la aparente pérdida de significado de una palabra o frase a causa de su excesiva repetición. De aquí se sigue que todo deviene un mazacote sin sentido que sale despreocupadamente de las bocas - y teclados - de las personas. Desconozco el porqué de ese fenómeno, pero me siento cercano a esa suerte de mazacotes, creo que nos rodean, creo que no distinguen derechas e izquierdas.
Véase, por ejemplo, la forma indiscriminada en que se utilizó - y se utiliza - la palabra "populismo" durante las últimas elecciones regionales, parlamentarias y presidenciales. Titulares, guiones de noticieros, tweets, posts en facebook y charlas en la calla trillaban sin piedad el término. Una búsqueda rápida sobre tendencias en las búsquedas de google arroja que en Mayo de 2018 - mes en el cual se llevó a cabo la primera vuelta de las presidenciales en Colombia - la búsqueda "Qué es populismo" tuvo su momento de mayor auge desde que hay datos al respecto (2004). El término, hay que decirlo, tuvo sus 15 minutos de fama y ha estado - con menos intensidad - en boca de todos desde entonces.
Ahora, pregúntese lector qué diablos es el populismo, esa palabra que ve hasta en las letras de su sopa. No se sorprenda si es incapaz de dar una respuesta de forma confiada, no creo que la culpa esté completamente en el oyente. Sin duda ayudaría una sana dosis de curiosidad y energía que nos llevara al diccionario más cercano, o a google, obvio. Pero no, el meollo del asunto no está ahí, porque en principio no es evidente la necesidad de que una palabra que hace referencia a un fenómeno histórico político que tuvo a sus mayores exponentes en el siglo pasado - sin duda útil para algunos análisis actuales - sea utilizado con semejante obsesión cada vez que algún personaje público abre la boca.
A mi humilde parecer, el rollo es, en primer lugar, con quienes expulsan - sin el más mínimo detenimiento - mazacotes intricados de palabras que leyeron o escucharon pero no se molestaron en buscar en un diccionario. De esos siempre hay, listos a utilizar el término de moda para referirse de forma caprichosa e ignorante a cualquier cosa, piénsese en "ideología de género". Obvio, la sin vergüencería con la que estas personas se expresan no sería lo mismo sin su más notorio - y no menos sin vergüenza - cómplice. Como pista, imagine un flujo constante de basura que sale de caras bonitas 24 horas al día. ¿Todavía no? Piense en seres capaces de hacer de el más banal de los acontecimientos una tragedia nacional. Obvio, la "prensa" televisada, que no merece más palabras en esta columna.
No quisiera, por miedo a extenderme, olvidar a otros campeones de la saciedad semántica inducida. Me refiero, por falta de una mejor palabra, a los activistas - de sofá y de calle, de azul y de rojo - y a sus jergas verborréicas. Piénsese en "revolución","gobierno","instituciones","la lucha”, “los fachos", "los mamertos", "la burguesía" y la "oligarquía", ja. Nada más valiente que esconderse detrás de la jerga para esconder la fragilidad de nuestras posturas, nada más inteligente que confundir para triunfar. En fin, de pronto vendría bien devolvernos a las palabras que conocemos para darnos a entender, de pronto vendría bien querernos dar a entender en primer lugar. Eso, por lo menos, me parece más fácil que devolverles a algunas palabras el significado que les fue despojado en esta fiesta de la saturación semántica.