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DE LAS DIRECTORAS

“La Niebla” aplicada a nuestros días 

La niebla de Miguel de Unamuno aplicada a los últimos semestres de la universidad y la vida adulta. La confusión e incertidumbres que se lidian al finalizar el proceso formativo. El camino predeterminado se acaba y comienza el azar de la vida  

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Por: Alejandra Lucía Vélez Bellini  

La verdad es que los humanos no confiamos en nosotros mismos. Esta afirmación probablemente cree un poco de controversia en el lector porque durante muchos años hemos intentado mentirnos a nosotros mismos bajo una falsa confianza, una aparente credibilidad en el desarrollo, en la raza humana y en las decisiones que tomamos. Y no es algo de lo que debamos sentir pena; es simplemente la manifestación del dicho hay que creer para hacerlo.  

Pero, analicemos por un minuto un ejemplo de la vida cotidiana. Cuando nos graduamos del colegio tenemos dos grandes decisiones que tomar: lo que queremos estudiar y dónde lo vamos a estudiar. Estas pueden parecer preguntas menores, pero la verdad es que son decisiones que marcaran por lo menos los siguientes 4 y 5 años de nuestra vida. Aquel que no haya dudado de su carrera o de su Universidad, desde el fondo de mi corazón le deseo que analice mejor su situación. 

Dudar es humano, las crisis existenciales son humanas, sentir que uno perdió el norte en algún punto es más común de lo que se llegaría a pensar; pero lo más importante es reconstruirse, armar una nueva brújula y si es necesario encontrar un nuevo norte.  

  

Normalmente, los autores tocan el tema religioso para poder hablar sobre los nuevos caminos y comienzos. Aún si considero que es un tema sumamente interesante la manera en que desprendemos nuestro control a un ente superior de dudoso origen al que consideramos perfecto, prefiero no inmiscuirme en temas teológicos y basar toda mi argumentación en Augusto Pérez, protagonista de la novela psicológica “Niebla” de Miguel de Unamuno, una excelente lectura si me preguntan.  

Augusto Pérez vive una crisis existencial frente a su destino y, por fin, al intentar resolver su problema de personalidad, toma una decisión irremediable. La mayoría de los críticos exponen que el protagonista es víctima del sentimentalismo y eso lo condena a un cuestionamiento filosófico. Lo que nosotros llamaremos una típica lucha entre razón y corazón, que normalmente se acompaña de una evolución en el personaje que le permite alcanzar una conciencia y una libertad de elección mayor.  

Inicialmente, Augusto demuestra una especie de spleen literario, un personaje que no siente la motivación para seguir adelante, se siente envuelto en la rutina de sus días, no hay nada que lo emocione o lo logre entusiasmar. Hasta que, en un pensamiento divagado, decide inconscientemente cambiar las cosas, decide poner picante a su vida. Similar a cuando uno tiene un momento de extroversión inesperada que lo hace hacer locuras. Hoy en día en palabras burdas podría ser como cuando uno le dice a un amigo: “venga lo invito a una pola” entre semana. Una idea llevo a la otra y Augusto comenzó a replantearse la vida, obviamente esto acompañado de una niebla, una confusión, indefinición e imprecisión que no lo dejaba estar seguro de lo que hacía. Aun así, Augusto siguió andando, no superó del todo el miedo solo hizo lo que tenía que hacer (o lo que creía que tenía que hacer) con miedo y todo.  

No siempre le salió bien, pues como dice Unamuno: “La lógica la pone el hombre. El supremo arte es el del azar.” Nadie controla las contingencias de la vida, y mucho menos podemos estar preparados para ellas; esa es solo una más de las mentiras que nos decimos. Algo que nos causa más inseguridad, pero de alguna manera lidiamos para sobrevivir día a día.  

 

No tenemos un camino asegurado, solo nos inventamos uno para sentirnos tranquilos. Retomando el ejemplo anterior seguro tenías prestablecido asistir al colegio y graduarte, ir a la Universidad y conseguir un título, trabajar ganarse la vida, darse gustos y construir una familia. ¿Pero estas seguro de que vas a poder conseguir todo eso, o solamente esperas lograrlo? Y es que no nos adentramos en las subpreguntas que derivan de ese plan como ¿dónde quieres trabajar? ¿Tú título si te sirve para lo que te esperabas? Etc.  

 

Lo cierto es que estos últimos semestres son una gran “Nivola”, una niebla constante de incertidumbre porque nos demuestra que la “vida adulta” tiene más aristas y posibilidades de lo que esperamos. Y que después de la Universidad solo hay una inmensa posibilidad de oportunidades que honestamente abruman. Pero las cosas hay que hacerlas con miedo y todo como hizo Augusto Pérez y con las facultades del alma. “Cabeza, corazón y estómago son las tres facultades del alma que otros llaman inteligencia, sentimiento y voluntad. Se piensa con la cabeza, se siente con el corazón y se quiere con el estómago” Todo acto humano debería estar blindado por estas tres; razón para guiarnos por la lógica; corazón para que todo lo que hagamos tenga una parte de nosotros y podamos apropiarnos de sus características. Sentir hace que la vida tenga altibajos que nos dan las emociones del día a día. Y, por último, algo que normalmente no nos recuerdan es el estómago. Nada sucede por arte de magia, la mayoría de los triunfos requieren sacrificios y esto significa que debemos tener la voluntad para que pasen. Hay que querer que nos pase para que de alguna manera podamos poner al azar contra la espada y la pared.  

 

 Podría extenderme más pero el hecho es que “la vida es la única maestra de la vida; no hay pedagogía que valga. Sólo se aprende a vivir viviendo, y cada hombre tiene que recomenzar el aprendizaje de la vida de nuevo…”  

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