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ESPECIAL

Puede que nuestro voto sea tan solo una gota en medio del mar, pero el mar sería menos sin esa gota.  

La idea de “no votar” 

Con unas nuevas elecciones a la vuelta de la esquina debemos preguntarnos seriamente por qué deberíamos votar y por qué es que nuestro voto tiene o no un verdadero valor para la sociedad.  

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Fuente: Pexels

Por: Valentina Ortega Prieto.  

Puede ser que mi forma de pensar sea un poco ingenua, pero sigo soñando con una Colombia perfecta. Una Colombia, pacífica, donde la violencia que vemos todos los días no es más que un amargo recuerdo del pasado que ya estamos sanando y donde podamos decir que a las personas que elegimos para gobernarnos no solo fueron elegidas verdaderamente por el pueblo, sino que este no se encontraba influenciado por nadie más que su propia voluntad.  

Con todo el escándalo que está atravesando el país por los fondos ilegales que presuntamente entraron a la última campaña presidencial y las elecciones regionales acercándose, el tema de por qué deberíamos votar vuelve a estar en la cabeza y en las conversaciones de las personas. De repente, vuelve a ser relevante pensar quienes se encuentran dispuestos a representarnos y si efectivamente queremos que lo hagan. Y comenzamos a preguntarnos no solo a quien de estas personas deberíamos entregarles nuestros votos, sino si deberíamos siquiera ir a las urnas a votar. 

Desearía que esa pregunta de si debería o no acercarme a votar a las urnas, solo me la estuviera haciendo yo, pero la realidad es que en Colombia solo el 58% de la gente vota. El resto de ese 100% simplemente decide que no vale la pena. Las razones son varias y cada persona las justifica lo mejor que puede. Pero todas tienen el mismo objetivo que es convencerse a sí mismos que votar no vale la pena, ya que un voto nunca hará la diferencia. 

En vez de sentarme y comenzar a criticar por qué cada una de las razones que la gente tiene para no votar son o no suficientes quiero hacerme la pregunta seria de por qué debería votar. Una pregunta que por más fácil que parezca creo que todo el mundo se debería hacer antes de acercarse a un puesto de votación.  

Y, por lo menos para mí, la respuesta a esta pregunta comienza con la idea de que tengo veintitrés años, es decir que hace cinco años tengo este derecho. Hace cinco años con las elecciones presidenciales de 2018 me preguntaron por primera vez quien quería que fuera el presidente del país y pude dar mi opinión. Por primera vez, en 18 años que había vivido en este país, este me decía que no solo quería mi opinión, sino que la necesitaba para seguir adelante.  

Necesitaba que yo, junto con otros 40 millones de colombianos que estaban habilitados para votar dijéramos quién creíamos que podía llegar a gobernar el país de la mejor forma. La simple idea de que se necesitara mi opinión me pareció tan poderosa que apenas pude me acerqué a mi puesto de votación a dar mi opinión. 

A pesar de que esa razón es más que suficiente para mí, soy consciente que para algunos no es suficiente. Colombia es un país lleno de problemas. Desde numerosos escándalos de corrupción, hasta constantes olas de violencia alrededor de todo el país son realidades a las que como colombianos nos hemos tenido que acostumbrar a presenciar. Es lo que conocemos, nuestra realidad, pero solo porque sea la situación que estamos viviendo no quiere decir que esta no pueda algún día ser distinta.   

Las cosas pueden cambiar, el país puede mejorar y podemos construir poco a poco esa Colombia que todos tenemos en la cabeza, pero que a veces nos da miedo imaginarla por lo utópica que nos parece. No debemos perder la esperanza y justamente el primer paso para construir ese país en el que siempre hemos querido vivir es votar. Cuando votamos decimos qué queremos para nuestro país y a que nos reusamos profundamente. Votando elegimos a nuestros gobernantes y a quienes hacen nuestras leyes, escogemos a nuestros representantes, a los encargados de tomar las riendas y mejorar las cosas. Si elegimos mal o simplemente nos reusamos a siquiera elegir o en este caso votar, dejamos que alguien más decida por nosotros, dejando nuestro hogar a la deriva y sin un rumbo fijo. 

Es decir, votar es tomar las riendas de los asuntos del país, es decir fuerte y claro quiero un lugar mejor donde vivir, quiero hacer parte de la conversación y me reuso a que alguien más tome las decisiones sin que yo haya participado en la conversación. Tu voto es al final una pequeña gota de agua en el mar, pero el mar seria menos sin esa gota que termina siendo completamente indispensable.  

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