PERFIL
“La Javeriana tiene la mejor Facultad de Derecho de Colombia”
Juan Carlos Botero Navia
Foro Javeriano tuvo la oportunidad de conocer un poco más acerca de la vida de Juan Carlos Botero Navia, nuestro nuevo Decano. Nos deja enseñanzas, datos de su vida y anécdotas curiosas. Sin dilación afirma que la Javeriana no solo es su casa, sino la mejor universidad del país.
Por: José Javier Osorio Quintero
Ante la pregunta de inicio casi que obligada para cualquier entrevista de “¿quién es usted?”, Juan Carlos Botero Navia esboza una sonrisa algo pícara y responde sin dilación: “Trato de ser un servidor que busca contribuirle algo a todas las personas que pasan por su vida”. Sin lugar a dudas, esta definición marca la vida que ha llevado.
Es bogotano pero con raíces en Armenia y Palmira (Valle) por sus padres. Esposo y padre de tres hijas, las dos mayores estudian en la Universidad de Columbia en Estados Unidos – una está terminando economía, la otra terminó biología y va a entrar a estudiar medicina – y la menor vive con él y su esposa en Bogotá. El mayor consejo a sus hijas es: “que no se preocupen, que no se angustien tanto pues la vida le tira a uno un montón de problemas y uno tiene que saber que al final de cuentas todo lo puede manejar. Eso sí, hay que luchar por ser lo mejor que uno pueda ser”. Tiene tres hermanas: la mayor es abogada Javeriana y artista, las otras dos son profesoras, una en Estados Unidos y la otra en Bogotá. Es curioso que tres de cuatro hermanos estén dedicados a la educación.
Su mayor pasión desde chiquito ha sido tratar de entender las culturas del mundo, entender los conceptos del bien y el mal. Hoy, con varias décadas de experiencia, acuña sus dudas en entender las tensiones entre el universalismo y el relativismo cultural. Ve el misterio del ser humano precioso en todas sus manifestaciones, pues la gran fortaleza de una cultura puede ser, a su vez, su gran debilidad: en el caso colombiano, una fortaleza es el arraigado sentimiento familiar que se traduce en una baja cohesión social que ha llevado al conflicto armado. Otras sociedades como las nórdicas tienen muy arraigado el sentimiento de colectividad, pero muy débil el sentimiento interno de familia.
Su afán por asimilar un poco la diversidad cultural lo llevó a aplicar a una beca para hacer un LL.M en la Universidad de Harvard y allí se le abrió un mundo de conocimiento, pues compartía clase con compañeros de decenas de países.
La vida se encargó de guiarlo y conducirlo por escenarios donde ahondar las preguntas que desde muy niño se hacía: Al principio en el Banco Mundial diseñando lo que sería el “Doing Business Indices” junto con la Facultad de Economía de la Universidad de Harvard y posteriormente al frente del World Justice Project durante diez años; en este proyecto tuvo la oportunidad de diseñar el sistema de medición del Estado de Derecho en el mundo, reunirse con centenares de personas y seguir entendiendo no solo el funcionamiento del mundo, sino de la realidad. Cuando entró a trabajar al WJP eran solo dos empleados, pero al salir tenían oficinas en Singapur, México, Seattle y Washington, pero con presencia en más de 150 países. La mayor enseñanza que le dejaron sus años en este Centro de Estudios, es que “uno mismo es el referente de su éxito o fracaso”, lo cual es muy importante y tratará de inculcarlo a los estudiantes cada que pueda. Con gracia nos cuenta que, con todas las millas acumuladas durante esta década, pudo darle la vuelta a Asia con su familia.
Con la sencillez que lo caracteriza, nos confiesa que, como su objetivo era entender la cultura del país que visitaba, luego de las conferencias o reuniones que se desarrollaban con mucha pompa, optaba por escaparse a caminar y perderse por la ciudad. De allí son sus artículos de trabajo infantil en calle, para los cuales encuestó a niños en estas condiciones.
Recuerda con asombro una conversación que tuvo con un profesor de derecho en Arabia Saudita, tratando de entender el tratamiento a las mujeres en este país. Le explicaban que las mujeres no se encontraban sometidas sino protegidas. El profesor sinceramente creía en su explicación y tratar de ponerse en sus zapatos para entender un poco su punto de vista, fue una de las experiencias más difíciles de su vida.
De sus años en Harvard recuerda las sopas de $1 USD que compraba para almorzar con su esposa o la manera como, en muchas ocasiones, se veían obligados a ponerse las chaquetas de invierno al interior de la casa, porque si aumentaban la calefacción no tendrían forma de pagar la factura a final de mes. Concluye sin dudas que fue la mejor experiencia de su vida por los aprendizajes que le dejó.
Destaca también de esta universidad la apertura, no solo cultural, sino de entendimiento del mundo, tal como el día que asistió a un concierto de Yo-Yo Ma – el mejor chelista del mundo – por $5 USD y al otro lado del campus estaba un Presidente dando una charla. Sin embargo, concluye que la apertura de abrirse al mundo depende no tanto de la universidad, sino del hecho de salir del país y ver, con perspectiva, hacia adentro. Una de las mayores apuestas de su Decanatura será facilitar espacios para que los estudiantes puedan experimentar vivir por fuera.
Hace 5 años volvió a Colombia y se le presentó la oportunidad de vincularse tanto a la Javeriana como a Los Andes, pero eligió la primera por la forma de ver el mundo de la Compañía de Jesús, por la filosofía y cosmovisión que tienen, la cual define como “fascinante”, pues es una apuesta por la libertad. La principal razón para elegir nuestra Universidad, empero, es porque considera que es la mejor y hay mucha diversidad, pero al mismo tiempo hay una oferta muy grande de actividades para crecer. Lo que más le marcó de los Jesuitas y de alguna manera lo transformó, fue su paso por la Universidad de Georgetown – regentada por la Compañía de Jesús – y por ello en la Javeriana se siente como en casa.
Con su esposa ha podido escribir diversos artículos en una línea de salud pública, medicina y derecho, complementando su formación de abogado con la formación médica de su esposa. Resaltan temas como el Estado de Derecho y la salud pública; la inequidad de género y el Estado de Derecho; el trabajo infantil ambulante en las ciudades latinoamericanas; o situación de personas en discapacidad en “El Codito” (Ciudad Bolívar).
Su personaje histórico favorito es “un mansito que vivió en Israel hace 2.000 años”, pues su entendimiento de la vida es dramático por ser una propuesta que bien entendida transforma desde lo más profundo.
Una de sus frases favorita podría ser: “Con pasión no sacrificio”, pues el cumplimiento formal de las obligaciones sin la voluntad interna de servir al otro no tiene mucho valor, lo que realmente lo tiene es la transformación interna de cada uno que lleva a volcarse por el otro.
Le gusta jugar tenis y golf, pero uno de sus mayores hobbies es el tai chi, arte marcial que practica hace casi veinte años y define como “karate en cámara lenta”. Lo practica semanalmente como disciplina de meditación y confiesa que estaría dispuesto a enseñarnos a los estudiantes si a alguien le interesa.
Pocos lo saben, pero inició sus estudios de derecho en la Javeriana y los finalizó en Los Andes. Entiende la Javerianidad con dos dimensiones principales en la forma como se entiende en la Facultad de Ciencias Jurídicas: trabajo en equipo en el que todos se colaboran recíprocamente y cuidado de cada persona poniendo al ser humano en el centro de la discusión, por ser cada persona un miembro vital del conjunto. Formar a los mejores para el mundo es la tarea de la Universidad y una de las maneras para lograrlo es dando ejemplo; personalmente el Dr. Botero tiene como lema valorar a cuanta persona se encuentre y buscar la manera de impactar en su vida.
Considera que a la Javeriana no le falta nada pero tiene mucho por construir, nuestro campus no tiene nada que envidiarle a ninguna universidad del mundo. Su conocimiento y participación en los Centros de Investigación de las Universidades de Harvard, Yale, Stanford y Georgetown le permite concluir, sin lugar a dudas, que tenemos la posibilidad de competir contra ellos por la financiación y publicación de nuestros artículos. “Solo es cuestión de organizarnos para poder ser más competitivos”, remata.
Ya en cuanto a lo que quiere hacer como Decano, sostiene que se encuentra abierto a escuchar lo que quieren los estudiantes y quiere hacer cuatro actividades al mes de distintos tipos, según sus propios intereses y los de la comunidad ejecutiva. Una de las ideas que tiene es dar una clase corta que finalice con un compartir del tema, otro espacio es un cine foro con regularidad. La primera de estas actividades será ver la película sobre la vida de Ruth Bader Ginsburg, quien además de ser Magistrada de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, fue miembro de la junta directiva del World Justice Project y con ella pudo interactuar por casi diez años y construir una amistad. Recalca su disposición a compartir con los estudiantes en espacios alejados del mundo del derecho, como el tai chi o la meditación taoísta.
Al finalizar su período, espera poder contribuir en algo a cada una de las casi 20.000 personas que hacen parte de la Facultad/comunidad de Ciencias Jurídicas (estudiantes, egresados, profesores, administrativos y demás). Espera facilitarle el trabajo al resto y lograr mayores oportunidades para todos.
Finalizamos la charla con una invitación a los estudiantes a que se acerquen a las actividades del Medio Universitario y vivan experiencias transformadoras, como lo son los Ejercicios Espirituales, los cuales realiza hace dieciocho años. El sincero compromiso por el pluralismo de la Javeriana permite un balance, en el que los estudiantes que quieran vivir este tipo de experiencias lo encuentren fácil, pero quien no quiera no se encuentre oprimido.
Este es Juan Carlos Botero Navia, abogado, padre, esposo, amigo y ahora Decano de nuestra Facultad. Es un hombre sincero, culto, preparado y sobre todo un Javeriano de todos los quilates, pues la Javerianidad no es algo únicamente relacionado con un cartón sino con un modo de proceder, un modo de vivir y un proceso de identidad que él tiene muy arraigado.
Al salir de su oficina procedí a cerrar la puerta y su respuesta fue: “No, déjala abierta. Esa puerta siempre debe permanecer así”. Sin pensarlo, me dio la mejor frase para cerrar su perfil.