CONSTRUCTIVAS
Un gracias a los héroes de capa invisible
Las personas que dedicaron su vida al servicio representan a la Javeriana. Esta es una invitación a dar gracias a esas personas que limpian el salón, sirven la comida, o cuidan de nosotros. A los héroes de capa invisible.
Fuente: Pexels
Por: Juan Esteban Pérez
Recientemente dos eventos coincidieron en mi vida que me hicieron reflexionar acerca de los que llamaré los héroes de capa invisible. El primero de ellos ocurrió el miércoles de la semana pasada, cuando saliendo a las siete de la noche de la javeriana, vi a un miembro del personal de seguridad saliendo de la universidad; iba en su bicicleta, tenía puesto su casco y era la primera vez que lo veía sin uniforme. Toda esa mezcla de imágenes me hizo reflexionar y concluir en lo mucho que a veces daba por sentado la labor de estas personas en general, pero especialmente los de la Javeriana, a quienes sin duda les tengo profundo agradecimiento y respeto, pero, he de admitir, que en ocasiones considero su labor irreflexivamente, como un paso más en la rutina de un autómata, en la que no hay diferencia sustancial entre ponerse los zapatos y dar los buenos días.
El segundo evento sucedió después de ese miércoles, concretamente ese fin de semana, cuando volví a re-visionar la película del director surcoreano Bong Joon-Ho, Parásitos. Esta vez, el mensaje de la película lo sentí más directo, tal vez, más cercano. No dejaba de preguntarme dónde me encontraba yo en aquellas dinámicas sociales en las que todos piensan que los parásitos son los demás, pero nunca ellos (nosotros) mismos.
De esa forma, los días siguientes buscaba ser más consciente de todas las personas que me rodeaban. Comencé a fijarme no en el rol de la persona, sino en la persona que estaba detrás del rol.
La música, el chisme, las risas y la amabilidad fueron alguna de las cosas que empecé a notar que regían el diario vivir de estas personas que, aunque siempre veía, nunca notaba. ¿Hasta qué punto era consciente yo de la humanidad de estas personas? ¿Hasta qué punto soy consciente de la importancia de sus roles en mi día a día?
Volviendo a la película. Esta vez sentí especial asco por una escena en concreto; estoy hablando de la parte en la que cuando el señor Park sube las escaleras al segundo piso, piensa que la luz que se enciende es producto de un sensor que detecta su movimiento, sin saber, realmente, que la luz se enciende porque el habitante del sótano se encarga de prenderla. El mensaje es clarísimo: el del privilegio no tiene ni la menor idea de quién está detrás de este; lo da por sentado y asume que ello es una condición natural de su existencia en la que no hay espacio para que las cosas funcionen de forma diferente.
¿Seré yo así? Quiero pensar que no. Quiero pensar que cuando le digo “gracias, hasta luego” a quien me pide el carné para entrar al edificio, o a quien me sirve la comida en la cafetería, lo hago no como parte de una inconsciente cordialidad, sino como la expresión de un verdadero sentimiento de agradecimiento para su labor. Quiero pensar que, diferente al señor Park, yo sí soy consciente de que cuando en las mañanas llego al salón de clase, ya limpio y ordenado, es gracias a que una persona se encargó de que eso fuera así.
Todas esas labores son esencialmente invisibles. Su servicio muchas veces pasa completamente desapercibido. No vemos cuando limpian el salón, tampoco cuando preparan la comida, ni tampoco vemos el segundo a segundo de quien vela por nuestra seguridad. La mayor parte del servicio de todas estas personas ocurre de forma invisible a todos a quienes nos sirven, y por eso, el riesgo de ser como el señor Park tal vez es más alto de lo que pensamos.
Como javeriano, el servicio es parte de un ADN colectivo, y aunque siempre está orientado al estudiante y al futuro profesional, creo necesario recordar a quienes hacen que el lema “javeriano ayuda a javeriano” tenga sentido. Es el personal javeriano quien dota de sentido el espíritu ignaciano. Ellos recogen en sus roles la esencia javeriana, y por eso es fundamental no dar por sentado sus labores, sino reconocerlas y agradecerlas.
Lo invito a que la próxima vez que vea al personal javeriano, se fíje en ellos, en sus nombres y reflexione en sus labores, en lo que ellos hacen mientras usted no está. Cuando vea la javeriana limpia, ordenada, y segura, considere en que eso no es fortuito ni aleatorio, sino que hay muchas personas detrás que hacen que eso sea posible.
A esos héroes de capa invisible: gracias.