ESPECIAL
Una historia ocurrida en 1968 que hasta hoy es publicada
El despertar de un acordeón
Crónica inédita de un estudiante javeriano que estuvo presente en la primera edición del Festival de la Leyenda Vallenata en 1968.
Fuente: Pexels
Por: Julián Echeverry-Guerra y Nicolás Montenegro Morales
Intentando traer un escrito que le haga honor a una fiesta de la talla del Festival de la Leyenda Vallenata, Foro Javeriano les trae la historia de un estudiante javeriano que en 1968 cubrió la primera edición de este Festival por encomienda de un Jesuita que trabajaba en la Javeriana.
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Bogotá, 1968
Edifico Emilio Arango S.J
Si no estoy mal, era 20 de abril cuando iba llegando a clase y Alfonsito de Brigard (de esos amigos cachacos que no sabe uno cómo conocen tanta gente) me avisó que uno de los Jesuitas que trabajaba en el 3º piso del “Central” me andaba buscando con carácter de urgencia. Sorprendido arranqué para su oficina, no todos los días lo llaman a uno los curas. Llegué y vi a un viejito alto y blanco, que me saludó con distancia y, como quien está apurado, me contó para que me necesitaba:
“Al parecer van a hacer un festival nuevo en Valledupar, como que las celebraciones del Milagro de la Virgen del Rosario no eran suficientes y quieren hacer unas fiestas con acordeón. Yo la verdad nunca he escuchado eso, mijo. Únicamente he ido por allá tres veces y en el club donde me la paso, esa música está prohibida. Es más, ni siquiera le contesté el teléfono al gobernador, no me lo aguanto por liberal. Pero después llamó doña Consuelo y yo a esa mujer no le puedo decir que no, entonces, como usted es de allá, o de un pueblito cerca, hágame el favor empaque sus cosas y preséntese mañana a las 7:00 am en el terminal de transporte, que va a ir a cubrir el festival para el periódico de la Javeriana...”
Al otro día estuve puntual en el terminal, aguantando frio y preguntándome porqué los cachacos están obsesionados con madrugar; después de 20 minutos me subí al bus. Estaba emocionado, de joven mi padre me enseñó a tocar el acordeón, que él había aprendido de un niño de 11 años que era analfabeta y se llamaba Pacho. Ahora, iba a ver que era esa fiesta que tan de mal humor tenía al cura, si lograba sobrevivir el viaje en bus. Intenté leer un libro que me había regalado Carmencita, mi novia, diciéndome que le recordaba a cuando le hablaba de mi vida antes de la universidad: “Cien años de soledad” era el título, pero las malas vías impidieron que avanzara mucho. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir ya estaba en mi destino.
Valledupar, 26 de abril 1968
Sinceramente yo nunca había visto un revuelo de este tipo en Valledupar. ¡La plaza está que no le cabe un alma! Dicen las malas lenguas que fue el Gobernador López Michelsen el que le pidió a Consuelo Araujo que se fuera de correduría por el país para traer a toda esa gente importante. Ya me imagino que habrá dicho Nandito Molina "no es bien visto que una esposa se vaya a hacer esas corredurías, y menos por allá en Bogotá". Lo cierto que es la lista de invitados la sacó de las amistades de Rafa Escalona. Yo no sé a qué hora fue que Rafa consiguió tantos amigos en la capital, si hace nada estaba por aquí cantándole a cuanta hoja se movía. Es que a Rafa se le ocurren unas cosas tan lindas que cuando uno las piensa, se da cuenta que le está contando lo que uno ha visto toda la vida.
Pero no solo vinieron cachacos. Parece que todos los acordeoneros de la región fueron invitados. No ha empezado el concurso y ya se armó la pelotera y el bochinche, todo el mundo tiene sus favoritos. Increíble cómo hace apenas unas semanas nadie apoyaba el evento porque pensaban que era para buscarle votos al Doctor López y ya todos andan a la expectativa de quien va a ganar. Yo no sé cómo fue que hizo Consuelo, pero logró convencer a los acordeoneros de más renombre de toda esta región como Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa y los hermanos Toño Salas (que se trajeron a Leandro Díaz para que les cantara) y Emiliano Zuleta (el que compuso “La gota fría” en una piquería con Lorenzo Morales). Ni hablar que hasta Planeta Rica llegó la noticia y “El negro” Alejo Durán confirmó su asistencia al evento.
Definitivamente esta tierra ha cambiado mucho desde que nos volvimos departamento. Tantos años yéndonos en tren hasta el Liceo Celedón en Santa Marta sólo porque los políticos no nos querían ampliar el Loperena y hoy ya tenemos hasta festival. Es que definitivamente ya no podíamos más. Rafa Escalona llegó a componer su propio testamento en esos viajes a Santa Marta y mientras estudiábamos en el Liceo cantaba a viva voz esa que decía “pero es que no saben el hambre que se pasa cuando un vallenato se sale de su casa”. Hasta “Chico” Bolaño decía en sus cantos que “si no fuera por las olas, caramba, Santa Marta moriría”. ¿Qué dirán los samarios hoy que Valledupar no solo es capital sino que tiene un festival de talla nacional?
Pero bueno, les sigo contando. Los escritores tampoco se quedaron atrás, Gabo (el escritor de Aracataca, del libro que les conté ahorita) parece que estuvo involucrado en toda la planeación del evento. El doctor Álvaro Cepeda Samudio, amigo de Rafa y Gabo, también habló con toda esa gente influyente para que vinieran. El Espectador mandó a Juan Gossain desde San Bernardo del Viento y El Tiempo si mandó a un cachaco: Daniel Samper Pizano. Samper no había terminado de instalarse cuando ya andaba por ahí dando de qué hablar. Estaban unos campesinos tocando “La Custodia de Badillo” (la canción que Rafa le escribió al cura que se había robado las reliquias de la iglesia) en la esquina del café americano en la plaza de Valledupar y este muchacho Samper bailando. La gente no lo podía creer, “¡cachaco tenía que ser!” decían los unos y los otros. ¿De cuándo acá alguien se ha puesto a bailar un vallenato? Imagínese usted a “Francisco el Hombre” bailándole al Diablo mientras le tocaba el credo al revés, ahí si como decía la Vieja Sara: ¡una ocurrencia!
Anuncian el inicio del concurso en la tarima y los acordeoneros empiezan a sacar el pico y las espuelas para ser coronados como el primer “Rey vallenato”. Consuelo les explica las reglas del concurso: cada acordeonero tocará dos canciones. Con el jurado listo, conformado por Gustavo Gutiérrez Cabello, Rafael Escalona y Luis Enrique Pumarejo, empieza la competencia. La gente aplaudía y gritaba por sus candidatos favoritos. Una vez todos tocaron las dos canciones, el gran Emiliano Zuleta Baquero decidió irse de parranda tras sentirse ganador. Lo que nadie esperaba era que el jurado iba anunciar un empate técnico y ordenara otra ronda de canciones. Luego de tres llamados a Zuleta, sin que este apareciera en tarima, decidieron descalificarlo. Ya estaba por terminar Alejo Duran de tocar “Pedazo de Acordeón” (una puya que había compuesto la noche anterior en la habitación del hotel) cuando apareció Zuleta. El jurado molesto por el desplante decidió no darle la oportunidad a Emiliano y entonces las melodías de “Alicia Adorada” y “Pedazo de Acordeón” se impusieron con más fuerza. Fue ese el momento en el que el jurado decidió coronar a Alejo Durán como el primer Rey Vallenato de la historia.
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Bogotá, 2024
Edificio Gabriel Giraldo
Hasta aquí llega la crónica, preguntamos por la Universidad y un profesor, compañero del cronista, nos contó que al tipo le gustó tanto el Festival que no quiso volver a Bogotá, que se encontró a su papá en una parranda y terminaron componiendo vallenatos juntos. Le preguntamos por el nombre y dijo que no se acordaba, pero que era un sobrino del “Tite” Socarrás.