ESPECIAL
La mejor feria de América
Manizales, beso tu nombre
Los inicios de la Feria de Manizales se remontan a la mítica Feria de Sevilla. Conoce un poco más de su historia, cifras e impacto en la capital caldense.
Fuente: Archivo Reporteros Asociados
Por: Juan Martín Boyacá Acevedo
Un 21 de enero de 1955, en todos los rincones del intrépido Volcán Nevado del Ruiz, bajo un cielo de rosa y cantando el viento su alegría, resonaron de la mano de aquel fiel surtidor de hidalguía los clarines y los timbales que anunciaban, al son de un pasodoble, el inicio de lo que sería una tradición vitalicia, la gloriosa y única Feria de Manizales, la Manizales ruborosa, aquella que así lo ha sido, y jamás lo dejará de ser.
Pasada la segunda guerra mundial, un grupo de manizaleños aficionados a las festividades, decidieron emprender un viaje a las ferias más reconocidas de Europa, recorriendo y conociendo los cimientos de cada una de estas, cuando estaban de paso por la península ibérica, se sintieron especialmente fascinados por la feria de abril que se realiza anualmente en Sevilla, España, recogiendo de ella tradiciones y prácticas que replicarían más tarde en la ciudad de las puertas abiertas.
En sus inicios, la feria se compuso únicamente de actividades de índole agrícola, ganadera y artesanal, exaltando la tradición cafetera que le es propia a esta región. Con el paso de los años, fue cogiendo vuelo y expandiendo su oferta contando ahora con más de 450 eventos, entre los que se destacan los ámbitos deportivos, culturales, musicales, artísticos, entre otros, siendo el 70% de ellos gratuitos al público que desee fascinarse con las maravillas manizaleñas.
Dentro de las actividades más taquilleras se encuentra la famosa cabalgata, en donde más de dos mil caballistas se reúnen para tomarse las calles de la ciudad; el Reinado Internacional del Café, cuya participación abarca alrededor de 26 países; el Desfile de las Carretas del Rocío y otros desfiles, que reúnen a 998 mil espectadores durante toda la Feria, ubicados a lo largo de los 10 kilómetros que componen la avenida Santander; el Mega Concierto y los conciertos de la Plaza de Bolívar, cuya asistencia es de 62 mil personas durante todos los eventos; la Feria Artesanal, a donde llegan 46 mil personas a deleitarse con artesanías locales y extranjeras; y la temporada taurina, piedra angular y basilar de la Feria de Manizales, donde la Monumental Plaza de Toros de Manizales reúne a más de 56 mil aficionados a la tauromaquia anualmente; entre otras muchas actividades que son atractivo turístico nacional e internacional. Todas estas cifras datan de la edición 67 de la Feria, realizada en enero del año en curso, dejando un total de 1.642.000 participantes en lo corrido de esta semana de fiesta.
Se dice, con un grado alto de verdad, que sobre la frente de Manizales cruza un águila majestuosa y que a sus pies corre un río de miel, que solo dan cuenta de la riqueza innata que caracteriza a esta ciudad de belleza preclara, es por ello que resulta imposible no verse tentado a asistir a aquel evento que paraliza la ciudad en torno a un solo objetivo, seguir haciendo de la feria “La mejor feria de América” como ha sido catalogada internacionalmente gracias a su desarrollo histórico y al excepcional sentido de hospitalidad que caracteriza a todos los manizaleños.
Con gran alborozo, espera el mundo año tras año la realización de la feria de ensueño, no solo por ser tradicionalmente un espectáculo, sino porque es motor económico de la ciudad. Se estima, por cifras de la alcaldía municipal, que los ingresos recogidos por la feria del año 2024 fueron de $9.000.257’000.000, esto sin contar el dinero que recibe el comercio informal, que por boca de los que viven de él, sufraga sus gastos hasta por ocho meses.
En mérito de lo expuesto, puede afirmarse cada vez con más convicción, como lo dice su tradicional pasodoble, que toda la feria es un río de júbilo y azucena, y al final de cada edición de esta excepcional feria, el sol manizaleño, fabricante de los más hermosos atardeceres, cierra su faena con banderillas de estío, esperando con ansias y zafiros del alba, el sonido impetuoso del clarín y el timbal, que solo pueden señalar una cosa, el inicio de una nueva feria.
Ay Manizales del alma, antes de que yo te amara, mi corazón te quería, ¡y Olé!