EN EL SEXTO
“Todos somos uno”
¿Qué es ser Abogado Javeriano?
Juan Carlos Esguerra Portocarrero, insigne profesor de derecho constitucional de nuestra Facultad, le abrió las puertas de su oficina a Foro Javeriano para dialogar en torno a la esencia del Abogado Javeriano.
Fuente: Archivo personal Juan Carlos Esguerra
Por: José Javier Osorio Quintero y David Alejandro Cáceres Guerrero
Cuando entramos al ascensor del edificio Fernando Mazuera, ubicado en la calle 72 # 6 – 30, donde se encuentran las oficinas del Dr. Juan Carlos Esguerra Portocarrero, nos topamos con una mujer que recién se había regado su café. Los tres intercambiamos una sonrisa y nos preguntó: “¿Son abogados?”, al unísono le dijimos que no pero que ya casi. “Ah, ¿entonces son judicantes?”, respondimos que tampoco, que éramos estudiantes de derecho y nos dirigíamos a realizarle una entrevista a uno de nuestros profesores más admirados. Nos contó que era Coronel retirada de la Fuerza Aérea Colombiana y al despedirnos dijo: “Yo ya me sacrifiqué por mi país, ahora les toca a ustedes”. Sin saberlo nos dio el mejor preludio para la conversación que se nos avecinaba.
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Foro Javeriano: ¿Cómo fue su elección de Universidad?
Juan Carlos Esguerra Portocarrero: La tradición familiar tuvo mucho que ver. Mi padre fue Abogado Javeriano, graduado en 1941, y era profesor tanto de la Pontificia Universidad Javeriana como de la Universidad del Rosario, lo que me llevó a contemplar especialmente esas dos casas de estudio. Con el tiempo, se había desarrollado una relación cercana con el Padre Giraldo S.J. y en general con la Javeriana, lo que inclinó la balanza.
F.J.: ¿Qué recuerda del Padre Giraldo S.J.?
JCEP: Tengo de él muchos y magníficos recuerdos. Era un hombre de una inteligencia superior, con una agudeza mental increíble, un gran humanista y tenía un don impresionante para conocer a la gente. Puede decirse que miraba a alguien, y con intercambiar dos o tres palabras se hacía una buena idea de quién era.
Era un hombre con una memoria prodigiosa, que daba consejos siempre sabios, como hombre sabio que era. Estaba tan bien enterado que conocía las noticias antes de que ocurrieran. Gracias a su gran capacidad de análisis lograba extraer lo más importante de cada acontecimiento y analizar sus efectos en el mundo que lo rodeaba.
La presencia o imagen del Padre Giraldo S.J. era una lección cotidiana en materia de disciplina.
F.J.: ¿Qué ha significado la Javeriana para usted?
JCEP: Una casa. La Javeriana ha sido para mí una casa literalmente hablando. Para mí es un lugar intelectual y espiritualmente grato en el que siempre me siento cómodo, y donde me gusta estar. Sin duda está en lo más profundo de mis afectos.
El significado de la formación Jesuita; de los ejemplos de vida que he tenido la ocasión de conocer allí; de las experiencias que allí he vivido; de los hombros que allí he encontrado para recostar la cabeza cuando ha sido menester, son invaluables.
F.J.: ¿Qué profesores recuerda por haber generado huella en usted?
JCEP: Muchos. En primer lugar, el mejor profesor que tuve: Bernardo Gaitán Mahecha. También recuerdo a Gustavo Orjuela Hidalgo, a Humberto Murcia Ballén, a Ernesto Escallón Vargas, a José María Esguerra Samper (mi padre), a Rafael Nieto Navia, a Gabriel Rojas Arbeláez (presidente de mi tesis), a Rodrigo Noguera Laborde, a Guillermo Ospina Fernández, entre muchos más.
Es grande el número de magníficos profesores de quienes aprendí lecciones muy importantes, y, sobre todo, a quienes tuve el privilegio de conocer como profesores, como abogados y como seres humanos, pues el ejemplo de su vida fue para mí fundamental.
F.J.: ¿Siempre quiso ser profesor?
JCEP: Desde mi época de estudiante siempre soñé con ejercer la profesión de abogado y con llegar a ser profesor. Hoy llevo cincuenta años dando clases, en la Javeriana y en otras universidades, pero especialmente en mi casa Javeriana. Cuando fui Embajador en Estados Unidos, por supuesto no me fue posible hacerlo, pero incluso siendo Ministro, tanto de Defensa como de Justicia, continué dictando mis clases en la Javeriana.
F.J.: ¿Qué distingue a un Abogado Javeriano de los demás abogados del país?
JCEP: Muchas cosas que no necesariamente todas se dan en todos ellos y ellas, y que por supuesto no son exclusivas de los Javerianos, pero que son parte de la marca que podríamos ponernos si fuéramos productos manufacturados: ‘HECHO EN LA UNIVERSIDAD JAVERIANA’.
Entre ellas destaco la corrección, la bonhomía, la capacidad de análisis, la dedicación, el estudio, el esfuerzo, el compromiso, el sentido de la responsabilidad, el marcadísimo sentido del deber, la disciplina, la disposición a servir y la verticalidad en el comportamiento siempre.
A un abogado no lo hace su universidad, pero no hay duda de que ella incide en su formación. Una formación que ante todo debe construir gente de bien, correcta, responsable, estudiosa y dedicada; amante de su profesión y ejemplo de vida.
F.J.: Uno de los diferenciales que mencionaba de los Abogados Javerianos es el compromiso con sus causas. ¿Cuál es la suya?
JCEP: Es una pregunta difícil porque la respuesta daría para una larga exposición y no viene al caso. En síntesis, diría que es la causa del derecho. La causa del derecho en cuanto justicia, la causa del derecho en cuanto servicio, la causa del derecho en cuanto pasión intelectual, la causa del derecho en cuanto amor por el estudio, por la investigación, por aprender cada día más, por ser cada día mejor.
En lo que llevo dedicado a esta profesión, cotidianamente amanezco con ganas de aprender algo nuevo, de estudiar algo que no sabía la víspera, sea para compartirlo con mis estudiantes o para enriquecerme con ese nuevo conocimiento, con ese nuevo descubrimiento.
Muchas personas aspiran a jubilarse al cabo un determinado número de años de trabajo o a una cierta edad. Por mi parte, aspiro a no jubilarme nunca, es decir, a estar dedicado al derecho en una o en otra forma, sin interrupción, sin pausa y, sobre todo, sin fin. No concibo la vida alejado de esta profesión.
F.J.: ¿Considera esencial a la profesión del Abogado Javeriano el dedicar un espectro amplio de la vida al servicio público?
JCEP: No necesariamente dedicarse a hacerlo, pero si tener perfectamente claro que uno debe estar dispuesto a hacerlo si llegan los momentos y las circunstancias. Mi padre repetía con frecuencia que hay tareas, responsabilidades y honores que uno no debe buscar, pero tampoco eludir o rechazar. Si llega el momento, uno debe estar dispuesto a levantar la mano y decir: ¡Presente!.
F.J.: ¿Cuál considera fue su mayor servicio público al país?
JCEP: Sin lugar a la menor duda, la Asamblea Nacional Constituyente. No solo por la trascendencia del trabajo que se nos encomendó, sino por la suma de las circunstancias que lo rodearon. En medio de diversidades de toda índole y con gran respeto por el pluralismo, se logró hacer una nueva Constitución Política a base de consensos. Como experiencia personal, fue un momento sobrecogedor e irrepetible.
F.J.: ¿Cómo ve las nuevas generaciones?
JCEP: Las veo por supuesto con ilusión, pero a veces también con preocupación. Me afana percibir en ocasiones cierto desinterés y falta de pasión por la carrera, por el estudio y por la investigación que le son connaturales.
Los próximos abogados deben tener en cuenta que el derecho, más que un modo de vida es una vida en sí misma, y para ello hay que darse por completo a él.
F.J.: ¿Qué consejos nos da para afrontar la vida, más que el modo de vida, que elegimos vivir?
JCEP: Comprometerse, darse, apasionarse con todo empeño
Mirarse en la mañana al espejo a la hora de la afeitada o la maquillada, según sea el caso, y conversar con el interlocutor para ponerlo a pensar, para hacerle preguntas y para procurar darle respuestas y soluciones a sus interrogantes e inquietudes; para retarlo a ser cada día más abogado, mejor persona y útil a alguien; para hacerlo ser más generoso con uno mismo
F.J.: ¿Si usted no hubiera sido abogado qué cree que hubiera estudiado?
JCEP: Medicina. La certeza de que el derecho era lo mío se fue afianzando durante las primeras semanas de la carrera, pero se coronó el día que presenté mi primer examen parcial de Introducción al Derecho. En el instante en que terminé de escribir mis respuestas, y más aún cuando el profesor, Fernando Londoño Hoyos nos hizo una evaluación general de las preguntas, me convencí plenamente de que eso era lo mío.
F.J.: ¿Qué recuerdos tiene de los Congresos de Abogados Javerianos?
JCEP: Tengo grandes recuerdos por lo que significaban para la consolidación y la reafirmación del espíritu común de Javerianidad.
Recuerdo que en uno de estos Congresos, cuando, tarde en la noche, luego de una fiesta, me subí al ascensor del hotel, rumbo a mi habitación, encontré a un joven estudiante, un tanto pasado de licores, expresando sin parar, a voz en cuello, durante el trayecto, el que era un sentimiento generalizado: “¡Todos somos uno!”
F.J.: ¿Cuáles cree son los mayores clamores actuales de Colombia?
JCEP: Justicia en términos de una eficiente lucha contra la corrupción y contra los desequilibrios, en la búsqueda de oportunidades para todos. Hay mucho que se puede hacer, hay mucho que se debe hacer.
Lo que más me duele de la República de Colombia es que el nivel al que ha llegado la corrupción es aterrador… aterrador.
Me sigue resonando un pequeño diálogo que en algún momento tuvieron un Presidente de Colombia y un Presidente de Bolivia. El primero le preguntó al segundo el por qué en Bolivia tenían un Ministerio de Marina. La respuesta fue: “Por la misma razón por la que ustedes tienen un Ministerio de Justicia”. Un golpe duro, ¿no? Eso tiene que hacerlo vibrar a uno ––a todo abogado— en pos de dedicarse a poner su granito de arena en las luchas por la justicia y por la rectitud, en un país donde hoy en día hay tanta codicia, tanto interés personal y tantas causas torcidas. Que, paradójicamente, es el mismo país en el que, a lo largo de la historia, ha habido y sigue habiendo tantas cosas grandes y tantos momentos de grandeza.
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No contuvimos las ganas de preguntar, al final de la entrevista, la historia detrás de cerrar sus clases con la afamada frase de John. F. Kennedy: “Ask not what your country can do for you, ask what you can do for your country”. Nos comparte que son lecciones que se van aprendiendo a lo largo de la vida, que deben inducir a reflexionar y, en la medida de lo posible, convertirse en máximas de vida y transmitirse a quienes nos rodean.
Como reflexión final nos dijo: “Procuren hacer lo necesario por encontrar siempre formas de quedarse (en Colombia), porque lo nuestro está acá. Es donde tenemos enterrados a nuestros mayores y donde debemos hacer florecer nuestros sueños”. Paradójicamente un cierre muy similar al encuentro previo a nuestra valiosa conversación.
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El Dr. Juan Carlos Esguerra Portocarrero lleva más de 40 años dando clase en nuestra Facultad. Son cientos los Abogados Javerianos que han pasado por su cátedra, que no es una que se enfoque únicamente en el derecho constitucional, es una que tiene su esencia en enseñar para la vida. Una vida, que como él afirma, esté dedicada al derecho y a la rectitud de la conciencia, tal como las paredes de nuestro edificio gritan todas las mañanas que entramos por el primer piso.
Gracias, Dr. Esguerra, por su servicio al país y por ser un ejemplo en su máxima expresión del ser Javeriano.