ESPECIAL
El lirio del mundo
Cómo Colombia va conquistando al mundo una flor a la vez
Fuente: Pexels
Por: María López Bernal
Si Ralph Waldo Emerson tiene razón y, en efecto, “la tierra sonríe a través de las flores”, entonces tiene sentido que a Colombia se le considere uno de los países más felices del mundo. Desde nuestra emblemática orquídea cattleya trianae, pasando por las astromelias y los crisantemos, hasta terminar en nuestra extensa variedad de rosas; gracias a Colombia, la tierra tiene más de 600 formas distintas de sonreír.
Nuestra vasta nación cuenta con un extraordinario espectro de ejemplares que le han otorgado el título como uno de los países más biodiversos por kilómetro cuadrado. Según el Instituto Humboldt en su Reporte de Estado y Tendencias de la Biodiversidad de Colombia (RET), el país cuenta con 22.840 especies distintas de plantas con flor y unas 4.270 especies de orquídeas, siendo estas las categorías más biodiversas dentro de la fauna y flora de todo el territorio colombiano. Gracias a esto, se nos ha otorgado el título como la capital mundial de las flores, convirtiéndolas en uno de nuestros principales productos de exportación y de los más codiciados a nivel internacional.
Nuestra república es, hoy en día, el mayor productor de flores de América. Después del café, la floricultura ocupa el segundo puesto de las exportaciones agrícolas del país, contando con más de 60 especies y 1.600 variedades de flores certificadas para venta en el exterior. Los informes del Ministerio de Agricultura de este año informan que San Valentín, que es celebrado por los colombianos en septiembre, conforma, junto al Día de la Madre en mayo, las temporadas de mayor venta de flores en el extranjero, con cerca del 30% del volumen anual. La celebración del 14 de febrero genera cerca de 27.000 empleos (especialmente para madres y mujeres cabeza de hogar) adicionales a los 110.000 que mueven esta industria y los días previos a esta festividad se reportan alrededor de 40 vuelos diarios para trasladar las flores. Solo entre enero y octubre del 2023 las exportaciones de flores colombianas representaron ventas por 1.750 millones de dólares. Ventas que nos conectan con más de 100 países, entre los cuales se destacan Estados Unidos, los Países Bajos, Japón, España y Corea del Sur. Observando estas cifras, no es de extrañarse que el sector floricultor de Colombia sea primordial para el mundo, cuando representa aproximadamente el 14% de la producción global.
En la actualidad, Colombia cuenta con más de 600 especies de flores y ramas de corte sembradas en alrededor de 8.900 hectáreas alrededor de nuestro territorio nacional, distribuidas principalmente en los departamentos de Cundinamarca con un 66% del total, seguido por Antioquia con 33% y el restante 1% se localiza en departamentos del sur occidente del país. Todo esto gracias a la amplia variedad de suelos térmicos con los que ha sido dotada nuestra patria, esenciales para la cosecha de una especie distinta. La pasión que le dedicamos a nuestras flores es tan inmensa que hasta contamos con una celebración donde ellas son las protagonistas: La Feria de las Flores en Medellín. En este evento, los silleteros llevan en su espalda la tradición, magia, alegría y color que representan las flores para nuestra comunidad. Motivados por la esperanza de que esta tradición no quede perdida entre las generaciones, demuestran el orgullo que sienten por su consagrada actividad y trasladan del campo a las calles una gran variedad de flores que, año tras año, no dejan de asombrarnos.
Sin embargo, esta inmensa riqueza que nos fue otorgada conlleva a grandes responsabilidades que no hemos sabido asumir del todo. De acuerdo con datos presentados por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Colombia es el hogar de más de 27.000 especies de plantas, de las cuales 796 se encuentran categorizadas en alguna escala de amenaza. ¿Las razones? La deforestación que deja como resultado la minería ilegal, los cultivos ilícitos y la ganadería extensiva; el cambio climático (sequías, incendios, olas de calor, inundaciones); y la extracción ilegal de madera, entre otros. Razones que, tristemente, aún no han sido reguladas y cuentan con muy poca intervención gubernamental. La violencia, el narcotráfico, la sobreexplotación de recursos y la poca conciencia al cuidado del medio ambiente nos está costando uno de nuestros más grandes patrimonios nacionales y es nuestro trabajo hacer lo posible para evitar que este se extinga.
Más que una simple presentación de cifras y números, queremos que esta sea una invitación. Celebremos a Colombia por su biodiversidad, su crecimiento en la industria de las flores y a los floricultores que lo hacen posible. Esforcémonos porque esta actividad no muera con el paso del tiempo y siga floreciendo cada año como el lirio de mayo. Incentivemos a la protección y cuidado consciente de nuestros recursos naturales y recordemos que queda en nuestras manos garantizar que Colombia siga siendo, gracias a sus flores, uno de los países más felices del mundo.
Bibliografía: