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CRÓNICA

“Uno tiene que soñarse a sí mismo, cumpliendo las cosas que quiere y, sobre todo, anteponiendo su felicidad” 

El Derecho se encuentra en las razones 

Foro Javeriano tuvo el privilegio de conocer un poco sobre la vida de Manuel Amaya, profesor de Derecho Económico.  Departimos sobre la experiencia de ser foráneos y la carga que puede conllevar, los desafíos al momento de tomar decisiones trascendentales, las visiones sobre estudiar derecho, entre otros temas. 

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Por: Milton Camilo Chávez Mendoza 

Manuel Alejandro Amaya Herrera es quizás uno de los profesores más célebres de la asignatura de Derecho Económico, reconocido por sus estudiantes, no solo por su estilo impetuoso al momento de impartir su clase sino también por caracterizarse como una persona trabajadora, práctica, disciplinada y por sobre todo humanista.   

Pese a que es oriundo de San José de Cúcuta, Norte de Santander, en principio solo vivió los primeros cuatro meses de su vida en dicho lugar, puesto que, por motivos familiares tuvo que desplazarse a distintos lugares de Colombia. “En Armenia viví diez años y por motivos laborales de mi mamá nos fuimos a vivir a Cali un año, después nos fuimos a vivir a Bogotá un año, y después de ese año me fui a vivir a  Cúcuta donde viví un año y posteriormente me regresé a Bogotá, ciudad donde me gradué del colegio de bachiller y empecé la universidad ” 

La línea de formación de Manuel estuvo marcada por la influencia de los Hermanos Maristas de la Enseñanza, congregación religiosa que lo acogió en las distintas ciudades que vivió. Recuerda con afecto como uno de los hermanos de la congregación lo aconsejó en su momento frente a las decisiones que tomamos en la vida “recuerdo que en su momento en una conversación casual le pedí un consejo y me dijo algo así sobre ¿cómo se ve usted con la decisión que toma en cinco años, en diez o en veinte años? Si hay algún punto en el que deje de imaginar, es posible que por ahí no sea el camino; si es fácil proyectarse en esas situaciones, tal vez sea por ahí”. 

Entiende de primera mano lo que se siente ser un foráneo, pues desde muy niño relata cómo se sintió en situaciones particulares, como el describir su comida favorita o algunas tradiciones propias de su tierra cucuteña, las cuales, eran extrañas para las personas con las que convivía “siempre fue una experiencia particular, cuando uno es niño lo ven por el acento, por las preferencias o muchas veces hablando de su comida favorita uno menciona un plato como el mute o alguno de eso platos típicos de las regiones, que ninguna otra persona que está en una ciudad distinta conoce. Ese tipo de interacciones son raras y más cuando se es niño. Al momento de crecer se convierten en otro tiempo de interacciones. Que lo apoden del lugar de donde viene o ese tipo de cosas”. Pese a eso, menciona que jamás se sintió segregado por ser cucuteño, pero entiende que es la historia que pueden vivir muchas personas en sus interacciones diarias en las áreas educativas. 

Su deseo humanista y la preocupación por las ciencias sociales estuvieron impulsados por las interacciones sociales que había tenido desde antes “es bastante importante que yo haya tenido varios pasos y tenga que pasar por varias ciudades. Ser de otro lado también es algo que lo fundamentó, sobre todo por ver las relaciones y las realidades sociales que se viven en cada ciudad. Creo que mucha gente que llega a estudiar derecho en una ciudad capital o en nuestro caso a Bogotá tiene una carga motivacional extra. Uno sabe que el derecho en las zonas de afuera no es siempre bien recibido y se invisibiliza la vulneración a los Derechos Humanos, que haya gente infringiendo normas; o donde se visibiliza más la inasistencia del Estado. Eso es algo que uno tiene en mente y es tal vez una motivación extra saber que uno viene de zonas donde posiblemente el derecho no actúa en debida forma o como debiera ser”. Lo anterior, ayudó a materializar desde el colegio aquel deseo vehemente de servir y defender los derechos de aquellos cuyas voces fueron silenciadas.  

Finalizando el colegio se encontró con la disyuntiva de lo que quería estudiar y en dónde. Pesé a que le gustaba el derecho también le llamaba la atención estudiar gastronomía. “Me fascina cocinar y de hecho lo hago a las personas que más quiero, no obstante, tenía claro que uno tiene que saber cuáles son sus gustos y sus potenciales talentos. En ese momento no me veía en un futuro cocinando en un restaurante o siendo el chef de un lugar, no evocaba algo que me terminara de apasionar como mi proyecto de vida”. Adicional a lo anterior, relata que “la edad es un factor determinante al momento de tomar este tipo de decisiones. Yo decidí estudiar derecho a los 18 años, pero también depende de qué tan maduro y qué tan abierto se tenga los ojos a las distintas realidades sociales. Desde antes, por distintos motivos había tenido la posibilidad de viajar a distintos lugares por fuera del país, esto me permitió adquirir un tipo de independencia, y no me refiero necesariamente a la económica sino a la independencia emocional que es determinante para poder tomar sus propias decisiones. En ese punto creo que es el adecuado para poder pensar donde estudiar, elegir o querer un camino a lo largo de su vida”. 

Menciona, además, que “la decisión de estudiar una carrera muchas veces está mediada por los intereses de los papás, las decisiones familiares, o las influencias de alguien más. Nunca se cuestionan si es un real querer estudiar derecho o no. Nunca se cuestionan si era algo que los iba a hacer sentir felices, si era algo que los iba a hacer sentirse realizados. Si ese era el camino que realmente querían elegir. Eso en ocasiones termina siendo mucho más conflictivo”. La elección de escoger una universidad fue una decisión difícil para él, puesto que debía encontrar una universidad que se alineara con sus intereses. La Universidad Javeriana terminó capturando su atención debido a la particular línea de derecho económico que vio que ninguna otra universidad tenía. Además, le llamó la atención en especial una materia que le interesaba bastante y en su momento era de énfasis: derecho ambiental. 

En su paso por la carrera de Derecho nos cuenta que hubo momentos en los cuales quiso desistir de estudiar la carrera “las personas que estudiamos derecho en algún momento de la carrera tienen esa carga en la espalda de decir no quiero más esto, porque algunas veces el derecho puede ser agotador, porque requiere de un estudio constante en donde nos es muy difícil sabernos todas las leyes completas, el derecho puede ser muy abarcativo. Sin embargo, en el momento en que quise dejar de estudiar Derecho para el momento en el que estaba estudiando, 2015 o 2016 el país estaba pasando por momentos de transformación y grandes cambios. Frente a esa incertidumbre decidí quedarme. Recuerdo, además, que en ese momento estaba pasando por situaciones complejas de índole personal y tuve la oportunidad de hacer una asesoría interna en una fundación que recibía niños venezolanos en condición de migración. Esta experiencia me permitió empezar a gestar ese tipo de proyectos sociales. Ahí me di cuenta de que el derecho podía servir para cosas que yo quería, hacer voluntariados, trabajar con fundaciones con causas sociales específicas que necesitaban algún apoyo que, en mi caso, eran términos administrativos. Ese camino me llevó a reencontrarme con mi gusto por el derecho, el trabajar con los niños me ayudó a reavivar la llama del amor por el derecho”. 

Frente a esos momentos de crisis por los que podemos pasar, nos invita a trabajar por nuestra propia felicidad “desde niño me preocupé por mi felicidad y ha sido de algún modo la brújula que demarca mi camino. Uno no debe ver la carrera como un fin sino como un medio. Si uno tiene como fin ser un abogado es posible que le cueste más los fracasos o le cuesten mucho más los errores. La finalidad es llegar a ser felices, que es lo más relevante. En mi caso particular, creo que lo estoy logrando, sobre todo, porque soy feliz en lo que hago: ejercer una labor muy noble y retribuible a la sociedad como es el caso de la enseñanza, trabajar en los temas que trabajo. Todo eso es un conjunto de cosas, un conjunto de acciones que están ligadas al derecho que lo toman como un medio no como una finalidad en sí. El derecho muchas veces se encuentra en las razones... sí da el camino, da la forma”. 

Como un mensaje final “siempre he creído que el derecho puede llegar a hacer felices a las personas, en todo momento y en toda ocasión. A través del derecho siempre podremos materializar todo aquello a lo que aspiramos y nos hace felices”. 

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