ESPECIAL
¿Es la educación pública virtual, verdaderamente accesible?
HISTORIAS VIRTUALES EN EL PAÍS DE LA INCONEXIÓN
Foro Javeriano entrevistó a dos profesoras de diferentes regiones del país, para evaluar desde su oficio, cómo la educación nacional ha sufrido quiebres y ha abierto grandes brechas sociales, a partir de un virus mortal.
Fuente: Archivo personal
Por: Laura Salcedo y Paula Tavera
Esta es una historia que tiene sus inicios en el mes de marzo del presente año, pero en realidad sus líneas se vienen escribiendo tiempo atrás. Esta es una historia tan cotidiana como ignorada, digna representante de nuestro país, una historia cargada de pujanza y esfuerzo pero también de contradicciones, inequidades y un poco de ese “realismo mágico” presente en el día a día de los colombianos. Para esas fechas la educación en nuestro país y del mundo en general dió un giro de 180 grados; en tiempos anteriores, ya se hablaba de un futuro donde la educación llegaría a ser virtual, pero nunca se imaginó que este cambio pudiera llegar a ser tan repentino y menos que fuera, a raíz de un virus mortal que nos obligaría a replantearnos el mundo como lo conocíamos ¿Ya va sonando a fantasía? ¿No? El hecho es que un día a principios de este año, un país que gozaba tan solo con un 52,7% de cobertura de internet, esto sin especificar la situación de las áreas rurales aún, se encontró con la odisea de cambiar los pupitres de los estudiantes por pantallas y plataformas.
Ser estudiantes nos da una vista parcial de la gran magnitud de la cartografía de la educación nacional; trazos delgados y profundos que solo desde el paradigma pedagógico de dos docentes es posible analizar. La agenda de la educación colombiana se desnuda ante el testimonio de docentes de colegios públicos desde diferentes regiones, pero al final unidas por un mismo dilema. Si en un inicio describimos la implementación de la educación virtual como una tarea odiseica, ahora, imaginémonos en el campo de la educación pública, donde las limitaciones sociales y económicas son el pan de cada día, frutos de la inequidad social de nuestro país. Según cifras del DANE, para el 2019 el país contaba con 8.074.138 matriculados en el sector oficial, niños y adolescentes, muchos de los cuales se enfrentan hoy, a las dificultades que ha traído la pandemia no solo en temas económicos y de salubridad sino también respecto a la educación.
Ahora, compliquemos un poco más la situación, ubiquémonos en el departamento del Huila, más específicamente en el municipio de la Rivera, ubicado en la vereda La Ulloa. Nos encontramos ahora frente a un problema mucho más grande: la educación pública virtual en el sector rural. ¿Ruralidad y virtualidad? Son palabras que muchas veces en nuestro país, que goza de un “orgulloso” promedio del 20% de población que tiene acceso a internet en las zonas rurales, son incompatibles. Aún así, la educación virtual o al menos un intento de ella, como veremos más adelante, es la realidad para los estudiantes de los colegios oficiales de las áreas rurales de nuestro territorio. Colombia es un país que constitucionalmente garantiza el derecho a la educación básica, pública y gratuita, bajo la proclamación de la misma como un servicio público y que cumple una función social. Ahora bien, si nos ponemos en el plano de todo lo que ella conlleva ¿podríamos decir que tenemos aún una educación verdaderamente pública y accesible? o ¿una vez más nos encontramos con la realidad de una brecha social que se amplía cada día, frente a esta nueva contingencia?
En el municipio de Rivera en el Huila, trabaja una de las docentes, quien ha vivido de cerca la experiencia de la virtualidad en el campo colombiano, y concluye que la educación virtual puede ser una herramienta que facilita la enseñanza de muchos temas, pero en sus condiciones, la implementación exitosa de esta no es más que una utopía. Su colegio, tiene sedes en el municipio, pero también en la zona rural de la vereda del mismo, La Ulloa. Desde el inicio de la pandemia y conscientes de las circunstancias, tuvieron que empezar a ajustarse a alternativas que pudieran servir para llegar a cada uno de los estudiantes. Lo cual fue un reto debido a la falta de conectividad tanto en el municipio como en la vereda, y así mismo en las sedes de la institución. El método elegido para sobrellevar la virtualidad fueron las guías educativas, las cuales se envían a sus estudiantes y se desarrollan cada cierto tiempo, quienes las entregan normalmente a través del Whatsapp de sus padres. Pero no todos los estudiantes corren con la suerte de acceder a una señal del internet o a una red de celular, dado que muchos de ellos viven en zonas rurales lejanas, en donde la conectividad es inexistente y se ven obligados a bajar periódicamente al pueblo, con el fin de obtener las guías en físico. Todos los esfuerzos y estrategias para poder continuar con el año escolar, que recién comenzaba, fueron iniciativa propia de la institución, pues la mano del Estado, nunca se ha visto por Rivera. Su escuela no ha recibido instrucción alguna y mucho menos apoyo por parte del Ministerio de Educación u otra entidad pública. Cabe preguntarse entonces, ¿los niveles de conectividad del país serían de tal calidad, al momento de implementarse la virtualidad, como para que el gobierno diera por sentado su implementación sin ningún problema? Porque por lo visto así parecería.
Desde el inicio de la impuesta educación virtual, en el municipio de Rivera y en el país en general, la educación oficial, volcó sus cargas al hogar. La implementación de las guías de trabajo en casa, van directo a los padres, en muchas ocasiones madres trabajadoras y cabezas de familia, que se convirtieron en los docentes de sus hijos. Detrás de esto, claro está, se encuentran sus profesores que ante las dificultades de conexión y principalmente del acceso a tecnología, día a día tratan de mantener la cercanía con sus estudiantes. Es así como sus jornadas laborales se han extendido las 24 horas del día, atentos a las múltiples llamadas o mensajes que puedan recibir en cualquier momento, pues, frente a los problemas de conectividad y accesibilidad, la educación y la docencia no pueden darse el lujo de tener horarios del trabajo.
La profesora huilense, sostiene que se hace lo que se puede para mantener la motivación y el ritmo del estudio de los niños. Pero la realidad es fría, y no puede ser ignorada; la gran mayoría de los padres de familia, -continúa narrando la docente- nunca terminaron el bachillerato, muchos ni siquiera la primaria y hoy se encuentran en la misión de guiar a sus hijos en la finalización de sus estudios. Las molestias y dificultades son generalizadas y las cifras lo demuestran, entre el 30 y 40% logran conectarse a las clases virtuales, pero la gran mayoría no tiene buenas condiciones de conectividad, incluso estando en la zona urbana.
Sin dejar en el tintero, que estos nuevos retos virtuales también tienen su repercusión en las ciudades, para esta ocasión una profesora de tercer grado del colegio Gustavo Morales Morales de la localidad de Suba, se sumó a los puntos de la agenda nacional. En principio, el área de primaria diseñó un Blog Institucional en el que se suben las actividades con la información más precisa y ligera para que los niños trabajen en acompañamiento de sus padres. No obstante, el trabajo de los padres en paralelo con la educación de sus hijos, y los mismos docentes que también podrían llegar a cumplir esta cuestión en sus hogares, se tornó en una balanza sin remedio.
¿Tendremos que expandir más el eco de la alerta roja por la educación? Para suplir el no acceso a la tecnología, los docentes del colegio Gustavo Morales Morales diseñaron cartillas en físico para entregarle a dichas familias, así mismo el colegio suministra unas sim card que les posibiliten la conexión. Sin embargo estos, son procesos dispendiosos, pues las contrataciones son demoradas. Es un trabajo que ya no tiene horario, pues fue necesario crear un reloj exclusivo para la educación, -sin olvidar lo rural-. Hasta el momento la deserción está marcada más por el no acceso a la tecnología y al manejo de estos recursos.
¿Colombia entenderá otro flechazo a su sistema educacional? Por ahora, las cifras son lo único que guiará este barco en aguas turbulentas de deficiencia. En general un 70% de los estudiantes logran acceder al Blog y comunicarse con sus maestros, el grupo restante tiene muchas dificultades, pues no cuentan con los recursos tecnológicos: computador, tablet o sus padres tienen un celular muy básico, situación correspondiente al 30% restante. De tal manera, estos detalles matemáticos empatan con las cifras registradas por el DANE, en donde se establece de manera geográfica que el centro oriente del país contando con Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca y Santander, son los departamentos con mayor acceso a internet y dispositivos tecnológicos.
Es ahora, cuando se añaden más detalles a la extensa agenda que hasta el momento, es más un buzón olvidado. La educación implementada durante la pandemia ha sido bastante compleja, puesto que los estudiantes de este caso, básicamente acceden a la educación en presencialidad; es muy poco el acompañamiento que tienen de sus familias.