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ESPECIAL

Cuando la diferencia de edad es de más de 20 años, 

ustedes todavía dirían que: 

¿EL AMOR NO TIENE EDAD?

Fuente: Archivo personal

Por: Anónimo

Eran las 5:54, estaba en el centro de Paris y me quedaba poco dinero, tenía frío y no tenía suficiente para pagar un hospedaje. Caminé unas cuadras pensando qué hacer, pues solamente me quedaban 6 euros en la billetera, la cantidad exacta para comprarme una simple botella de agua. La desesperación llegó a mi cabeza, me senté en una banca a pensar en qué podría hacer para sobrevivir estando por fuera de mi país sin dinero, sin hospedaje, sin conocidos y sin donde dormir.

De repente vi una mujer muy joven cogida de la mano con una persona bastante mayor, se notaba que se llevaban unos 50 años, pensé “que afortunada, debe tener todo lo que quiere”, y allí llegó la brillante idea. Recordé que hace unos meses un amigo me había hablado de una supuesta página web que ofrecía un servicio de Matchmaking entre baby sugar y sugars, en la cual te ofrecen dinero por complacer personas de edad que buscan compañía, pensé: ¿Qué malo podría pasar?, ¿Qué tan grave podría ser? Finalmente, no tenía otra opción, y me decidí.

Creé mi perfil e inmediatamente me llegó la primera oferta, una mujer de 89 años me recogería en 10 minutos al frente de donde yo estaba. Esperé un tiempo con miedo, no sabía como sería la experiencia, ¿cómo debía saludarla?, ¿qué debía hacer?, ¿cómo reaccionaría si me pedía favores sexuales?, ¿cómo debía actuar, ¿si era esta una buena idea?, ¿debería salir corriendo? No, ya no hay vuelta atrás, no tengo otra opción, al menos hoy tendré donde pasar la noche.

Finalmente, la mujer anciana llegó por mí, era un lindo carro debo admitirlo, me llevó a un restaurante lujoso y allí pedí mi plato favorito, al principio fue incómodo, sin embargo, con el paso del tiempo la conversación fue fluyendo, ella era supremamente empática, me comentaba que su marido había muerto hace algunos años y que ella simplemente quería compañía. Terminamos la cena, ella pagó la cuenta y nos dirigimos al apartamento de ella. Yo estaba nervioso, sin embargo, lograba disimular mi ansiedad, ¿Qué me tocaría hacer? Nunca había hecho algo así en toda mi vida.

Nos bajamos del carro, nos dirigimos al apartamento y llegamos hasta la puerta. Ella se despidió, me agradeció por la compañía y cerró la puerta. Me quedé esperando a que quizá volviera a abrir para que yo ingresara y me pidiera favores sexuales, sin embargo, pasaron varios minutos y nada pasaba. Estaba muy confundido, abrí la página esperando a que me diera instrucciones, pero no, aparecía solo mi pago recibido y ya ella no salía en ninguna parte. Llegó mi segunda oferta. Debo decir que fue muy similar a la primera, sin embargo, esta vez sí me invitó de forma cordial a dormir con ella, ¿pagarme por eso? Parecía irrazonable, pero al parecer ella solo quería dormir con alguna compañía. 

Así pasó un mes y mi estancia en Francia cada vez era mejor, en ese mes había comido en los mejores restaurantes, había dormido en los mejores hoteles y había disfrutado de los mejores cocteles de París. Esta rutina se había vuelto costumbre para mí, pues la mayoría de las señoras eran supremamente cordiales y lo más comprometedor que me habían pedido hacer hasta el momento había sido masajes corporales. 

Sin embargo, algo pasó, hubo una noche que todo se sintió diferente, había estado con unas 50 personas, pero hubo una que cambió todo, nunca entendí que fue, pero esa noche yo no quería comer en restaurantes costosos, no quería ni siquiera recibir mi pago de cada día, yo solamente quería estar con ella. La confianza fue algo que se dio de forma natural. Ella y yo coincidíamos en una cosa: no queríamos que esa noche acabara. La página recomendaba no dar información personal ni datos de contacto y tenía sentido…. Los compromisos eran el enemigo principal del algoritmo del sitio web, pero ¿Qué pasaba si rompíamos las reglas?, ¿Qué ocurría si ella no terminaba la cita?, si no le poníamos fin a esto, si dejábamos el encuentro para toda la vida….

¿Qué diría la sociedad? Un joven de 20 años enamorado de una señora 42 años mayor que él. Parecía una locura, pero esa noche era lo más razonable.

Hoy, 5 años después me pregunto qué hubiera pasado si no me hubiera tenido que devolver a Colombia, me pregunto qué hubiera pasado si nuestros destinos no se hubieran separado.

Sin embargo aún conservo la esperanza de volver algún día y decirle que nunca la olvidé, que desde que nos separamos no ha pasado un día que no venga a mi cabeza, que todavía sueño con ella y que no puedo dejar pasar la vida sin saber lo que sería tener algo juntos.

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