top of page

EN EL HUECO

“Mi familia y yo resignificamos el trabajo de nuestros ancestros” - Claudia Milena Pedraza 

Una apuesta por los Objetivos de Desarrollo Sostenible: Refugio de Guacheneque  

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible han llegado a ser considerados inservibles, de papel, e imposibles de alcanzar, porque se consideran algo en extremo costoso. No obstante, traemos un ejemplo de un emprendimiento de turismo rural desarrollado por Claudia Milena Pedraza que cumple con cada uno de los 17 puntos que propone la agenda 2030. 

WhatsApp Image 2023-02-27 at 11.16.53 AM.jpeg

Por: Geraldine Pardo Duque 

FJ: ¿Qué es El Refugio de Guacheneque? 

 

CP: Es un hospedaje rural de gestión familiar que fue creado desde una finca familiar con el propósito de turismo de naturaleza y agroturismo. Su objetivo es que las personas aledañas a la zona entiendan que el turismo sostenible es una solución y fuente de ingresos. Tenemos varias opciones de alojamiento: glamping, hospedaje rural modesto en una casa campestre, y camping. También, tenemos un restaurante con el fin de rescatar la gastronomía local. Además, visualizamos nuestros atractivos turísticos de la zona que son el Páramo de Guacheneque, el río Bogotá donde nace, y otros lugares a la redonda donde se puede caminar y disfrutar del paisaje y de la cultura del municipio. 

 

FJ: ¿Cómo nace El Refugio de Guacheneque? 

 

CP: La finca es parte de una herencia familiar. Mi abuelo Benedicto Pedraza era dueño desde un sitio que llamamos ‘La Torre' hasta ‘La Laguneta’ que era una extensión bastante amplia. En el momento en que él y nuestra abuelita fallecen se hizo la sucesión de los bienes, pero empezaron a haber conflictos y mi papá como no quería pelear pidió que le dejaran lo que quisieran sus hermanos. La abogada conversa con los demás hermanos y a mi papá le dejan la última parte de la finca que no ha sido trabajada, arreglada o explorada; era un ‘peladero' como decía él. Empieza a abonar la tierra de manera natural hace 32 años y 8 años después, la tierra era completamente productiva; había punto de agua y se construyó la primera parte del Refugio que era: una habitación, un baño y una cocineta donde vivía una pareja que cuidaba el cultivo. Luego hicimos una casa para la familia, pero cuando llegaron los nietos hicimos un altillo; luego de eso un quiosco; posteriormente, se levantaron unas paredes para meter una mesa de billar.  

 

En el año 2017 tuvimos un revés financiero mi hermano y yo. En ese momento, a él le salió un trabajo en Santander y yo solo iba a tener trabajo por los siguientes tres meses. Entonces junto a mi familia decidimos ofrecer servicio de hospedaje a través de Booking. El siguiente año en 2018 me di cuenta que no era un plan b sino el plan a, por lo que el 4 de marzo me mudé a Villapinzón y al día siguiente mi familia y yo empezamos un curso para emprendimiento de turismo rural y de naturaleza. Ahí fue cuando nació oficialmente el Refugio: nos inscribimos en la Cámara de Comercio y en el Registro Nacional de Turismo.  

 

FJ: Háblanos de tu certificación de negocio verde, Claudia 

 

CP: La CAR interviene y vigila los lugares en los que estamos cerca de las reservas forestales, riberas de los ríos y páramos. En medio de su labor, han hecho una línea que es muy bonita que se llama negocios verdes para personas como nosotros que su desarrollo económico depende del campo. Para tener esta categoría se requiere que haya apoyo a la economía circular y sean sostenibles realmente. Cuando ellos han venido se dieron cuenta que usábamos energía fotovoltaica en tres espacios porque usamos la luz del sol y así no generamos emisiones de carbono; manejábamos aguas residuales y así rescatamos el 40% del agua, construimos con madera plástica reciclada; tenemos un manejo interno donde le damos un proceso circular al agua. Nuestra política siempre ha sido que tengamos reutilización y reciclaje de todos los recursos y que podamos transmitir el conocimiento. El 85% de lo que hacemos acá es compra y venta de economía circular: la comida que servimos es cultivada acá, los jugos son de frutas de temporada que se cultivan acá o que cultivan los vecinos y se las compramos. 

 

FJ: ¿Qué acciones realizan por el cambio climático? 

 

CP: Tenemos un manejo hídrico: reutilizamos las aguas para que en época de sequía no tengamos que usar más agua para regar los cultivos, sino que, reutilizamos el agua séptica cuando se filtra. Por otro lado, no usamos químicos para fertilizar los cultivos porque lo absorbe la tierra y lo lleva a la riviera del río. Por eso, ahora llegan muchas abejas. Además, significa que generamos productos orgánicos. Pero lo más importante es que transmitimos nuestro conocimiento a nuestros visitantes desde el ejemplo. 

 

FJ: ¿Cómo aportan al desarrollo económico y al trabajo decente de la región? 

 

CP: En primer lugar, gracias a pagarle salarios justos que vayan conforme a ley a nuestros empleados hace que seamos reconocidos por la alcaldía local como buenos empleadores. También procuramos que ellos conozcan sus derechos y deberes porque en los pueblos se acostumbra lo siguiente: contratan para atender una cafetería a una mujer y le pagan en promedio entre 22.000 y 28.000 pesos por día; son 10 horas de trabajo. Así aportamos a la economía de las personas. De hecho, la semana pasada tuvimos una jornada de capacitación con el equipo con una abogada que les enseñó a qué tenían derecho.  

 

En segundo lugar, somos fieles compradores de los productos cultivados de los vecinos. Jamás peleamos con proveedores y pedimos rebaja porque sabemos lo difícil que es producir en el campo y así le enseñamos a la gente que debe cobrar adecuadamente lo que venden.  

 

En tercer lugar, hacemos talleres con los vecinos donde les enseñamos que deben costear todos los insumos, tiempo y personal requerido para producir un producto. Así, cobran adecuadamente su trabajo y talento sin estar por debajo de precio.  

 

FJ: ¿Cómo funcionan los mercados campesinos? 

 

CP: Pusimos una tienda online: www.sumercadocampesino.com; que es una marca hermana aliada del Refugio de Guacheneque. Nos aliamos con nuestros vecinos del municipio que tienen cultivos muy pequeños o de uso personal. Tomamos pedidos en la página web desde el viernes al martes. Luego, ese martes a las diez de la noche se consolida lo que se necesita y a la madrugada se envía el pedido a los proveedores (los vecinos). El miércoles se hace recolección finca por finca, en el cual, nosotros asumimos el transporte y no los campesinos, porque ellos no acostumbran a costearlo. Así garantizamos que el producto fue cosechado el miércoles y es fresco. Ese día se lavan, se empacan los productos y el jueves se entregan los pedidos; por eso, los productos tienen máximo cuarenta y ocho horas de cosechados. Estamos aliados con veintiséis familias y tenemos ciento dos productos, a veces son más o menos dependiendo de la temporada.  

 

FJ: ¿ Cómo incentivan la salud y el bienestar? 

 

CP: Ofreciendo productos de temporada y orgánicos se garantiza que se come lo que la tierra produce hoy, sin químicos y sin madurar a la fuerza los productos. Eso cuida mucho la salud. De hecho, muchos de nuestros clientes han tenido o tienen enfermedades fuertes como el cáncer y compran cantidades grandes de arándanos y de lechuga romana verde, porque están llenos de antioxidantes. Nuestros quesos no tienen químicos ni conservantes y aunque duran menos, es un producto orgánico que no afecta la salud. También incentivamos que las personas hagan actividad física yendo a caminar y desconectándose cuando vienen acá 

 

FJ: ¿Cómo incentivan la igualdad de género?  

 

CP: Cuando hablamos de igualdad y equidad hablamos de salarios iguales según la capacitación que tenga la persona. No tenemos roles de género en nuestros empleos. Por ejemplo, decimos que necesitamos persona que cerque la finca o persona para ser auxiliar de cocina y no muchacha para auxiliar de cocina. En la región sucede al revés.  

Entonces, para entrar en materia toca dejar claro que el second hand lleva estando de moda toda la vida. La cosa es que antes el tener ropa usada era algo de lo que se hablaba con voz bajita y únicamente con el círculo familiar o social más cercano. Muy seguramente no lo conocen como second hand, más bien lo conocen bajo el término de “herencia” y no, no estoy hablando de los terrenos de la abuela. Estoy hablando de esa chaqueta que tienen en el closet que alguna vez fue de su papá, o ese par de aretes que tienen en su joyero que eran de su mejor amiga. Sí, esos por los cuales a ustedes se les escurrían las babas, esos que guardan como un tesoro porque son un regalo con una historia detrás. Pero, ¿Por qué esta tendencia tiene tanta fuerza y todos los días gana más y más adeptos? Lo que pasa es que esta nueva generación es muy diferente a la generación anterior.

 

Gran parte de esta nueva generación piensa un mundo muy diferente, en donde “el qué dirán” no importa. Prefieren ver un mundo con menores índices de contaminación en el mar, con menos toneladas de ropa usada botada en el desierto de Atacama en Chile, con menos videos de pingüinos bebes, corriendo sin saber qué hacer porque su casa se está derritiendo. Sí, básicamente es por eso por lo que se mueve la industria del second hand. Sin mencionar el placer culposo de comprar algo usado. El punto va a que con cada compra uno tiene un sinfín de emociones que terminan en un placer incomparable. Cuando se compra de segunda, la sensación es muy diferente, sientes que aportas un granito de arena a salvar el mundo y que en la bolsa llevas una historia que merece ser contada. 

Existen muchos temas sobre los que podría escribir. Pero hay una cosa que sobresale de las demás y es el cómo conseguimos los objetos. Existen muchos mitos sobre cómo llegan las cosas a este tipo de locales y todo el tiempo tengo que oír las mismas dos preguntas “¿Esto era de algún muerto?” Y “¿Tienes algo que esté embrujado?” No es por dañarles la fantasía a los curiosos, pero, ninguna de las dos  respuestas es cierta. Bueno, parcialmente. Todas las cosas del Cuchitril son traídas por personas de carne y hueso, que nos dejan sus objetos para que los vendamos. Lina, mi boss, se toma el trabajo de hacer toda una curaduría (es decir escoger) a cada cosa que entra al local y si algo no es especial o si no tiene alguna historia que contar, no lo recibe. Algo curioso es que uno nunca sabe cuáles son los tesoros que puede tener la gente y la verdad es que el menos pensado tiene un mundo de cosas por dar.

Lo importante del cuento, es que la mayoría de los objetos no son de muertos y sobre objetos embrujados tampoco aplica, porque se encargan de limpiar y neutralizar todas las malas vibras del local. Además, parte de la filosofía del local hace referencia a un mantra que dice “Que todo fluya y que nada influya” lo que termina en una teoría, de que las personas tienen dos estados en la vida. Uno al que le decimos la etapa de recolectar (estos son nuestros principales clientes) que básicamente son estas personas que andan buscando tesoros y la otra etapa es la de simplificarse (ellos son nuestros más importantes proveedores) personas que están buscando hacer un algún cambio en su vida.

Como les contaba en este recorrido he vivido, escuchado y conocido un sinfín de historias que les iré contando en la próxima edición. Hasta entonces.

bottom of page