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QUERELLANDO

De la “Nevera” a la Ciudad de la Eterna Primavera 

Con el paso de los años, todos cambiamos, incluidas las ciudades. Sin embargo, un cambio no es bueno solo por ser diferente, hay cambios que también son señales de alerta y los incendios son uno de ellos.   

De la nevera a la ciudad de la eterna primavera.jpg

Fuente: Pexels

Autor: Valentina Ortega Prieto  

Como bogotana de nacimiento he sido testigo de los grandes cambios que ha tenido mi ciudad a través de los años y como poco a poco la llamada “nevera” de Colombia se ha venido asemejando a una eterna primavera. Con los cambios en el clima, últimamente hemos visto fenómenos completamente nuevos que nos han sorprendido. Entre ellos, el reciente incendio de los cerros orientales.   
 
Este incendio no solo fue un momento de angustia para todos los bogotanos sino, ante todo, un momento de gran sorpresa, ya que nunca nos imaginábamos la posibilidad de vivir un incendio forestal en una ciudad donde llueve casi a diario.  Sin embargo, pese a las creencias erróneas de que no se podía presentar un incendio forestal en esta ciudad, el cambio climático mostró lo contrario. Nos demostró que no solo había posibilidades de que se presentaran incendios en esta ciudad, sino que podían durar un buen tiempo y que no teníamos las herramientas suficientes para controlarlos.  
 
Desde el comienzo del incendio, los bomberos de toda la ciudad comenzaron sus arduos esfuerzos por frenarlos y, aunque pudieron controlarlos, no lograron extinguirlos solicitando incluso ayuda de la comunidad internacional. Demostrando como los fenómenos climáticos y la naturaleza siempre acaba siendo más fuerte que el ser humano y como la ciudad no estaba preparada para esto al no tener los recursos y el entrenamiento necesarios para abordarlo.  
 
Toda la ciudad se frenó dada la latente preocupación, mientras los que estudiábamos cerca de los cerros recordábamos esos días de pandemia en los que no era posible salir de la casa por la presencia de un virus. El cambio radicó, entonces, en que esta vez la razón por la que no podíamos ir a la universidad no era un virus incontrolable, sino la presencia de grandes nubes de humo que no nos dejaban respirar correctamente.   

 
Ver una nube de humo gigante que colmaba el cielo de la universidad era una confirmación de que Bogotá no era la misma ciudad en la que había nacido. Era un desastre de tal magnitud que simplemente parecía que nunca iba a llegar a solucionarse. Sin embargo, como respuesta a todas las plegarias, un día comenzó a llover y se logró lo que días de trabajo de bomberos nacionales e internacionales no lograron; se apagaron los incendios, que ya eran parte normal del paisaje bogotano.   
 
Llegado el cese de los incendios, los bogotanos volvimos a nuestra rutina, poco a poco olvidándonos de como nuestra ciudad y sus cerros llenos de vegetación habían sido víctimas de una verdadera tragedia. El hecho de no ver helicópteros a diario y humo en el cielo nos convenció de que la crisis ya se había terminado y que al final habíamos ganado la batalla. Esta tragedia no volvería a repetirse en un buen tiempo. Por lo que, creyendo que todo había acabado, nos empezamos a enfocar en el siguiente paso a seguir la recuperación de los cerros, pensando en las especies que se habían visto afectadas y como ayudarlas.   
 
Pero como todo, los fenómenos tienden a volver a suceder y, al mes de cantar victoria, volvimos a oír noticias de incendios en la ciudad. Esta vez en sitios distintos, pero con las mismas consecuencias. Mostrando como este fenómeno tan solo está empezando y no hace parte de una historia del pasado, sino que es una historia que continúa construyéndose.   
 
Seguimos sin encontrarnos preparados, no tenemos los elementos necesarios para enfrentar esta crisis, al igual que la última vez, estamos esperando a que todo se resuelva mágicamente y que llegue la lluvia que tanto necesitamos. El problema con ese pensamiento y esa visión de la realidad es que no hay certeza de cuándo va a llegar esa lluvia que tanto espera la gente ni mucho menos si llegará a tiempo. Necesitamos soluciones, Bogotá no es la misma de antes y debe adaptarse a esta nueva realidad y enfrentar la crisis mientras el verano continúe.  
 
Siempre he pensado que es importante cambiar con los años. Evolucionar e adoptar diferentes prácticas según las lecciones aprendidas y la gente que en ti haya influenciado, pero también sé que no todo cambio es bueno y cuando te das cuenta de que tan peligroso y dañino puede llegar a ser, es importante retroceder. Darte cuenta de que has cometido un error y volver por el camino correcto. Este problema que aún continúa es uno de los tantos llamados de atención hacia nuestra raza humana en cuanto a las consecuencias del cambio climático para nuestra vida, por lo que, como lo hacemos con nuestra vida, es momento de retroceder y cambiar de nuevo, esta vez a favor del medio ambiente. 

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