PERFIL
“Debo confesar que soy fanática de las comedias románticas y de los finales felices; me dan esperanza”.
Cristina Copete Herrera: un ave fénix
Foro Javeriano tuvo una entrevista exclusiva con Cristina Copete Herrera. Hablamos de su historia, de Jane Austen y de cómo ser un fénix en la vida.
Por: Valentina Ortega y Geraldine Pardo
FJ: ¿Cómo te defines a ti misma?
CC: Me defino como una mujer y una abogada exigente, no solo con los demás, sino conmigo misma. Siempre trato de ser una mejor persona. Me defino como una mujer motivada, compasiva e inquieta intelectualmente.
FJ: ¿Qué te inspira?
CC: Me inspiran mi hermana, mi mamá, mi papá, mis amigos y mis estudiantes. Me inspiran cualidades que veo en otras personas, que yo en algún momento quisiera tener, porque me hacen querer ser mejor persona en diferentes formas. Me inspira mucho la música, un buen libro, pero más que nada, las personas que me rodean.
FJ: ¿Cuál es tu canción favorita?
CC: Esa es una pregunta absolutamente imposible de contestar. Depende del momento del día y del ánimo en el que esté. Spotify dice que la canción que más he oído esta semana es Dos oruguitas.
FJ: ¿Viste la película Encanto?
CC: Me encantó. Ahora, no entendí muy bien la trama, pero me encantó. La música me pareció buenísima. Y me gusta mucho cómo se muestra la realidad colombiana, desde una perspectiva que nosotros siempre hemos visto, pero el resto del mundo no.
FJ: ¿Cuál fue tu personaje favorito de Encanto?
CC: La abuelita me encanta. Algo que yo digo mucho en mi clase es que a veces a uno se le olvida ponerse en los zapatos de otras personas y entender por qué la gente cree lo que cree y siente lo que siente. Ella muestra mucho eso.
FJ: Si en este momento pudieras pedir tres deseos ¿cuáles serían?
CC: El primero sería saber cuál es el secreto para alegrar este país; eliminaría todas las enfermedades del mundo y me gustaría tener el tiempo y los recursos para viajar por todo el mundo con mi familia.
FJ: ¿A dónde te gustaría viajar?
CC: A todo el mundo. Quiero volver a la India, ir a Marruecos, a África, a Rusia (en este momento no tanto, pero quiero conocerla), y a la Patagonia.
FJ: ¿Cuando viajas, en qué te fijas cuando llegas a un lugar?
CC: Depende de dónde sea. Cuando fui a la India me encantó ver cómo vive la gente en un mundo que para nosotros es completamente diferente. La burbuja en la que vivimos en el “mundo occidental” nos cierra a ver otras cosas. Ver culturas que son diametralmente distintas y que tienen creencias y formas de ver el mundo completamente diferentes me abrió los ojos a tratar de entender el resto del mundo.
FJ: ¿Por qué te dedicaste al derecho de M&A y no al derecho internacional?
CC: Esa es una historia de casualidades. Yo entré a estudiar derecho queriendo ser internacionalista. Desde que estaba en el colegio hacía modelos de Naciones Unidas y me parecía lo máximo el derecho internacional. Por eso entré a estudiar derecho. Pero cuando terminé materias, me di cuenta que encontrar trabajo en derecho internacional no era fácil.
Un amigo mío que trabajaba en una firma me llamó y me dijo: “lleva dos meses desempleada, ¿por qué no viene y hace la entrevista? Acá están buscando gente para M&A”. Dije: “nada se pierde con hacer una entrevista”. La hice y me ofrecieron el trabajo. Pensé: “bueno, un año en una firma de abogados no mata a nadie” y entré a trabajar en M&A. La verdad fui miserable y lloré todos los días ese año.
Estuve tres años en la firma y me fui a hacer mi maestría, con énfasis en derecho internacional. En ese momento, tuve la oportunidad de hacer una pasantía en la misión permanente de Guatemala en las Naciones Unidas. Mi responsabilidad era monitorear el Consejo de Seguridad. Iba a todas las reuniones y hacía los resúmenes. En esa experiencia me di cuenta de que aunque la idea del derecho internacional me encanta, soy una persona de acción y el mundo del derecho internacional se mueve despacio. Me hacía falta el dinamismo del mundo corporativo. Ahí decidí que la práctica del derecho corporativo me gustaba más que la práctica del derecho internacional.
Conseguí un trabajo en una firma de abogados en Miami y trabajé un año allá. Volví a trabajar en firmas y me quedaré en el mundo corporativo porque me encanta lo que hago. En el mundo del derecho internacional el resultado es mucho más lento y eso es frustrante. Así fue que terminé trabajando en el M&A, pero investigando y enseñando derecho internacional.
FJ: Cuéntanos algo sobre tu familia.
CC: Tengo un papá, una mamá y una hermana mayor. Mis papás llevan casados cuarenta y dos años. Somos una familia normal, como cualquier otra, pero somos supremamente cercanos. Como todas las familias del mundo, hemos tenido problemas y situaciones difíciles, pero lo que más me ha marcado a mí es que, como familia, hemos encontrado la forma de salir adelante y de hacerlo juntos.
Mi hermana y yo peleábamos mucho cuando éramos chiquitas. Nunca sabré por qué, pero de adultas nos volvimos muy cercanas. He aprendido a ver cosas en mi hermana que yo no veía; tiene resiliencia y es perseverante como nadie. Creo que eso lo aprendimos las dos de mi mamá.
FJ: Si pudieras describir a tu familia en una palabra, ¿cuál sería?
CC: Amor.
FJ: ¿Qué libro le recomendarías a las mujeres?
CC: El primer libro que me marcó la vida fue el diario de Ana Frank. Tengo la política de leerme por lo menos un libro del holocausto al año, porque no se nos puede olvidar que alguien en algún momento fue capaz de meter seis millones de personas en una cámara de gas e incinerarlas. Más que recomendarles un libro, yo les recomiendo que busquen uno que los inspire a ser mejores personas y a hacer una diferencia en el mundo, así sea minúscula y los haga felices.
FJ: ¿Cuál es tu novela favorita?
CC: Pride and prejudice. Admito que soy fanática de la comedia romántica y de los finales felices; me dan esperanza.
FJ: ¿Cómo se siente inspirar a las estudiantes de tu clase y ser un punto de referencia en un mundo que parece sólo de hombres?
CC: Eso es lo que hace que yo quiera seguir haciendo lo que hago. Tristemente, aunque el mundo quiera decirnos que no es así, las mujeres seguimos teniendo una batalla difícil. Muchos de los ámbitos por donde nos movemos siguen siendo dominados por el género masculino, especialmente en este país.
Esto puede estar cambiando en el mundo, pero, curiosamente, los dos mundos en los que me muevo (la firma y la universidad), siguen siendo muy dominados por hombres. Me ha pasado que, en la oficina, llego a reuniones donde son veinte hombres, todos blancos, entre los cuarenta y cincuenta años. Yo soy la única mujer. En una sesión de negociación, se voltearon y me dijeron: “estás muy sensible, ¿quieres que te dé un abrazo?”.
Como mujeres no es fácil dar la pelea, porque al darla nos tildan de neuróticas, y cuando decimos “qué comentario tan desatinado” es porque no sabemos cómo asumir “un chiste”. Lo que yo quisiera transmitirles siempre es que no tenemos que hacer nada diferente a hacer nuestro trabajo y a hacerlo bien hecho. En la medida en que el mundo se vaya dando cuenta que somos igual de capaces, que no somos excesivamente sensibles y que no todo es culpa de “ese momento del mes”, va a ir cambiando la forma de percibir a las mujeres.
FJ: ¿Cómo llegaste a trabajar en la misión diplomática de Colombia para la OEA?
CC: Fue por la universidad. En esa época, cuando yo estaba en séptimo semestre, el Decano era el cura Álvarez, que era muy cercano al entonces embajador de Colombia ante la OEA, Camilo Ospina. En la misión querían empezar un programa de pasantías. Así que mandé mi hoja de vida y allá llegué.
FJ: ¿Qué le dirías a alguien que está empezando la carrera?
CC: No se cierren a una sola área del derecho, explórenlo todo. Cuando uno entra muy enfocado en una sola área puede dejar ir otras áreas que son igual o más chéveres. No desaprovechen la oportunidad, estudien. Tienen la fortuna de estar en una de las mejores facultades de derecho de este país, aprovéchenlo. No den por sentadas las oportunidades que les ha dado la vida. Es una oportunidad que no tiene el noventa por ciento de este país.
FJ: ¿Cuál es tu escritor o escritora favorito/a?
CC: Jane Austen.
FJ: Si pudieras describirte con un animal, ¿cuál sería?
CC: El fénix. Para mí, es la muestra fehaciente de la resiliencia. No importa qué tan mal estén las cosas, siempre van a mejorar.
FJ: ¿Crees que realmente el derecho puede cambiar el mundo?
CC: Sí. Más allá de lo que uno estudie, lo importante es lo que uno haga con eso. Como abogados podemos hacer una diferencia muy grande en el mundo, pero no por el hecho de ser abogados, sino por las herramientas y cómo las usamos. Podemos desarrollar una habilidad de pensamiento crítico, habilidades de mediación y la habilidad de entender la estructura de un Gobierno, como pocas otras carreras lo hacen.
Por ejemplo, lo que yo hago ayuda a mover la economía y al mover la economía de este país, por lo menos aseguramos que las cosas no empeoren. Me aseguro de que mis clientes sepan y entiendan que pasar plata para que adjudiquen un contrato no está bien hecho y que las cosas se tienen que hacer como dice la norma. Entonces, no estoy cambiando el mundo peleando por los derechos humanos, pero estoy cambiando el mundo de otra forma. Esa es nuestra labor como abogados, asegurarnos que el ordenamiento sirva para lo que tiene que servir.