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OPINIÓN

Redefiniendo la democratización: apertura de servicios financieros 

Impulsando una definición precisa del término y ejemplificando con razones y ejemplos.

Por: Pedro José Villa

El sistema financiero colombiano ha sido duramente criticado, en mayor o menor medida, por las múltiples dificultades que presenta ante una amplia brecha de bancarización y un escaso acceso al crédito. Este, visto desde un sentido jurídico, es sencillamente un contrato de mutuo que permite el cobro de unos intereses en favor de quien facilita el dinero. En la realidad criolla, puede ser una tarjeta de crédito mal o bien utilizada; el préstamo con objetivos, llámese hipoteca para una vivienda, libre inversión para vehículo o cualquier otro, encontrado en la página web del banco de su preferencia. 

Durante los últimos cinco años hemos visto un importante cambio en nuestra economía, en sus sectores. El impulso de la pandemia propulsó la digitalización de los comercios y con los estos, se apalancó la digitalización de la columna vertebral de la economía: el sistema financiero. Ahora bien, haciendo honor a la forma déspota en que se ha utilizado el término “democratizar” en las últimas semanas, se puede decir que dicho sistema otrora “antidemocrático” (si es que eso significa algo) se democratizó en mayor o menor medida. Esto fue gracias a la potente llegada de nuevos jugadores que sencillamente encontraron la forma de continuar prestando los servicios de las entidades que componen el sistema financiero otorgando esos créditos, pero de manera práctica, rápida y sencilla. 

En este momento, pensará usted en RappiBank o Nu, representativas de lo que hoy llamamos Fintech. Este intrigante término, se expande y se encuentra con la propiedad raíz o Proptech donde tenemos a Habi, LaHaus, cien cuadras, etc. Y así podemos pasar a otros servicios como las Insurtech, los E-Commerce o sencillamente el hecho de que Colombia cuenta con su propia SuperApp (Rappi), la cual es capaz de recoger múltiples servicios de la vida cotidiana y facilitarlos a través de una sola aplicación acaparando múltiples términos y, ahora sí, democratizando múltiples servicios antes disponibles en plataformas separadas o sencillamente inexistentes. ¿No es esta una mejor manera de ejemplificar la mal llamada democratización?

Las Fintech, son principalmente reconocidas por su importancia al prestar dinero a más personas, a través de esquemas no convencionales. Sin embargo, esta no es la única característica que estos modelos de negocio traen a los mercados. Particularmente resaltan dos. Una directamente relacionada con su existencia: la famosa democratización de los, ya no créditos, sino, de los servicios financieros. Y otra no necesariamente relacionada con la existencia de las Fintech: la aplicación de inteligencia artificial y machine learning a la prestación de servicios financieros. 

Otro claro ejemplo de esto nos lo da la asesoría prestada en el mercado de valores. Este tripartito, es comprendido como una operación de intermediación, como un deber y finalmente como una actividad propia del mercado de valores. Las compañías CrediCorp Capital con su aplicación Tyba o la Fintech Trii ejemplifican este servicio. Los jugadores tradicionales y no tradicionales han logrado con las nuevas tecnologías, asesorar a más gente y mejor (más allá de las discusiones normativas), conociendo hasta qué punto puede o no ser usted objeto de una obligación, así como cuál es su perfil de riesgo al momento de invertir en acciones, commodities o deuda pública. ¿Qué tiene esto que ver con el término “democratizar”? Realmente, nada; y me disculpo con los que pretendan darle esa connotación a la propiedad accionaria. Sin embargo, sí podemos extender el término a lo que las Fintech han logrado “prestando más plata a más personas” y ofreciendo la posibilidad de acceder a ese lejano mercado de acciones y valores, democratizando la posibilidad de compra de los colombianos. Eso sí es democratizar y no otra cosa. 

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