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OPINIÓN

2019-I

EXAGERACIÓN BURLESCA DEL PODER

Pablo Guete Álvarez (V Semestre de derecho)

La exageración burlesca es un estilo de ilustración, utilizado hace siglos, que tiene como finalidad satirizar, por medio de una caricatura, acontecimientos de la actualidad en donde se pueden encontrar involucrados uno o varios personajes. Cuando inició está técnica como una forma de “cargada burlesca”, se implementó el método de exagerar trazos del carácter, la personalidad, o incluso del aspecto físico de las personas, de las cosas o de las situaciones, todo con la finalidad de transmitir criticas contundentes por medio del humor. 

En Colombia, como sabemos, la ilustración burlesca es, hace años, una forma tajante de critica político-social donde los caricaturistas expresan gráficamente su visión sobre determinados asuntos, a través de humor y sátira. Hay que resaltar que para entender una ilustración burlesca no es necesario ser una persona muy culta, basta con estar informado de lo que acontece y de lo que se dice en el entorno. 

Hoy, cualquiera puede ser un ilustrador burlesco y la mayoría está en constante contacto con esta técnica que, anteriormente, solo encontraban los interesados en la prensa o la literatura. El enorme crecimiento de esta forma de sátira ha generado cosas positivas como el hecho de acercar a mas gente, sobre todo jóvenes, a temas relevantes del acontecer político. 

Así mismo ha traído como consecuencia que la imagen de la mayoría de los políticos se vea constantemente criticada, de una forma no vista anteriormente. La radicalización de ideologías, en la que actualmente se encuentra el panorama político nacional, ha generado que la respuesta de los políticos a la exageración burlesca sean ataques y señalamientos a cualquier contradictor de sus políticas. 

La enorme exageración burlesca que vivimos hoy ha traído como consecuencia la exageración del poder.Los políticos, lógicamente, también tienen la posibilidad de usar la tecnología para responder a sus contradictores. El problema es que los caudillos que creamos, para no perder su posición de “salvadores”, utilizan sus redes para difamar, calumniar e injuriar a sus críticos como si no tuvieran responsabilidad de dar ejemplo, ni estuvieran sujetos al Código Penal. El límite de todos debe ser la ley y es tiempo de que nuestros líderes estén a la altura del enorme poder que tienen y del cual abusan sin mayores consecuencias. Con sus respuestas, por no soportar una burla, terminan generando más violencia por medio de hostigamientos a periodistas que ven en ocasiones su integridad en peligro. 

No se trata de reclamar un trato especial para los periodistas, sino de defender su derecho a expresarse sin terminar siendo objeto de abusos de los que se saben poderosos. Una palabra de Petro o de Uribe es suficiente para destruir el buen nombre de alguien o para ensuciar su imagen pública. Ni responsabilidad, ni dignidad reflejan. Y lo peor es que en muchos casos, no están respondiendo impulsivamente, sino que reaccionan así con intenciones meramente políticas que se transforman en comportamientos peligrosos. 

Es obvio que los periodistas no deberían caer en la retórica de criticar porque que son periodistas y pueden expresar lo que quieran, nadie puede atacar la honra ni el buen nombre de una persona. Pero, lo trascendental de este asunto es que, en estos tiempos de grandes conquistas modernas, el respeto por los derechos humanos, entre ellos la libertad de expresión, puede verse perjudicado por la irresponsabilidad de poderosos. 

Nos corresponde a todos los ciudadanos el siguiente paso. El de exigir sin miedo, con la ley de su lado, debemos acabar con la mentira como estrategia política. Mas allá de las ocurrencias políticas no se puede dejar solos a los calumniados. Es momento de hacerle frente al caudillismo, que lo único que nos ha traído es odio y segregación.  

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