CRÓNICA
Colombia no ha sido ajeno a la idea de un rediseño institucional encaminado a restringir las funciones del presidente.
Modelo semipresidencial: en respuesta a los problemas del hiperpresidencialismo latinoamericano
A lo largo del artículo se analizará la aplicación del sistema semipresidencial. Lo anterior en búsqueda de suplir problemas que se han encontrado en los sistemas presidenciales de América Latina durante su historia constitucional.
Por: Laura Salcedo
El hiperpresidencialismo se reconoce como uno de los principales problemas de teoría política que se ha vivido comúnmente en la mayoría de los Estados de América Latina. Dicho fenómeno se caracteriza por la entrega de competencias desbordadas al presidente frente a los otros poderes del Estado. De esta forma, se rompe el sistema de frenos y contrapesos. Pero en especial el principio y potestad de armas o herramientas, que tiene una rama para frenar las acciones de la otra: principio base dentro de la formulación de la separación de poderes. Este es un modelo que, aunque cuenta con un amplio desarrollo histórico, encuentra su máxima aplicación en los conceptos de los Federalistas en los Estados Unidos, pues en eso se basaron posteriormente de una forma trocada nuestros actuales modelos presidenciales.
Este desbalance tiene su explicación histórica en lo marcada que estuvo la región por los caudillismos civiles y militares que lideraron los movimientos independistas de la época. Además, tuvo influencia la expansión de modelos populistas y la inestabilidad política por luchas entre los distintos poderes al interior del Estado. En específico, el conflicto entre el poder legislativo y el ejecutivo, llegando a la conclusión de que las nuevas repúblicas latinoamericanas no pudieron abandonar la influencia colonial. Este fenómeno de desbalance pudo ser una de las causales de las dictaduras que azotaron la región durante la segunda mitad del Siglo XX, llevando a países como Argentina, Chile y Perú a mirar los sistemas semipresenciales como una salida al autoritarismo vivido en sus Estados.
Las contradicciones entre lo proclamado en las constituciones y lo aplicado desde los modelos republicanos tradicionales caracterizados por su poca apertura hacia la participación ciudadana y a sí misma hacia una democracia deliberativa. Es lo que lleva a pensar en el semipresidencialismo como una propuesta de rediseño institucional. Una que da mayor posibilidad de participación y deliberación ciudadana dentro de las decisiones de los gobiernos. Asimismo, desde un modelo de colaboración entre todos los órganos del poder para lograr una mejor aplicación de los nuevos derechos constitucionales.
La inclusión de un modelo semipresidencial puede implicar una ruptura parcial en la marcada separación de poderes. También, en los mecanismos de control entre ellos, que muchas veces terminan por bloquear el buen desarrollo de las políticas públicas de un gobierno determinado. Lo anterior, para dar vía a una necesaria colaboración entre el Legislativo y Ejecutivo.
En línea con lo anterior, Colombia no ha sido ajeno a la idea de un rediseño institucional encaminado a restringir las funciones del presidente. La Constitución de 1991 implementó mayores restricciones en cuanto a los poderes del ejecutivo, en específico en las declaraciones de estados de excepción. Incluso, se han presentado ideas de reforma hacia un modelo semipresidencial, como el Acto legislativo No. 11 de 2004. En la actualidad, las tendencias presidencialistas continúan intactas.
Se ha podido observar cómo la rigidez del sistema presidencialista ha jugado en contra de la buena representación de los todos los intereses de los ciudadanos. Pues ha existido una división política que va de la mano con la situación actual de marcada polarización en el país. Esta última, se ha venido fortaleciendo desde inicios de siglo y tocó su punto más álgido con la implementación del acuerdo de paz.
De hecho, el partido de gobierno actual ha tenido una cerrada tendencia a favorecer sus intereses propios en lo referente al acuerdo de paz, hecho que no es funcional en épocas de marcada polarización. La inclusión de un sistema semipresidencial, en este caso específico, podría ser un mecanismo garante de mayor deliberación en las decisiones de gobierno, así como de mayor participación de partidos de la oposición. Aunque no son mayoría, representan a una importante proporción de los ciudadanos, generando así incentivos de cooperación efectiva, entre la rama legislativa y el ejecutivo.
En conclusión, todos los cambios de sistema de gobierno son un proceso de negociación entre partes e intereses del Estado. Los llamados a conducir tales procesos en América Latina son muy distintos a los de países que anteriormente han aplicado con éxito el cambio hacia un régimen semipresidencial. En la región cualquier partido que en su momento controlara la presidencia o tuviera expectativas de controlarla, por intereses propios no negociaría la disminución de las atribuciones del presidente. Más bien, buscaría optar porque dichas propuestas consistieran en reformar el poder y no en sustituir el régimen presidencial. De esta forma se sigue reforzando el hiperpresidencialismo en América Latina.