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CULTURALES

Disney ya está invirtiendo en el cambio social y ustedes ¿para cuándo?

¿Aún siguen siendo felices para siempre?

Foro Javeriano analiza los cambios que la empresa mundial The Walt Disney Company ha realizado a lo largo de los años y cómo estos se ajustan a los nuevos ideales contemporáneos. Los cambios son un reflejo de la sociedad actual.

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Fuente: Pexels

Por: Alejandra Lucia Vélez y Geraldine Pardo

Walter Elias Disney ha conseguido que sus empleados capten generación tras generación: el entusiasmo y los ideales por los cuales The Walt Disney Company se lanzó hacia lo más alto. Es decir,  la creatividad, la calidad y lo que la compañía llama storytelling, lo cual consiste en  contar historias con el corazón, que entretengan y emocionen tanto a niños como adultos en todo el mundo.

 

La compañía Disney comprende todo tipo de públicos, encontrándose inserta en la vida diaria de la mayoría de los hogares; casi como si se tratase de un elemento indispensable o inherente a todo ser humano. Consiguiendo no ser vista tanto como una marca, sino como algo más cercano a todos. En un intento por buscar una explicación rápida y lógica a este fenómeno, encontramos que el fundador quería que todas las generaciones se unieran en la fantasía de los mismos clásicos. Para lograrlo, cada ciertos años la compañía debía hacer una remasterización de sus obras maestras, adecuándolas a la sociedad contemporánea.

 

Ahora bien, con el tiempo las personas cambian sus intereses, estereotipos y prioridades; y con ello la sociedad. La industria cinematográfica no se queda atrás y responde a los intereses y necesidades sociales. Un ejemplo, de esto se puede ver con las tres generaciones de princesas: La primera generación es la de Blancanieves (1937), la Cenicienta (1950) y la Bella Durmiente (1959); demostrando el ideal femenino que consistía en ser pasiva y “juiciosa”,  cuyo mérito era ser hermosas. Por ejemplo, Blancanieves llega a una casa desconocida en medio del bosque, después de un susto de muerte, y lo primero que hace es ponerse a limpiar. Además, es de lo más maternal: que a los siete enanitos mineros con barba los adopta y trata como bebés. La segunda es la de la Sirenita (1989), Jasmine (1992) y Bella (1991). Algo van mejorando: son contestonas, desobedientes, curiosas por naturaleza y se le rescatan más atributos, como la lectura. Pero aún tienen un punto pánfilo y de sujeto pasivo de rescate. La tercera empezó con Mulán (1998). Pero resalta con Tiana (2009), que quiere montar su propio negocio (¡una empresaria!) y Rapunzel (2010), que cuando decide cortarse la melena rubia es cuando se libera. Ambas se rescatan a sí mismas y tratan de tú a tú a los protagonistas masculinos.

 

En los últimos años, Disney ha apostado por nuevas propuestas: se disculpan por las alusiones clasistas y racistas de sus anteriores creaciones; tienen personajes homosexuales que componen una familia; la nueva Sirenita tiene como protagonista a una afro; Super héroes de diversas razas como lo es Salma Hayek; también, en “Hocus Pocus 2”, en la que las tres protagonistas son acusadas de ir por el "camino equivocado", porque la hermana mayor no desea casarse; en “Encanto” y “Frozen”, sus protagonistas no son rescatadas por un príncipe o un hombre. Son ahora ellas mismas quienes resuelven sus dilemas. En la nueva versión de Mulán, la protagonista no tiene un amor romántico, ella simplemente vive según los mandatos de su corazón, sin atarse a un hombre.

 

Lo anterior, ha generado muchos debates. Unos sostienen que los cambios tan disruptivos de las características de los personajes y las historias, ya conocidas, no son acertados; les resulta exagerado. Otros aplauden dichas transformaciones por ser incluyentes o menos patriarcales. No se puede olvidar los vídeos virales de niñas alrededor del mundo de raza negra viendo la publicidad de la nueva película de “La Sirenita”; la emoción que generaba en las niñas el sentirse identificadas no tiene nombre. Tal vez el nuevo Disney busca un entorno más diverso en donde todos se sientan representados.

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