top of page

CRÓNICA

¿Qué historia cuentan las obras de Jorge Olave?

Las emblemáticas estatuas de La Candelaria

En La Candelaria, las esculturas de Jorge Olave se asoman por los techos y ventanas de las casas coloniales. Fuimos a hacer el tour y acá le contamos sobre el artista y esta particular instalación permanente.

michael-baron-YQSXw2YVqyU-unsplash.jpg

Por: Martín Jaramillo y Camila Solano

Bogotá es una ciudad bastante inexplicable. En su momento le decían la ‘Atenas latinoamericana’ debido a que los bogotanos de antaño se jactaban de ser “la cuna de la civilización”. Luego, todavía copiando lo extranjero, pasó a ser la ‘París’ de este lado del mundo, debido a su cultura. Acá en Bogotá todo marchaba bien, era una ciudad próspera, de vanguardia y letrada. De hecho, el barrio La Candelaria era el epicentro de aquella clásica Bogotá. Sin embargo, un 9 de abril acabó toda esta profecía de progreso y estabilidad; durante esa noche, saquearon a Bogotá de una ilusión. Desde entonces, ese foco de todo lo anteriormente descrito, que era La Candelaria, tomó una ruta que poco a poco fue llegando hacia el olvido. Lo anterior, sumado a que Bogotá, al ser la capital, fue el centro de acogida de las víctimas de la violencia. Colombia ostenta el vergonzoso primer puesto en desplazamiento armado interno y la gran mayoría de los desplazados terminan en las grandes ciudades, especialmente su capital. Todo tuvo un cambio. Las personas que vivían en el centro de Bogotá migraron a distintos sitios, especialmente hacia el norte. Quienes vivían cómodamente en el campo tuvieron que llegar a la ciudad con las maletas llenas de nostalgia.

A raíz de todo lo anterior, se llegó al punto en el que, si Bogotá se llegaba a parecer aAtenas, era por las ruinas. El centro se volvió, en varios puntos, un territorio hostil y de pocas oportunidades.

Por otro lado, hay que aclarar que no todo fue malo. Siempre en los momentos de oscuridad llegan ciertos actos de irreverencia esperanzadora. En este caso fue la resistencia que se hizo dentro de La Candelaria, especialmente en el sector del Chorro de Quevedo. El arte, la música, el teatro, las actividades circenses y la fiesta se unieron para no dejar morir esa esencia de laBogotá cultural.Se vivió, y se ha vivido desde entonces, la cultura de una forma más bohemia y clandestina.

 

Una de las mayores muestras de lo anterior está precisamente en este sector de la ciudad. Sobre la carrera 3 entre las calles 9 y 12 están las esculturas del maestro Jorge Olave.  

Desde 1996, Olave embelleció con 33 esculturas los techos y ventanas de La Candelaria. Hoy se les ve el paso del tiempo: al malabarista le faltan algunas clavas y la pescadora no tiene el banano que colgaba al final de su caña, pero en todo caso, la exposición permanente sigue viva y las estatuas se mimetizan dentro de la fachada del barrio. La obra nació con la intención de representar la cotidianidad, por medio de sus personajes; las estatuas son una representación de los residentes y de su día a día. Un zapatero, una pescadora, un albañil y muchos otros“anónimos” del barrio fueron inmortalizados por Olave.

 

"Fueron concebidas desde un primer momento como un monumento a la gente común, a los anónimos del barrio, en un intento de integración y de involucrar a los ciudadanos y tienen su propia historia”, dijo el artista al respecto.

Jorge Olave fue un escultor y gestor de proyectos culturales. Nació en 1953 y murió asesinado en el año 2013. En 1975, Olave vivió en Nueva York y una de las cosas más importantes que aprendió fue que el reconocimiento de la obra de una artista no se ve reflejada en cuánto se pueda vender o qué precio tiene, sino en cómo se puede involucrar a las distintas personas a sus procesos artísticos. Por este motivo, luego de su regreso a Bogotá, se embarcó en este nuevo proyecto. Los materiales, resina y fibra de vidrio, son frágiles y las estatuas están huecas por dentro. La intención de Olave siempre fue que las personas del barrio crearan un sentido de pertenencia con ellas y las conservaran entre ellos mismos, como ha sucedido.

El rockero

Si bien el artista quería mostrar con su obra la cotidianidad del centro de la ciudad-que hasta en su material se evidencia-, es quizás la estatua hecha en honor al músico y actor ‘KikeVivaldi’ la que más resalta la verdadera intención del artista. Es la estatua de un músico de pelo largo y pantalones rotos-al cual el tiempo le quitó su guitarra-y que sigue siendo la estrella del barrio. Vivaldi era casi una figura pública dentro del barrio. Como vocalista de la banda Leit Motiv fue uno de los que hicieron historia el 27 de mayo 1995, día que se presentaron en el estadio del Olaya en la primera edición de Rock Al Parque; el que es hoy el festival gratuito más grande de Latinoamérica. Esta escultura es la representación de un músico que tuvo que emigrar hacia Bogotá probando suerte y la encontró. Eso tiene esta ciudad, la generosidad de saber abrir las puertas. Hace poco se volvió viral un trino que decía que Bogotá no solo tiene el remoquete de ‘la nevera’ por su frío clima; sino porque ha sabido darnos comida a todos.Dejando de lado los regionalismos, y romantizando lo anterior, la intención del artista demostrar a la ciudad como una tierra de oportunidades, dentro de lo posible, se ve mostrada tanto en la escultura del músico como en la historia de este. Una ciudad con la que a veces hemos sido ingratos ante su recibimiento.

El zapatero

La estatua se asoma desde el techo hacia abajo, como si estuviera mirando hacia la calle, con curiosidad, mientras lustra unos zapatos. Durante los años 60, los zapateros eran fundamentales en el centro de Bogotá, pero, poco a poco, se ha hecho una profesión menos común. Esta estatua se encuentra encima de una antigua zapatería sobre la calle del campo.

El malabarista

El centro de Bogotá y en especial la zona del Chorro de Quevedo se ha caracterizado por ser un espacio artístico lleno de grafitis, arte, teatro, música y malabares. El monumento del malabarista está encima del arco de la plazoleta del Chorro. Está sobre un monociclo, mientras lanza sus clavas en el aire. Está inspirado en los malabaristas que viven en Casa Locombia, un hostal que ofrece alojamiento para artistas, con el fin de generar un intercambio cultural e internacional. Está ubicado en la Plaza de la Concordia, en La Candelaria. Fue fundada porJuan Castillo, quien después de recorrer el mundo y quedarse en diferentes casa artísticas alrededor del mundo, decidió llevar a cabo lo mismo en Colombia. Quedarse en este espacio artístico tiene un costo de 50 mil pesos, pero si algún artista no tiene el dinero para pagar, lo puede reemplazar por trabajos de aseo en el hostal. Conocimos a Sergio en su tienda de artesanías, bajando por la Carrera 2. Se llama Artesanías Buena Onda y venden joyas, ropa y elementos místicos de culturas como la chibcha, la africana y la india. Sergio también es malabarista y vive fascinado por la escultura de Olave. La ve todos los días al salir de su tienda. Jorge Olave murió en el año 2013, pero su obra sigue inspirando a los habitantes de La Candelaria. Entre ellos han cuidado y restaurado los monumentos; ya son parte del alma del barrio. Es muy entretenido explorar el centro mientras uno busca las estatuas. El legado de Olave y lo que siempre quiso hacer con su arte fue involucrar a distintas personas dentro de su proceso creativo. Además, siempre buscó resaltar a la gente común o a “los anónimos del barrio”, como los llamaba él.Hoy en día, los mismos anónimos del barrio son quienes cuidan y protegen el arte de Olave.

bottom of page