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INTERNACIONAL

El pasado lunes 26 de septiembre del 2022 la frontera colombo-venezolana volvió a abrir sus puertas tras siete años de cierre por la crisis del 2015.

La esperanza de un pueblo emigrante

Desde la década de 1970, los colombianos han emigrado a Venezuela para huir de la guerra del narcotráfico que durante años ha subyugado a nuestro país a eternos periodos de violencia.

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Fuente: Pexels

Por: Milton Camilo Chávez Mendoza

Para 1990 los colombianos representaban el 77% de la población total de inmigrantes que habitaban en Venezuela. Esta situación fue aprovechada en la década de los 2000 's por el entonces presidente venezolano Hugo Chávez quien, con recursos obtenidos por el petróleo, empezó a financiar políticas populistas y programas sociales conocidos como la "Misión Bolivariana".  Estos programas tenían como finalidad otorgar a los colombianos residentes en Venezuela el derecho al voto y demás servicios sociales con el fin de que estos inmigrantes votaran por el régimen chavista. Además de ello, la creación de controles de divisas y subsidios de la era de Chávez desembocarían en una situación que años después sería insostenible, pues permitió que los colombianos residentes en Venezuela hicieran uso de los subsidios del gobierno bolivariano para contrabandear bienes que se extenderían más allá de las fronteras de Colombia y Venezuela, y cuyos precios eran fijos, permitiendo obtener grandes gananciales.

A pesar de la buena acogida que tuvieron los colombianos en territorio venezolano, su situación empezaría a desmejorar con la llegada del gobierno de Maduro y el declive de la era dorada venezolana. En agosto de 2015, Nicolás Maduro anunció el cierre de la frontera como parte de una campaña contra el contrabando, fruto de la situación generada en el gobierno de Chávez y en respuesta a la emboscada que habían sufrido tropas bolivarianas el día anterior al anuncio. Esta situación no solo desató una crisis diplomática entre los dos países, sino que generó violaciones completas a los derechos humanos de los colombianos deportados. Aquel hecho sería corroborado con la visita a la frontera colombo-venezolana el 10 de septiembre por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cual pidió al gobierno venezolano la devolución o indemnización de los bienes de miles de colombianos que se perdieron durante la deportación.

Tras la problemática ocurrida, las relaciones entre Colombia y Venezuela se estancaron, fracasando los intentos de abrir un proceso "ordenado, controlado y gradual" tanto en la administración de Juan Manuel Santos en Colombia en 2016, como en la de Iván Duque. El cual, a pesar de haber pedido la normalización de las relaciones comerciales y diplomáticas entre los dos países, no reconocía el gobierno de Nicolás Maduro al ser un régimen dictatorial con el que discrepaba en materia económica, social y política.

Tras siete años de procesos fallidos para lograr reabrir la frontera con el vecino país, el ambiente pareció cambiar por completo con la aparición de Gustavo Petro. El nuevo presidente de Colombia dejó claro desde el inicio que uno de sus objetivos es restablecer los lazos con los países vecinos y reabrir las fronteras para "reiniciar intercambios que nunca debieron interrumpirse". Este giro en las relaciones, propiciado por la apertura de fronteras, y la cercanía ideológica entre ambos gobiernos hace pensar que las tensiones no se incrementarán, como en el pasado, sino que se creará un ambiente en donde ante todo se respetará la relación comercial fronteriza y se revitalizarán las economías. 

La reapertura de esta frontera no solo puede generar grandes cambios en materia comercial, pues permite el flujo de bienes y servicios no solo entre Cúcuta y Táchira, sino en toda la economía de ambos países, oxigenándola y dándole la oportunidad a que se intercambien algunos productos derivados de ambos territorios. A su vez, permite garantizar una mejora en el tránsito de personas, brindándole seguridad tanto a los venezolanos como a los colombianos que a diario son víctimas del tráfico de personas, la trata de blancas, y la violencia, producto de los grupos al margen de la ley. También, la apertura de la frontera le devuelve la esperanza a los residentes de este territorio que han sido víctimas del abandono estatal, especialmente en el lado venezolano.

No obstante, en materia política quedan algunas cuestiones sobre la mesa, siendo la más alarmante la búsqueda para frenar el contrabando y actividades delictivas, que a pesar de que se han mencionado en algunos discursos, ninguna de las dos partes ha dado respuestas concretas.  Solo resta decir que, con la reapertura de esta frontera estratégica, se espera que se logre una especie de Tratado de Libre Comercio (TLC) legítimo y beneficioso.

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