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PERFIL

Perfil del Dr. Andrés Fernando Ramírez

Andrés Fernando Ramírez:
El Canonista, Penalista, y amante de los perros.

FORO JAVERIANO visitó en su oficina del sexto piso a Andrés Fernando Ramírez, para conocer un poco más del renombrado profesor de Teoría del Derecho y de Derecho Penal, y actual director del Departamento de Derecho penal.  

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Por: Daniel Londoño de Vivero y Santiago Osorio Salazar

Más de uno de los muchos estudiantes que han pasado por sus cátedras podría pensar que el inconfundible doctor Ramírez es totalmente bogotano, sin embargo, estaría cometiendo una gravísima equivocación. Él cuenta que si nació en Bogotá es porque “los antioqueños nacemos donde queremos”, sin embargo niega tener sangre bogotana y, por el contrario, se considera un paisa de pura cepa. Tan es así que su familia es íntegramente antioqueña y, más importante que todo, es hincha del Deportivo Independiente Medellín. No obstante, le guarda una inmensa gratitud a la capital 

Hijo de una familia textilera, estudió en el colegio Los Cerros de Bogotá, del cual una vez graduado supo inmediatamente que quería ser abogado. Lo anterior, confiesa,  debido a la gran influencia que recibió por parte de su abuelo materno, quien era un egresado de la promoción de 1936 de la Universidad Nacional, y cuyo gran amigo era el maestro Gerardo Molina, un importante ideólogo y político colombiano. Relata además, que ingresó a la facultad de derecho única y exclusivamente porque quería ser abogado penalista, mostrando una inclinación desde muy joven por esta área del derecho, la que dice preferir por ser  la rama más humana y, con esto,  la más compleja.  

Durante su paso como estudiante de derecho por su Alma Máter, la Universidad Javeriana, asegura haber sido un buen estudiante; pero no pasó invicto en su carrera, pues perdió Filosofía de primer año, convirtiéndose en una víctima más del famoso Padre Pepino; uno de los sellos de ser javeriano.  Sin embargo, nos dijo que mentiría si dijera que odió alguna clase pues durante su carrera no odio ni siquiera esta. 

Al indagarle por su profesor favorito, el doctor Ramírez no vaciló en escoger, como buen penalista javeriano, al doctor Bernardo Gaitán Mahecha y a Edgar Lombana Trujillo, quienes fueron sus maestros de derecho penal  no solamente durante los cinco años de pregrado, sino que han sido sus maestros toda su vida hasta el presente. Señala que ellos han intervenido en todos los acontecimientos más importantes de su vida, tanto desde el punto de vista profesional, como el personal, por lo cual les guarda un respeto y agradecimiento absolutos.  

Luego de su paso por la universidad, Ramírez tuvo la oportunidad de viajar a la Haya a hacer un curso, paradójicamente de Derecho Internacional. Pero nos aseguró que ese viaje no obedeció a ninguna otra razón más que su tía materna estaba en su destino diplomático en esa ciudad y se le presentó la oportunidad de ir a estudiar a la prestigiosa Corte Internacional de Justicia, cosa que no podía desperdiciar por más penalista que quisiera ser.  

Sin embargo, el curso de Derecho Internacional no fue el único estudio que hizo en otra área distinta a la del derecho penal; de hecho, ninguno de los posgrados que ha realizado nuestro director de Derecho Penal ha sido enfocado en esa área del derecho. Ramírez es efectivamente especialista, maestro y doctor, pero de Derecho Canónico. Su decisión de estudiar esa área de las ciencias jurídicas, que a primera vista parece poco convencional, la hizo por formación intelectual, pues el derecho canónico –explica- fue enseñado primero, por ser, además, el pilar del derecho civil o laico. La línea divisoria de hasta cuando dejaron de ser facultades de derecho canónico y cuándo nacieron las facultades laicas es muy reciente. Para él, el derecho de la iglesia es fundamental para entender las estructuras jurídicas y la teoría jurídica. 

Por otra parte, su sueño de ser profesor, derivado de sus abuelos quienes fueron docentes, empezó a cumplirlo luego de su regreso del curso de derecho internacional al que asistió en la Haya, en el año de 1992. Asegura que se encuentra absolutamente feliz con las dos cátedras que tiene (Teoría del derecho y Derecho Penal), las cuales encuentra apasionantes. Además considera que las mismas se complementan absolutamente, e incluso nos confesó que le llama mucho la atención estar dictando esas dos materias en especial, ya que los grandes profesores alemanes de derecho penal, como Roxin o Jacobs,  son todos profesores de teoría del derecho. Incluso en América latina, el profesor Luis Guzmán de Albora, profesor de la Universidad de Valparaíso, dicta también ambas cátedras 

Además ha llegado a desempeñarse como director del departamento de Derecho Penal, aún sin haber realizado un posgrado formal en la materia. Esto lo logró, pues aunque estudió derecho canónico, sus tesis de maestría y de doctorado estaban íntimamente relacionadas con el Derecho Penal. Adicionalmente fue profesor de especialización de derecho penal muy joven, y luego lo fue de una maestría. 

Así como su vida académica, su vida profesional ha sido igualmente exitosa. Entre los cargos más importantes que ha ejercido se encuentran el de haber sido Vicefiscal General de la Nación en el 2004, y haber sido Conjuez de la Corte Suprema de Justicia y del Tribunal Superior de Bogotá. Además ha recibido múltiples reconocimientos, pero el que más ha agradecido es la imposición de la orden de la Justicia Penal Militar, que se entrega en reconocimiento a quienes han trabajado por la Justicia Penal Militar. Su contribución por la cual fue condecorado consistió en pertenecer a la comisión redactora del nuevo código de esa jurisdicción. 

Cuando no está trabajando, su tiempo libre lo dedica a su familia-está casado y no tiene hijos-, pero sobre todo a sus perros, a quienes considera parte de ella. El doctor Ramírez tiene diez perros. Sí, ¡diez!, de los cuales seis son chihuahuas y  cuatro son pastores alemanes. Y participa frecuentemente con ellos en exposiciones caninas. Nos comentó que su gusto por los perros es de toda la vida, ya que su abuelo era un gran amigo de Carlos J. Echavarría, la primera persona que organizó una exposición canina en Colombia en 1957. Cuando nació, siempre estuvo rodeado de pastores alemanes en la casa de su abuelo, por lo que desarrolló un gran afecto por los mismos. 

Ramírez también es un lector empedernido. Si bien ya no puede dedicarle tanto tiempo a la lectura como lo hacía en la universidad, ésta sigue siendo una de sus pasiones. Entre sus autores favoritos de derecho penal se encuentran el “Miguel Ángel del derecho penal” Francisco Carrara, Hans Welzel y Claus Roxin. Desde el punto de vista de la literatura, siempre tendrá una fascinación especial por quien escribió el resumen de los quinientos años de la Universidad de Boloña, Humberto Eco. 

De su paso por la Universidad Javeriana recuerda con mucha jocosidad una anécdota en especial, la cual nos contó entre risas: Resulta que uno de sus grandes amigos de carrera se llamaba Francisco. En ese entonces tenían un profesor de Constitucional General cuyo nombre era Jaime Hernández, quien era absolutamente riguroso, y cuya materia era realmente difícil de aprobar. Francisco era miembro del equipo nacional de salto y al doctor Hernández le encantaban los caballos. Por aquella época, en los últimos días de clases siempre se le llevaba una serenata al padre Giraldo en medio de una fiesta absoluta en la playita del edificio central donde todo el mundo tomaba aguardiente, cual carnaval. Allí estaba el profesor en mención y comenzaron a hablar sobre caballos en medio de unos tragos que se convirtieron luego en botellas. El examen oral fue a los diez días, al cual su amigo Francisco asistió con una corbata de caballos y la necesidad de pasar el examen. Al recibir la papeleta, se percató de que era realmente imposible. Las preguntas eran: 1. ¿Qué es el empirismo hielocrático en la edad media? 2. ¿Por qué Lowenstein considera que la democracia americana es una democracia de masas? 3. Defina que es el poder para Kant. Inmediatamente después de leerla, “pacho” se levantó y se la entregó al doctor Hernández diciéndole: “Doctor, ¡Le tengo un caballo fenomenal!” (Pasó el examen). 

A este estudioso del derecho canónico, autodidacta del derecho penal y amante de los perros, sólo nos queda por manifestarle nuestros más profundos deseos de que nos siga acompañando en la facultad durante muchos años más, sirviéndonos de ejemplo como profesor, como profesional, pero, sobre todo, como persona.  

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