top of page

PERFIL

“El triunfo y la satisfacción saben distintos cuando se han logrado con esfuerzo” 

Andrés Atahualpa Pérez 

Foro Javeriano tuvo la oportunidad de adentrarse en la vida de Andrés Atahualpa. Hablamos de cómo Ernesto Samper influyó en su deseo de ser Javeriano, de la profundidad de las letras de Bad Bunny, de la visión geopolítica de Pedro “El Grande” y mucho más. 

Andrés Atahualpa Pérez.jpg

Por: José Javier Osorio Quintero 

Andrés Atahualpa Pérez es el director de la Carrera de Derecho. Detrás de su figura –un poco seria– se esconde un hombre culto, gracioso y sensible. Se define a sí mismo como “un ser humano preocupado por las situaciones que ocurren y un amante de los animales”. Es además un “liberal en su pensamiento y formas de ver la vida” y un fiel creyente del poder de una carta. Dato adicional: es un amante de la historia rusa. 

 

Tiene 37 años, es hijo único y es de Neiva. Estudió en un colegio público en dicha ciudad. Siempre pensó en ser abogado o periodista –entre risas comparte que le han dicho que registra bien en cámara –; confiesa que si en su época hubiera existido la opción de múltiple programa lo hubiera adelantado. Se decidió por estudiar Derecho precisamente en la Javeriana porque acá estudió Ernesto Samper Pizano; sí, así como lo están leyendo. 

 

En 1994, Ernesto Samper Pizano ganó las elecciones presidenciales y en medio del Proceso 8.000, Andrés Atahualpa, siendo un niño de escasos 10 años, le escribió una carta pidiéndole que no renunciara. Su padre, que siempre le ha alcahueteado todo, hizo las gestiones necesarias en la Gobernación del Huila para que llegara la misiva. A los 3 meses, llegó a su casa un sobre “divino” con la respuesta del Presidente Samper agradeciéndole por su carta. Le dijo, además, que “niños como tú son los que necesita el país”. Este hecho le dejó la enseñanza de que “uno no sabe el impacto que puede tener la respuesta que uno le dé a un ser humano”. 

 

Cuando salió el primer libro del mandatario, llamado “Aquí estoy y aquí me quedo”, Andrés fue de seguro la primera persona en Neiva en devorárleso, pues su tía, quien vivía en Bogotá, lo compró y envío a su ciudad natal antes de que llegara a las librerías. “Cuando abro yo el libro y en la solapa del libro dice: “Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana”, fue cuando yo dije: Yo tengo que ser Javeriano”. 

 

Sus sueños de estudiar en la Javeriana, empero, se veían como algo imposible pues su familia no contaba con los recursos necesarios. “¿Cómo iba a hacer una familia de clase media para llevar a su hijo a estudiar en la universidad más importante de Colombia?”. Tras presentar las entrevistas y sortear algunos problemas con los documentos de su inscripción a la carrera, se acercó a la rectoría y le dejó una carta al Padre Rector Gerardo Remolina S.J. manifestándole sus deseos de estudiar en la Javeriana pero la difícil situación económica que se lo impedía. Le otorgaron una beca del 80% pero debía mantener un promedio acumulado mínimo de 3.8, no perder ninguna asignatura y prestar un servicio social, el cual tuvo como producto la fundación de la revista “UNIVERSITAS ESTUDIANTES”, de la cual no solo fue uno de los fundadores sino el primer director de la misma.  

 

El Colegio de Abogados Javerianos lo hizo merecedor de la Distinción Gabriel Giraldo S.J. en el marco de sus estudios universitarios. Se enorgullece también de la Cruz San Pedro Claver, uno de los mayores reconocimientos que hace la Javeriana a sus estudiantes. Su dedicación a los estudios lo hizo ser digno de la Orden al Mérito Académico Javeriano. 

 

Ve el factor diferencial que tienen los abogados Javerianos en la enorme amistad, el colegaje, el hecho de “compartir la misma sangre de Javier”.  

 

Siempre tuvo claro que quería hacer su vida en Bogotá. Esta ha sido una ciudad que le ha dado todas las oportunidades y le ha permitido gozar de plenitud en vida. Sin embargo, en 20 años se ve en una finca con muchos perros y gatos rescatados de la calle. “Ese es mi propósito de mi vida, quisiera tener la satisfacción de ayudar a los animales. Esta sería mi definición de felicidad”. Sostiene, empero, que quiere estar siempre vinculado a temas de educación. 

 

Los domingos le gusta leer la prensa y compartir en familia. Una de sus grandes pasiones es salir a caminar. Es usual encontrarse estudiantes en la ciclovía o alguno que otro en pijama saliendo de un supermercado, pues vive cerca de la universidad. No tiene una ruta definida, es posible encontrarlo en el Parque Nacional, en el Parque El Virrey o incluso haciendo el “septimazo”. En temas de vida es un amante de la lectura y los viajes. 

 

En términos musicales, no le gusta mucho el vallenato ni la ranchera, pero si el reguetón, la música clásica y la música para planchar. A Bad Bunny lo tiene metido en el corazón. “Uno tiene que ser serio en algunas cosas, pero los gustos no le quitan a uno la seriedad. En términos generales son canciones muy bonitas que llegan al alma”. Divide su gusto por Benito en dos épocas: la de canciones de ritmo pegajoso como “Chambea”, que terminan moviendo a las personas, y la de “clásicos”, como “Si veo a tu mamá”, canción con la que ha llorado y cuyo vídeo es muy diciente. Del último álbum le gusta “Ojitos lindos”. Frases como “hace tiempo que no envío un buenos días te amo” le suscitan reflexiones como: “¿a nosotros cuánto nos cuesta poderle declarar el amor a las personas que nos rodean? ¿Cuántas veces con nuestras parejas o personas cercanas hay cosas que eventualmente damos por sentado como un te amo”. Andrés Atahualpa es una persona que, de las canciones de Bad Bunny, degusta las letras “más allá del perreo y el sandungueo”. 

 

Su apellido tiene orígenes en Perú. Su tatarabuelo salió del país inca y se asentó en Pitalito (Huila). Algunos de sus antepasados se radicaron en Neiva y actualmente la familia Atahualpa Pérez tiene domicilio en Bogotá. Con risas ve como su familia ha ido “escalando” en términos de altitud. Comparte que, cuando existían los directorios telefónicos, todos los Atahualpa eran parientes. 

 

Hizo su doble titulación en San Sebastián, España. Sus años allí los resume como “uno de los momentos con más amor de su vida”, no solo por la experiencia de estudiar en el extranjero sino por la cantidad de aprendizajes que se llevó. En las tardes, luego de estudiar, trabajaba en un restaurante. Sus años allí lo hicieron un amante de la comida vasca y la cultura alrededor de ella, situación que lo hizo engordar 15 kilos. Haciendo un contraste, destaca la educación personalizada, la pedagogía y las dinámicas del aula de la Javeriana.  

 

En México estudió pedagogía, centrándose en cómo acercar la pedagogía al Derecho. Esto responde a que, tradicionalmente, en Colombia se piensa que un excelente profesional en un área –en este caso en la Ciencia Jurídica– es un buen profesor de ella. “No es lo mismo ser experto en algo que saber incentivar ese desarrollo del conocimiento en los estudiantes”, concluye. 

 

El mayor reto que tiene como director de la carrera es “tener la capacidad de entender las circunstancias de cada uno de los 1.206 estudiantes que tiene el Programa. De ahí tiene que partir todo lo demás. Intentar tener una oficina siempre abierta ha sido para mí un aspecto fundamental, es decir, que el que quiera sentarse a hablar conmigo y contarme su dificultad pueda hacerlo”. 

 

Añade que “de nada nos sirve que las universidades sigan estando ranqueadas con ocasión del número de artículos que publican en revistas indexadas si esa investigación no les sirve para entrar a solucionar el problema del señor que fue despedido injustamente de su trabajo”. 

 

En su vida jurídica, es menester resaltar que hace poco tuvo un triunfo del cual le queda como reflexión que “el poder de las mayorías nunca podrá entrar a callar los derechos de las minorías”. 

 

Su película favorita es “La lista de Schindler”. Le gusta por lo sentimental y por el mensaje de “cómo una persona logra darse cuenta de que lo legal no necesariamente es lo justo y cómo logra entender que existen unos valores humanos que van más allá de lo que establece su ordenamiento legal y se atreve incluso a poder poner de por medio su vida con el fin de salvar a los demás”. 

 

Su frase favorita es: “Un viaje de mil millas comienza con un simple paso”, la cual es aplicable a cualquier etapa o propósito de la vida. Es importante el mañana, pero para llegar a eso debemos enfocarnos en el hoy, en planificar y ponernos metas. 

 

Su personaje histórico favorito es Pedro “El Grande”. Una de las cosas que más admira de él es haber reconocido la importancia de ilustrarse en temas de navegación en Holanda e Inglaterra, lo cual conllevó distintos enfrentamientos con Suecia que finalizaron en el acceso ruso al mar Báltico. Otra de las personas que admira es Catalina la Grande, quien gobernó en Rusia medio siglo después de Pedro I. Ella entiende el movimiento de la Ilustración a tal punto de convertirse en una déspota ilustrada que, a pesar de ser consciente del valor de las luchas sociales de la Revolución Francesa, no las reconoce por ser algo contrario a su modelo de gobierno. Esta mujer fue tan revolucionaria para su época que cuando expulsaron a los Jesuitas de España, ella los recibió y los protegió, permitiendo así que la Compañía de Jesús exista actualmente. 

 

A nivel criollo, admira profundamente a Enrique Olaya Herrera, personaje muy importante en el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y los campesinos en Colombia.  

 

Su mensaje para los estudiantes es que “todos en la Javeriana tenemos que hacer alguna vez unos Ejercicios Espirituales. Es un momento en el que lo último que uno va a hacer es abrir una biblia, es un momento de yo poderme dar un tiempo conmigo mismo para contemplar”. 

 

Como dato curioso final, en algún momento de su vida académica, escribió en Foro Javeriano un artículo acerca de los animales como sujetos de derechos, para entonces todo un sacrilegio. 

 

Este es Andrés, “un liberal frente a las libertades humanas pero un conservador frente a la institucionalidad”. 

bottom of page