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ACTUALIDAD

Inseguridad en Bogotá 

     Viviendo en alerta permanente  

El aumento de inseguridad en nuestra ciudad se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para todas las personas que la habitan. Todo nos causa miedo, incertidumbre y desconfianza.  

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Fuente: Pexels

Por: Emilia Samper 

Los ciudadanos de Bogotá, cada vez nos sentimos más preocupados y angustiados por la inseguridad en la capital. Los datos de crímenes demuestran que no se trata de una simple percepción sino más bien de una triste realidad. No hay semana alguna en la que no nos enteremos de otro amigo o familiar que ha sido atracado; de alguna nueva modalidad de robo y del índice de delincuencia que siempre está aumentando.  

 

Es un tema que se ha vuelto tan cotidiano que la sensación de inseguridad se ha apoderado de todos nosotros. A tal punto que constantemente volteamos la cabeza a ver si hay alguien detrás nuestro cada vez que estamos caminando; dejamos de ir a ciertos sitios porque se han vuelto peligrosos; no usamos cosas de valor por miedo a que no vuelvan a la casa y evitamos transitar algunas zonas que nos generan susto. Sospechamos de cualquier persona que nos pueda parecer extraña, y así un señor de la calle solo nos hable para vendernos dulces, salimos corriendo, completamente espantados. Todo esto nos ha llevado a vivir en alerta permanente.  

 

Es muy triste no poder estar tranquilos en nuestra ciudad e incluso yendo y/o viniendo de nuestra propia universidad. Muchos de los estudiantes de la comunidad Javeriana han sido directamente afectados por esta inseguridad y cuentan cómo han sido víctimas de robo cerca de nuestra institución educativa, por calles y lugares por los cuales todos nosotros transitamos día a día para llegar a nuestras clases.  

 

Uno de ellos es Lina María Vega, una estudiante de octavo semestre de la carrera de comunicación social. “El 15 de febrero yo estaba por la calle 45A con carrera 15, a dos cuadras de la estación de Transmilenio. Eran las tres de la tarde, a plena luz del día, y yo iba caminando por la principal. Un señor muy bien vestido que iba en bicicleta, para de pedalear y me intercepta. Me dice que hace parte del IDRD (Instituto Distrital Recreación y Deporte) y que si yo le puedo ayudar con una campaña que están a punto de lanzar. Yo cometo el error de detenerme a escucharlo. Como parte de la estrategia, empieza usando mi parte emocional y me cuenta acerca de una supuesta campaña deportiva que busca enseñarles a niños chiquitos a usar una bicicleta. Me empezó a embolatar, dándome un montón de información y en esas llega otro compañero a seguirle el cuento; y a decirme que necesitan mi correo para poder brindarme información más concreta. Yo les digo que voy a pensar en alguien que pueda ayudarles y trato de irme. El segundo señor empieza a insistir en que les ayude y en este punto yo ya confiaba en ellos (error mío). Me dicen que es sencillo, que debo anotar el número y ahí saco mi celular. En ese punto yo ya me sentía comprometida, por más de que no quería hacerlo. Me llevan de la 45, a una esquina menos concurrida, donde hay árboles que los tapan de una cámara de seguridad que está encima de un poste. Me rapan la maleta y salen a toda velocidad en sus bicicletas, llevándose absolutamente todas mis pertenencias en cuestión de segundos”.  

 

Otra de las víctimas de este fenómeno de delincuencia es un estudiante de segundo semestre de la facultad de Comunicación y Lenguaje. “Fue el martes 14 de febrero, salí del edificio de ático a las seis de la tarde, cuando estaba empezando a oscurecer. Llegué a plaza 39 y ahí me cogió un señor con una cámara; me dijo que estaba perdido, que si conocía el parque y que si yo le podía vender drogas o que si sabía de alguien que le podría vender. Le dije que no y que la verdad tenía mucho afán. Cuando ya me iba a ir, me dijo ‘venga, espere le hago una pregunta, ¿qué es más rápido, una bala o usted?’ Ahí yo quedé frío, no sabía qué decir ni cómo reaccionar. En esas llegó otro sujeto como de dos metros. Entre los dos me dijeron que no tuviera miedo, que ellos eran miembros de una supuesta organización llamada ‘Las calaveras de las Américas’ y que estaban ahí para cuidar y vigilar el sector. Me siguieron intimidando y me dijeron que me iban a  

acompañar hasta la estación de Transmilenio. Me dijeron que les diera mi celular y que les abriera mis cuentas bancarias. Cuando llegamos a la estación hubo un momento bastante tenso cuando les dije que no les iba a abrir mis cuentas. Los señores me preguntaron, ‘¿qué es lo más valioso que tiene?, la vida verdad, y hoy sólo se puede ir con una de esas dos, el celular o la vida.’ Me robaron mi maleta y se llevaron todo, cosas que tenían valor económico y valor sentimental” cuenta Josué Rodríguez.  

 

No hay hora ni horarios específicos para estos robos, pueden ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. Sin embargo, las diferentes localidades de Bogotá han identificado que ciertos lugares sí tienen días de la semana en el cual ocurren más hurtos y las horas más comunes de estos. Según un estudio realizado, los días en donde este fenómeno más se presenta y evidencia son los viernes y sábado, cuando más personas hay en las calles. Las horas varían, pero más que todo esto ocurre en la madrugada, por la mañana antes de que amanezca y por las noches apenas empieza a oscurecer. 

 

La creciente de violencia es realmente preocupante, al igual que los robos que pueden llegar al punto de un homicidio. Uno de los delitos de mayor incidencia y afectación a los residentes de la ciudad de Bogotá, es el hurto a personas y a vehículos. Las modalidades de robo más frecuentes son el raponazo, el paseo millonario, el cosquilleo y el atraco. La inseguridad en Bogotá puede tener varias causas, entre ellas se encuentran; la desigualdad económica, el tráfico de drogas que puede llevar a la violencia asociada con el narcotráfico, la falta de empleo y oportunidades económicas, la falta de recursos para la seguridad pública para llevar a cabo sus tareas de manera efectivo y la corrupción dentro de las instituciones encargadas de mantener la seguridad. Es importante señalar que estas no son todas las posibles causas de la inseguridad en la capital colombiana, y que existen otras variables que están contribuyendo a este problema.  

 

La problemática de inseguridad está en aumento año tras año, donde todas las localidades de la ciudad tienen algún tipo de afectación en el tema de seguridad. Las personas manifiestan que no se sienten seguros en ninguna parte de la ciudad y que los puentes peatonales, los paraderos de buses, los parques y el transporte público en general; son los lugares que más generan inseguridad.  

 

Es importante sentirnos bien en nuestra propia ciudad por varias razones. Primero que todo, por nuestro propio bienestar emocional. Sentirse incómodo o infeliz en el lugar donde vivimos tiene efectos negativos en nuestra calidad de vida. Nuestras relaciones sociales y nuestro sentido de pertenencia también están influenciados por nuestro entorno y cómo nos sentimos al respecto. Es muy importante poder acceder sin miedo y angustia a parques y espacios verdes con buena calidad de aire para mejorar nuestra salud física.   

 

Lastimosamente, hoy en día todo en Bogotá nos causa miedo, incertidumbre, y desconfianza. Evitamos cualquier tipo de contacto e interacción cuando estamos en la calle y no nos sentimos cómodos hasta que llegamos a nuestro destino. La seguridad es un derecho de los ciudadanos y El Estado tiene la obligación de garantizarla. Todos deberíamos vivir sin miedo a ser agredidos física o psicológicamente y estar protegidos de cualquier forma de violencia como la delincuencia. Bogotá debe volver a ser la ciudad amable y segura que era hasta hace unos años. Es muy triste que quienes la amamos y habitamos no podamos aprovecharla y disfrutarla al cien por ciento por su inseguridad y por el miedo que nos genera.

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