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CONSTRUCTIVAS

“Las universidades han estado muy ensimismadas” 

ENTREVISTA CON EL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, ALEJANDRO GAVIRIA

Nos reunimos virtualmente con el ex ministro de salud y actual rector de la Universidad de los Andes, para que nos contara sobre su visión de la educación, el país y la coyuntura actual que atraviesa el mundo.  

Por: Pablo Güete Álvarez

Foro Javeriano: ¿Cuál es el camino a seguir de la educación en el país? 

Alejandro Gaviria: Los desafíos de la educación son muchos. Voy a centrarme en la educación superior. Creo que, en este momento, en esta coyuntura, las prioridades deben incluir cuatro asuntos primordiales: la toma de conciencia sobre la sostenibilidad y la crisis climática, el compromiso con la equidad y la movilidad social, la innovación educativa (nos llegó la virtualidad de manera inesperada y tenemos que seguir innovando) y la defensa del pluralismo: la universidad debe rechazar el dogmatismo y enfatizar el pensamiento crítico. Estos temas definen, creo, un norte, un camino hacia el futuro. 

FJ: ¿Qué autocrítica haría de las universidades en Colombia? 

AG: Las universidades han estado muy ensimismadas, tenemos una tendencia a la permanente celebración de nosotros mismos. Algunos de los edificios que construimos me parecen a veces eso, monumentos a nosotros mismos. Leí hace unos años en una muy buena novela sobre la vida universitaria, Stoner de John Williams, que las universidades, hablaba de los profesores, son refugios para aquellos que no están del todo preparados para la vida en el mundo. Probablemente es verdad. Creo, en todo caso, que tenemos que conectarnos más entre nosotros (la especialización es excesiva) y con el resto de la sociedad. 

FJ:  En la Facultad de Derecho de la Javeriana, muchos estudiantes expresan que todavía sienten una división de clases sociales bastante marcada ¿Qué hace los Andes y qué debe hacer el país para promover una educación donde todos se sientan iguales ante las oportunidades?   

AG: Hay dos temas distintos: uno tiene que ver con el acceso, con la exclusión que se deriva de unas matriculas muy altas y unos programas de becas insuficientes. Las becas estatales (Ser Pilo y ahora Generación E) han ayudado. Las universidades hemos venido ampliando las ayudas financieras. Falta mucho, pero hay progreso. 

El otro tema es el tema cultural: el clasismo, las distancias sociales y la discriminación, a veces velada, a veces abierta. Es uno de los aspectos más chocantes de nuestra sociedad. Persiste en las universidades por desgracia. El cambio cultural, en este caso la creación de unas normas sociales de inclusión, tiene que ser una labor de todos. Una sociedad decente tiene que combatir el clasismo. 

FJ: En varias ocasiones, usted ha hablado de la transformación de los jóvenes en seres diferentes a través de la academia ¿una educación influenciada por la religión puede afectar eso? 

AG: Yo defiendo el pluralismo, la coexistencia de muchas formas de ver el mundo y entender el cambio social. Una educación obsesivamente religiosa, centrada en la transmisión de una doctrina particular, es por supuesto un obstáculo para la formación. Pero no creo que ese sea el caso de algunas universidades confesionales donde hay libertad de cátedra, pensamiento y expresión. 

FJ: ¿Qué les recomienda a los estudiantes que están en su época universitaria para que su formación sea la mejor? 

AG: Siempre me ha gustado decir, así lo he repetido en varios discursos (me tocan demasiados), que no debemos aferrarnos a un único dogma ni buscar todas las respuestas en un único libro o un solo predicador. Me gusta pregonar el escepticismo. En medio de la distracción de las redes sociales, les recomendaría también que buscarán, durante media hora o una hora al día, un refugio para leer una novela larga, meditar o reflexionar. Alejarse del ruido del mundo es bueno de vez en cuando. Hoy en día necesitamos desconectarnos así sea por un rato. 

FJ:  El año pasado durante el paro, usted dijo que hay que mantener cierta capacidad de rebeldía y no resignarse con la situación del país. En lo personal, yo opino que hoy hay mucha rebeldía inútil ¿Cuál es esa capacidad de rebeldía que podría aportar de una manera significativa? 

AG: Hay mucha indignación superficial, estoy de acuerdo. Pero la complacencia tampoco es buena. Yo creo en la necesidad del reformismo permanente basado en el conocimiento práctico, en el estudio. Me gusta cultivar el deseo de transformar la sociedad, pero, al mismo tiempo, me gusta transmitir la idea de la complejidad del cambio social. Los problemas de la sociedad son difíciles. Implican dilemas trágicos imposibles y los medios de comunicación (parte de ruido del que hablábamos) tienden muchas veces a sobre simplificarlos.

  

FJ: Explíquenos un poco su “obsesión” con el azar. ¿No se puede, a través de claridad y determinación, o de alguna otra forma, controlar nuestro destino o por lo menos darle un rumbo? 

AG: Más que una obsesión, es cierta inclinación personal y epistemológica. Tiendo a creer que en nuestras vidas (y en la vida de los países) los elementos azarosos juegan un papel fundamental, mayor del que queremos reconocer. No controlamos nuestro destino. Podemos en parte influir sobre nuestra trayectoria vital, pero siempre existirán aspectos determinantes que no controlamos. Estoy seguro de que, si devolviera la película 30 años y le diera play nuevamente, mi vida sería muy distinta. “Tenía mil vidas y viví una”, dice el poeta. 

FJ: ¿Tiene arreglo el país? ¿Cuál sería el mejor camino para poder mejorar? 

AG: El país puede mejorar. Ya ha mejorado en algunas dimensiones. Sin embargo, nuestro legado histórico es tan complejo, nuestra geografía tan endemoniada y nuestras desigualdades tan grandes que aspirar a un arreglo definitivo solo podría traer frustraciones. Yo creo en los resquicios de posibilismo, en encontrar espacios de posibilidad, mejorar allí las cosas y seguir con el próximo problema. El cambio social es incremental querámoslo o no.

 

FJ:  ¿Cuál es su reflexión de lo que está pasando en el mundo con el Covid-19? y ¿Cuál es su pronóstico de lo que pasará en el futuro cercano a raíz de todo esto? 

AG: Es muy pronto para sacar conclusiones. Diría cuatro cosas de manera preliminar: 1. Esta pandemia nos mostró que, a pesar de los avances tecnológicos, somos muy vulnerables, las respuestas de la medicina han sido iguales a las de hace cien años; 2. Salvo en la ciencia, seguimos actuando de manera fragmentada, seguimos resolviendo un problema global, país por país, 3. No creo que esto sea el fin del capitalismo, pero sí puede ocasionar una mayor toma de conciencia sobre la crisis ambiental; y 4. La crisis durará varios años, tendremos que aprender a vivir con una realidad distinta, aprenderemos a manejar la situación, pero no habrá una solución definitiva ni siquiera una vacuna resolverá plenamente el problema.

 

FJ:   Lo invitamos a volver algún día a la política ¿Qué nos diría? O mejor, ¿Qué tiene para decirle a los políticos?  

AG: Yo estoy contento en la universidad, mi mundo es más el de la educación que el de la política electoral. Un último mensaje a los políticos: ojalá pudieran hacer una pequeña pausa en el oportunismo, la demagogia y generación de odio. 

 

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