top of page

CONSTRUCTIVAS

Las nuevas tecnologías y los retos que presentan para la educación y el ejercicio del derecho. 

Abogados de ChatGPT 

Una mirada al uso de herramientas de inteligencia artificial, como lo es el conocido ChatGPT, dentro de la educación jurídica y el ejercicio del derecho. Sus beneficios, desventajas y la necesidad de ser críticos sobre su uso. 

Fuente: Pexels

pexels-andrew-neel-15863044 (1).jpg

Por: Nicolás Montenegro y Sofía Pinilla  

¿Cómo funciona? 

 ChatGPT es un programa de inteligencia artificial generativa, lo que implica que es un programa capaz de realizar acciones para las que el ser humano usa su intelecto, específicamente lo relacionado a la creación de nuevo contenido en forma de texto. El programa codifica el texto que le es insertado por el usuario (input), pasando de una serie de palabras a una serie de números. Números que están ubicados en un plano y agrupados en espacios por afinidad. Cada palabra tiene una representación numérica que dentro del plano está agrupada cerca a otras representaciones con las que comparte campos semánticos o contextuales. Por ejemplo la palabra gato estaría cerca de la palabra león, al ser ambos felinos, pero también de la palabra perro, al ser ambos mascotas.  

  

Una vez el input es traducido a números es procesado por el programa usando tecnología de transformes, que, en vez de procesar palabra por palabra, procesa paralelamente, es decir la secuencia entera, usando sistemas de atención para determinar qué parte de la secuencia es más importante y qué se está preguntando. Por ejemplo, los censores de los carros que alumbran el tablero cuando alguna parte tiene un problema reciben el nombre de testigos, igual que las personas que dan testimonio en un juicio. Si se le dice a ChatGPT cómo matar a un testigo, el transformer usará su atención en el verbo para entender que me refiero a un humano y no a un sensor. Esta información, entendida en contexto, es contrastada con una larga base de datos a la que ChatGPT tiene acceso, que en vez de direccionarme a artículos que tengan información sobre lo que busco, generan una secuencia a modo de respuesta que no existía antes en el internet, que probablemente será algo como “vaya a la policía”. 

   

¿Cómo debe acoplarse la educación legal a ChatGPT? 

  

El miedo y resentimiento que hay alrededor de estas nuevas tecnologías no es poco, específicamente en el área de la educación. Hay profesores que dicen que facilita la vagancia de sus estudiantes porque es capaz de hacer casi cualquier tarea, y hay estudiantes que dicen que les explica mejor que sus profesores. Ambos tienen razón, pero esto no implica que adquirir conocimiento sea obsoleto, implica que puede cambiarse lo que se entiende por conocimiento necesario para una carrera profesional.  

  

Se asocia la inteligencia y el conocimiento con la capacidad de información que una persona es capaz de retener y la rapidez en que los expresa, como si aprender fuera prepararse para un torneo de trivia.  Esto no solo es triste, es ilógico si tenemos en cuenta que los programas procesan y retienen más información en menor tiempo del que cualquier humano puede hacerlo. Esto significa que la destreza de un estudiante no debe ser medida en su capacidad de memorización, sino en su capacidad de entendimiento de la lógica del sistema que estudia y su capacidad para desenvolverse en él, más que dando respuestas: haciendo las preguntas indicadas.  

  

ChatGPT genera palabras asociando su significado, pero no entiende su significante: escribe una respuesta a una pregunta, pero no es consciente de estar haciendo algo, y mucho menos de los conceptos e imágenes que van ligados a sus respuestas.  

Si le enseñas a un perro a sentarse va a asociar el comando de tu voz con una acción física, pero no va pensar en qué es sentarse o el porqué de su obediencia. Funciona igual con la inteligencia artificial (IA), entienden una pregunta y generan una respuesta, pero no llegan a comprender lo que significa preguntarse algo. Si le preguntas a ChatGPT, cuando fue el último proceso constituyente en Colombia te responderá en 1991, pero no estará pensando qué es Colombia, o qué es un año y por qué hay 1991 de eso. 

  

Es esta diferencia entre el proceso de pensamiento humano y el proceso de predicción y generación de los programas en donde la educación encuentra un nuevo enfoque. No se trata de pelear o resignarse las nuevas tecnologías, sino de formar estudiantes para que las IAs los hagan mejores y ellos hagan mejores a las IAs. 

  

Para esto hay que prestar atención a dos puntos esenciales. La redacción y la lógica jurídica: 

Un sistema de lenguaje debe entender la información, si esta está llena de palabras complicadas e innecesarias pensadas más para confundir que para explicar, no será posible explotar las capacidades de la herramienta. Esto, sumado a un principio de programación que dice: “garbage input garbage output”. Si se cuenta con buena información base, la calidad de las respuestas dependerá de la calidad de las preguntas. Usar IAs para preguntar cuánto es el tiempo de prescripción de una acción es desaprovechar su potencial, las capacidades legales de un estudiante deben medirse en su capacidad de saber formular preguntas importantes.  

  

En conclusión, ChatGPT no va a hacer obsoleta la educación universitaria del derecho, pero si va a ampliar la distancia entre quienes logren adaptarse a las nuevas tecnologías y tengan las habilidades necesarias para explotarla, y quienes decidan usarla para que piense por ellos. 

 

¿Y la profesión jurídica? 

Al verlo desde el ejercicio profesional, el uso de herramientas como ChatGPT genera conflicto, pero más que todo malestar entre los trabajadores. Se piensa que muchas de las profesiones de reproducción serán reemplazadas por inteligencia artificial, y en perspectiva de muchos, entre las reemplazadas estaría el derecho. Claramente ver que todo tu trabajo puede ser hecho por una aplicación genera desesperanza, pero muchas veces se olvida que las herramientas de inteligencia artificial solo son motores de búsqueda que necesitan de un buen uso del lenguaje para su funcionamiento efectivo. 

 

Dejar que ChatGPT resuelva una demanda o trate de hacer una línea jurisprudencial es posible, pero seguramente no dará el mejor resultado. El derecho es dinámico, es humano, cambia con las personas y por eso es necesario que haya un factor de análisis subjetivo, y no solo objetivo como lo proporcionan las inteligencias artificiales. Aunque las personas crean que para el buen ejercicio del derecho se necesita una opinión imparcial, que vea los hechos, los encaje en normas y se apliquen las consecuencias, en la práctica no es así y es lo que verdaderamente le da valor a la profesión. Las interpretaciones requieren de sentimiento, de mover las emociones y revisar la justicia en el contexto que se quiere aplicar, y eso es parte de lo que les falta a las inteligencias artificiales.  

  

El carácter humano del derecho es esencial, y por eso no se puede desconocer la humanidad en sus intérpretes. El humano, en su racionalidad, siempre busca el camino más rápido para solucionar las cosas, y con herramientas como ChatGPT, que proporcionan soluciones instantáneas, la facilidad puede ganar. El uso de estas herramientas debe estar permeado por la ética. Los abogados, a pesar de que en la mayoría de las universidades tienen clases de ética y filosofía, que suponen los llevan a una reflexión sobre cómo deben ejercer su profesión, al tener la facilidad de simplemente no trabajar, pueden caer en la tentación de no ejercer y dejar que el computador recite. Es una situación que nos pondría en jaque, porque es el cambio del intérprete de la norma, solo que a través del engaño a los clientes.  

  

Está en manos de los abogados evitar que la herramienta de ChatGPT se vuelva quien ejerza la profesión. Mientras los profesionales usen mal la herramienta, pues claramente el resultado no va a ser bueno. No solo se engaña al cliente, sino a sí mismos, y por eso mismo existe la discusión sobre si efectivamente las inteligencias artificiales reemplazaran las profesiones de reproducción. Lo ideal es ser críticos frente a las ventajas y resultados que nos dan este tipo de herramientas, y añadir el elemento humano que solo un abogado de carne y hueso puede proporcionar. 

  

Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar que nos reemplace ChatGPT? En primer lugar, ayudar a que se reconozca que el derecho es simple reproducción de los efectos jurídicos que dicta una norma, dar cuenta que el elemento subjetivo y la interpretación son elementos esenciales para el ejercicio de la profesión.  

 

En segundo lugar, está la ética, que los abogados se responsabilicen por el buen uso de las plataformas de inteligencia artificial. Facilitar el trabajo claro que es lo mejor para los humanos, pero que se trate de un uso consciente y crítico de las aplicaciones. Que sean buenos en la formulación de preguntas a las inteligencias y mejores aún en el análisis de las respuestas, para evitar que se dejen por fuera el carácter humano del derecho.  

 

Y, por último, que nunca se olvide la razón de la profesión, el ayudar a las personas sea real y se busque el mejor ejercicio en pro de quienes soliciten nuestros servicios. 

bottom of page