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ACTUALIDAD

Sueños perdidos

En memoria de Catalina Gutiérrez, Jhonnier David Coronado y todos aquellos cuyos sueños se han perdido a mitad de camino.  

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Fuente: Archivo personal

Por: María López

Nota: Las opiniones y afirmaciones acá contenidas son de la autora, no de Foro Javeriano como periódico estudiantil ni del resto de sus miembros o LEGIS como diagramadores. 

 

Es desde muy pequeños que empezamos a soñar con el futuro. Desde que empezamos a exclamar con ilusión que de grandes queremos ser bomberos, cantantes, policías, doctores, presidentes; no nos dábamos cuenta, pero son los primeros pasos hacía nuestra vida adulta, nuestra vida soñada. Es por esto que la etapa universitaria está llena de ilusiones y deseos, al ser el lugar en el que empezamos a materializar todas esas visiones que teníamos desde niños. La etapa en la que nuestros sueños empiezan a hacerse realidad. ¿No es así? Trágicamente, para una vasta mayoría es la etapa en la cual la frustración, la ansiedad, la desmotivación y la soledad empiezan a tomar el control, hasta que se vuelven casi imposibles de controlar, haciéndoles igual de imposible la posibilidad de cumplir sus sueños. 

 

A mediados del año 2023, la Procuraduría General de la Nación alertó sobre el alarmante incremento de trastornos mentales y alteraciones en la salud mental de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el país. Por si fuera poco, el Ministerio Público a su vez advirtió que, en el primer semestre de 2023, en Colombia fueron reportados 1.540 suicidios, de los cuales 479 fueron en jóvenes, 142 en adolescentes y 1 en infancia. En el mismo reporte se señaló que las edades con mayor índice de problemas en salud mental son los jóvenes de 17 a 24 años, seguido por los adolescentes de 12 a 16 años. Esto quiere decir que la mayoría de la población afectada se encuentra realizando sus estudios universitarios o están a punto de iniciarlos, lo que advierte sobre la importancia de que las instituciones educativas estén preparadas para brindar apoyo a sus estudiantes. A pesar de esto, ha podido evidenciarse que este no es el caso en la mayoría de las instituciones. Entre ellas, nuestra Pontificia Universidad Javeriana. 

 

El 17 de julio de este año, nuestra comunidad se vio conmocionada por la muerte de la médica residente Catalina Gutiérrez, quien decidió quitarse la vida tras vivir exigentes horas de trabajo que, además, eran colmadas por abusos y maltratos que terminaron por deteriorar su salud mental. “Ustedes si pueden! Ánimo.” fue lo que se leyó en las últimas palabras que dedicó a los demás residentes, palabras desgarradoras ya que denotan el esfuerzo que han de sufrir para seguir adelante con su educación.  

 

A pesar de esto, muchos miembros de la comunidad sienten que esta misma conmoción no llegó con la misma fuerza a las directivas de la universidad. En el comunicado que se expidió tras conocerse la muerte de la joven, si bien la universidad reconoció lo “retador y desafiante” que es la formación médica, a muchos nos sorprende saber que hasta ahora se están tomando medidas y abriendo espacios de apoyo enfocados en la salud mental de los estudiantes, cuando no ha sido el primer caso de suicidio ocurrido en la universidad.  

 

En la tarde del 19 de septiembre del año 2019 fue reportada la caída de un hombre de uno de los edificios de nuestra institución. El joven, que fue luego identificado como Jhonnier David Coronado Venegas, estudiante de ingeniería de sistemas, había decidido acabar con su vida luego de crear un grupo de WhatsApp despidiéndose de todos sus amigos. Si bien a primera mano no se identificaron que sus razones estuvieran relacionadas con algo sucedido dentro de la universidad, la realidad es que este joven llevaba tiempo luchando contra una severa depresión. Esto encendió las alarmas de muchas personas que empezaron a cuestionarse el porqué de la poca intervención universitaria en el caso cuando podía evidenciarse su sufrimiento y soledad. De acuerdo con Antonio Bernal, amigo de Johnnier, recordó que el joven había sido favorecido con el programa Ser Pilo Paga, razón por la cual se mudó solo a la capital, enfrentándose a una vida agitada y muy diferente a la que estaba acostumbrado en su natal Tame, Arauca. Antonio Bernal, en una entrevista realizada por la FM tras la muerte de Jhonnier, se cuestiona acerca de nuestra sociedad y de cómo recibimos a las personas que vienen de diferentes condiciones. Expresa que "La situación de los Pilo Paga es complicada. Lo voy a decir abiertamente. En un salón sentado con el hijo de un ministro, al lado del que vive en estrato 6 en Bogotá. Y tú vienes siendo Pilo Paga, con una familia del campo. ¿Qué haces tú? Estás solo". Además de esto, agregó: “si eres un pelao de 19 años en sexto semestre, tuvo que venirse desde los 16, se lo come esta ciudad. Somos una sociedad muy brusca con el que está al lado".  

 

La Universidad Javeriana es una institución que se jacta de ser abierta y dar oportunidades a todas las personas, sin importar su clase, raza o estrato social, razón detrás de beneficios como las becas o el mismo sistema de Ser Pilo Paga. Sin embargo, estos beneficios no pueden venir por sí solos. Deben incluir herramientas de acompañamiento, espacios de escucha a los estudiantes que sean útiles para asegurarse de que no estén recibiendo tratos discriminatorios y que les permitan sentirse protegidos al estar en situaciones de soledad. Si alguna enseñanza nos deja este caso, es que tenemos mucho que mejorar como comunidad y no hay excusa ante la poca presencia de la institución en la vida y bienestar de sus estudiantes. Es una tragedia que los estudiantes miembros de nuestra comunidad sigan conformando estas preocupantes estadísticas, pero aún más trágico es que permanezcan únicamente como eso: una estadística más. No es normal que estos eventos tomen lugar; no es normal tener una juventud con índices tan elevados de problemas de salud mental y mucho menos es normal que los adultos a nuestro alrededor no tomen medidas para tratar de cambiar esos índices. Sin duda alguna, nuestro sistema educativo no debe proveer únicamente a sus estudiantes con espacios de ayuda y atención psicológica, también deben ser capaces de garantizar el acceso igualitario a ellos. Pero esta medida por sí sola no es suficiente para tratar este problema. Es necesario echarles un vistazo a nuestros planes de estudio, nuestras metodologías de enseñanza, a la excesiva carga académica y al poco interés que las directivas manifiestan en el bienestar de sus estudiantes. Las cabezas de nuestras instituciones deben dejar de verse como agentes inalcanzables e indiferentes ante estas situaciones, porque deben ser ellos los primeros en extender una mano de ayuda cuando sea necesario. 

 

Bien dice Richard Branson: “todos deberíamos soñar y animar a los demás a soñar”. Tal parece que a nuestra institución se le ha olvidado más de una vez poner esto en práctica. Espero que no necesite de más recordatorios para empezar a hacerlo. De lo contrario, ¿cuantas más vidas deben perderse antes de que sea así? 

 

Bibliografía:  

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