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2018-IV

MIGRAR ES UNA OPORTUNIDAD

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Por: Ana Margarita Aponte

Soy migrante venezolana, provengo de un país donde nadie pudo siquiera sospechar la tragedia que se nos avecinaba como nación, era imposible que sucediera. Venezuela era un país, con problemas como todos, pero en el que había libertad, se disponía de los recursos para satisfacer las necesidades básicas, se daba importancia a la educación, se practicaba la meritocracia y se vivía en Democracia. Formo parte de una generación que no ha conocido un gobierno distinto al chavismo, cuando Chávez asumió el poder en 1999 ni siquiera había nacido. A medida que crecí vi como mi país comenzaba a deteriorarse de forma acelerada, como la inseguridad nos obligó a ser presos en nuestros propios hogares, como la inflación comenzó a ahorcar hasta a las familias mas pudientes, la opresión, represión y censura a cualquier opinión contraria, las muertes injustificadas de jóvenes con sueños de libertad y las decepciones elección tras elección.

Teniendo un panorama tan complicado y desalentador, y tras años de resistencia, millones de venezolanos han visto como única opción de escapar la grave crisis política, económica y humanitaria migrar, estando entre esas personas yo. Desde hace dos años vivo en Colombia, a los 16 años tuve que empacar toda mi vida en dos maletas, decirle adiós a mi mamá, a todos mis amigos de la infancia y dejar atrás el país que me vio nacer; sin duda alguna no fue nada sencillo abandonar todo, pero aún así, se que he sido muy afortunada, contrario a lo que muchos de mis paisanos están viviendo hoy en día.

La mayoría de los venezolanos que han decidido emigrar recientemente han tenido que pasar por situaciones agotadoras y dolorosas, que dejan en evidencia el desespero y las calamidades que han sufrido. La situación ha llegado a un límite en el cual hacer viajes desde Caracas hasta países tan lejanos como Chile en autobús o incluso caminando, dejar de comer, dormir en andenes, alejarse de sus familias y enfrentarse a fenómenos como la xenofobia, sean consideradas mejores opciones a permanecer en suelo venezolano.

Sin duda la situación para los países que han tenido que recibirnos es abrumadora, pero no es menos cierto que migrar significa también una oportunidad para dichas naciones.

Quizás mi opinión no sea la mas objetiva, pero puedo afirmar que el migrante venezolano es un ser honesto, trabajador e interesado en incorporarse y formar parte de esta nación que nos acoge. No dejemos que las noticias amarillistas cambien la expectativa ante el migrante venezolano; deben saber que muchas de las personas que se han visto en la necesidad de abandonar nuestro país son profesionales calificados y experimentados que mucho pueden aportar a Colombia y a las demás naciones receptoras de migración, abrirles los brazos es una buena oportunidad de fortalecer sus economías y ser solidarios con ellos.

Muchos venezolanos han llegado a estos destinos con la intención de emprender, ello propicia la nueva generación de empleos, diversificación de mercados, aumenta la competencia sectorial y conlleva el pago de tributos, todos elementos que nos benefician a todos.

El enriquecimiento cultural que le aporta a un país la migración es inmensurable, así como somos muy parecidos como naciones, podemos ser diametralmente opuestos; aprender de dichas diferencias puede ser muy beneficioso.   

No pueden desconocerse las necesidades e inquietudes de los colombianos, especialmente en aquellas regiones que mas migrantes reciben, es necesario impulsar acciones para estas comunidades, para así poder aprovechar las capacidades que tienen los venezolanos y que estos puedan colaborar en estas comunidades receptoras.

No podemos olvidar que somos pueblos hermanos, no solo vecinos, los vecinos se mudan, los hermanos permanecen siempre juntos. Así como nuestras maletas están llenas de tristezas, también están llenas de sueños y muchas ganas de trabajar por ellos 

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