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EN EL HUECO

2019-III

¿Caras largas e insensibles? Yo creo que solo lo aparentan…

LOS ABOGADOS SI TIENEN CORAZÓN

Adentrarse a la vida personal de un abogado no es tarea fácil y más si son temas de amor. Nos encargamos de destapar las historias más románticas de los profesores que rondan por los pasillos del Giraldo. 

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Por: Sofia Garcia-Reyes Meyer

Entiendo perfectamente por qué está estigmatizada la idea de que los abogados son insensibles. Claro, uno siempre se los encuentra en escenarios poco amistosos y alegres: litigando, en un juzgado, redactando una demanda, haciendo un examen final oral, ganando un proceso contra una señora que no para de llorar y así... Siempre manteniendo una cara que cuenta con un 0% de expresión, sin importar que tan duro sea el llanto de esa señora o del alumno recién rajado.

 

Pues por más que no crean, los abogados, además de ejercer su profesión, se dedica a actuar. Son los mejores escondiendo sus sentimientos, fingiendo seriedad y ahí donde los ven, no se imaginan como son de buenos para actuar como si nada les afectara. Pero yo no me iba a resignar a creer eso. 

 

Me puse la tarea de probar que, no solo sí tienen sentimientos, sino que son totalmente románticos. Yo se que es difícil creer que ese profesor de Contratos, de Penal, de Administrativo que se les para todos los días al frente a recitar una clase, haya hecho locuras y especialmente por amor, pero sí. 

 

Eso sí, no fue tarea fácil pedirles a nuestros estimados profesores de la Facultad que dejaran unos minutos su papel de actores y se abrieran a contarme sus sentimientos. Creo que fue una buena venganza en nombre de todos los estudiantes hacerles ese cuestionario de su pasado amoroso, pues no solo los ponía incómodos, también los dejaba completamente en blanco, como nos dejan ellos con las preguntas de los finales. 

 

No me van a creer, pero uno de nuestros profesores tuvo como primera novia a una estudiante de intercambio Argentina. Se llevaban 6 años, teniendo ella unos 21 años y él unos 14, todo un conquistador de altas ligas. Fue una relación bastante estable, claro que nunca fue muy pública y como todas las cosas buenas, terminó después de un año al devolverse ella a su país. No volvió a saber de la argentina y rastrearla fue imposible. Lo mismo le volvió a suceder ya un poco mayorcito, mientras estudiaba en la universidad, pues se enamoró con locura de una venezolana compañera de clase. No eran nada, pero se mandaban carticas perfumadas y se coqueteaban. Un día literalmente desapareció, sin avísale a nadie y solo llamo a su “compañero” para decirle que se iba, sin dar muchas explicaciones. No volvió a saber de ella, pues seguirle el rastro a punta del olor de su perfume fue una tarea bastante complicada.

 

En cambio, otro profesor me contó que cuando su novia del colegio se fue a estudiar a Oregón, no se la pensó dos veces en ir a buscarla. Con tan solo 19 años, empezó a patinar en juzgados y, de revisión en revisión de procesos, logró recaudar plata para ir a verla. Solo le alcanzó para llegar a Los Ángeles, así que tuvo que quedarse una semana allá haciendo cualquier trabajito para lograr ir a Oregón y mantener a su “high school sweetheart”.

 

También, otro de nuestros profesores narró que, bajo los efectos del amor, decidió ir detrás de su novia a Francia y dejar todo atrás. Él ya tenía maestría, había montado su oficina, hasta era profesor de la Facultad, pero cerrar todo e irse con ella no sonaba tan mal, pues ¿si ya tienes una maestría, por qué no ir ha hacer otra si estás viajando con tu novia? Como ven, el amor también te hace mejor profesional. Eso me lo reafirmó otra de nuestras profesoras, que se fue a Estados Unidos a hacer su doctorado dejando preestablecido un amor a distancia. Él accedió al convenio siempre y cuando se cumpliera lo pactado: ella tenía que acabar el doctorado en máximo 3 años. Como les dije, el amor hace lo imposible, hoy efectivamente podemos llamarla doctora y no soltera.

 

Igualmente, otros profesores me contaron que pegarse un viaje fue una de sus pruebas de amor más sinceras. Uno de estos, en curso de hacer su doctorado en París, tuvo que pedir un billetico largo para viajar a Colombia por solo 3 días. Puesto que, luego de mandarle una carta a su novia pidiéndole matrimonio, recibió como respuesta que el compromiso sólo se daría si él se lo pedía en persona, así que no le quedó más remedio que hacer un viaje express. También uno de nuestros profesores más respetados se enamoró de una caleña, con la que tuvo que mantener una relación a distancia de puras cartas, de ni más ni menos que de 5 años. Claro que la visitaba algunos fines de semana, lo único que tenía que hacer era coger un bus que duraba 28 horas ida y vuelta, para solo verla 6 horitas. Le tocaba aprovechar al máximo, por lo que sobornar con chocolates al hermanito de su amada, que los seguía a todas partes como chaperón, nunca fue una mala idea.

 

Todo buen abogado en momentos críticos debe dejar la pena y el miedo a un lado y enfrentar las situaciones. Así fue como uno de nuestros profesores decidió decláresele a la más linda del barrio. Después de caer en las garras del amor y hacer todo lo posible para que la jovencita le correspondiera de vuelta, nuestro profesor resolvió ponerse los pantalones e ir a decirle frente a frente sus sentimientos por ella. Como respuesta obtuvo un: “es que a mi no me gusta su físico”, quedando el joven de 17 años con el corazón completamente destrozado. Sin embargo, como todo buen abogado, aceptó su fracaso y de vez en cuando al mirarse en el espejo en las mañanas se dice que María Rosalba tenía toda la razón. 

 

Quiero contarles que hace unos años parecía estar de moda que los profesores de Derecho le echaran el ojo a las estudiantes, pues fueron bastantes los casos en que apenas les entregaban las notas finales querían algo más a que asistieran a sus clases. Entre ellos se ayudaban, pues le mandaban un mensaje o un chocolate a su pretendiente con el profesor que le fuera a dictar clase. Uno de estos me contó que tuvo varias novias estudiantes mientras era profesor y que a una de esas la invitó a una cita muy especial. Esta consistía en ir a pintarle cachos y bigote a un letrero gigante de publicidad de un candidato a la presidencial en la 100 con 7ma. La cita fue inolvidable, no solo para ellos y para la policía que no los logró atrapar, también para los medios de comunicación que no dudaron en publicar el crimen al día siguiente. 

 

Otro profesor me probó la existencia del amor a primera vista. Él conoció a su amada dos años antes de que ella lo hiciera, pues mientras él esperaba el ascensor en un congreso en Cali, vio como salía de este el amor de su vida. El ya profesor, no tardó en averiguar que la muchacha estaba en primer semestre y que tristemente estaba recién ennoviada. Le tocó esperar dos años para tenerla sentada en su salón y para caer en cuenta de que la conquista, que se había producido primero por su belleza, ahora también se daba por su inteligencia. Siempre mantuvo una relación profesor-alumna, hasta que, por su fortuna, la terminada del noviazgo coincidió con la de sus clases y no tardó en declararle lo más pronto su amor, que ha perdurado unos 36 años.

 

Por otro lado, hubo otro a quien no le importó mantener la relación profesor-alumna y decidió ennoviarse con una de sus estudiantes. En el final oral, su amada realizó un examen impecable, pero él no tardó en ponerle un 50 sobre 100. Ella claramente le reclamó a su novio la nota final y él no tardó en decirle: “tiene 50 a menos que se case conmigo”y así fue como logró conseguir la mano de una gran abogada, aunque un poco a la fuerza al parecer.

 

Tampoco podía faltar la historia de amor entre compañeros de semestre. Según este profesor todo se fue dando con los trabajos grupales y las sentadas al lado en clase. El movimiento crítico fue en la estudiada para el final de Contratos, pues la cogió con las “defensas bajitas” y le pudo robar su primer beso. De ahí en adelante estuvieron juntos y son una de las 9 parejas casadas del mismo semestre. 

 

Como ven, por más serios que aparenten ser los abogados, ellos son completamente enamoradizos. La verdad no les queda más remedio que abrir un poco su corazón y dejarse llevar por sus efectos, pues no hay ningún código, doctrina o jurisprudencia que regule cómo amar. 

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