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DE LAS DIRECTORAS

En honor al tiempo que se va

El Tiempo

Tal vez minimizamos grandes cosas para poder lidiar con ellas; así es como nos acostumbramos a una idea tan inmensa como lo es el paso del tiempo.

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Fuente: Pexels

Por: Alejandra Lucía Vélez

Es chistoso como hemos enfocado toda nuestra existencia en un concepto tan abstracto eimaginario como lo es el tiempo. ¿Quién puede definir qué es el tiempo? Es simplemente unainvención colectiva que hemos aceptado para organizar los sucesos, estableciendo un pasado,un presente y un futuro. Un pasado que nos atormenta, un futuro que nos angustia y unpresente que nos mantiene atentos, alertas y despiertos.Es tan abstracto que hasta tenemos tiempos como el imaginario, en donde estamos, pero noestamos.Un lugar en donde sucede tanto que la verdadera acción se estanca. El tiempoimaginario habla de hipótesis y de alternativas; de aquello que podría ser o que podría habersido. En resumen, el tiempo imaginario es la reflexión o el devenir del pensamiento.Pero la magia del tiempo se encuentra en sus contradicciones. He dicho que es una invencióncolectiva, pero al mismo tiempo sé con exactitud que ningún lector negaría la existencia deltiempo, pues al fin y al cabo ¿qué es más real que el paso del tiempo?. Ese fenómenodesconcertante en donde todo supone un avance, pero también la pérdida o el dejar atrássituaciones amadas y avanzar hacia la decadencia que sobreviene con los años.El controvertido escritor Mario Benedetti dice que “cinco minutos bastan para soñar todauna vida, así de relativo es el tiempo”. Y es cierto, puesto que el tiempo no es algo que puedamedirse por su extensión, sino por su intensidad. Casi siempre, son momentos específicoslos que definen toda una vida. Inicialmente esto presupone que un solo momento malo puedecontrarrestar años de buenos momentos, pero eso es relativo pues unos minutos también sonsuficientes para alegrarnos el día.La inestabilidad en la capacidad de percibir o medir el tiempo se puede demostrar de lasiguiente forma: Cuando éramos pequeños no conocíamos la existencia del tiempo. Todo eraun infinito presente, el concepto de mañana y ayer se entretejían en nuestra mente. Por esoes común escuchar a los pequeños diciendo “ayer iré a jugar al parque” o “mañana, papá mecompró un juguete”.Algún tiempo después sólo aprendemos la añoranza futura por lo que solo soñamos ydeseamos todo lo que haremos cuando seamos grandes. En la universidad captamos elverdadero valor del tiempo porque el mundo nos exige apreciarlo;por eso estamosconstantemente luchando por aprender a administrarlo en lo que consideramos esencial: lafamilia, los amigos, el sueño y el estudio. Que al fin y al cabo no es más que el pasado, eldisfrutar el presente (los amigos) y la vaga proyección de estar en un futuro (el sueño para poder existir un día más y los estudios, porque nadie busca ser estudiante siempre sinoconvertirse en un profesional a futuro).En la adultez es donde descubrimos la brevedad del tiempo pues nunca es suficiente. Siemprenecesitamos más. Más tiempo para entregar el trabajo, más tiempo con nuestros seresqueridos, más tiempo para dormir bien etc. En la vejez, ya hemos comprendido el ciclo y laimportancia del tiempo, con la increíble ironía de saber que el tiempo que nosqueda es poco;así que solo intentamos disfrutarlo.Antonio Machado decía: “Demos tiempo al tiempo: para que el vaso rebose hay que llenarloprimero”. Seguramente, como yo, usted inicialmente no entendió a qué se refería el poetaespañol. Pero esta frasehabla acerca de la sabiduría que está implícita o que acarrea el tiempo.Pues nos sugiere quetodo tiene su momento y que los grandes acontecimientos son frutode una acumulación de situacionesque, en algún punto, llegan a su máxima expresión. Tal vez solo hay que esperar un momento...

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