QUERELLANDO
2019-I
Deformación
POR UNA EDUCACIÓN LEAGL Y NO FECAL
A medida que pasa el tiempo, se extingue el deseo de pensar el derecho. La educación que nos inculcan no se debe enfocar en el resultado, sino en el proceso para generar la necesidad de pensar.
Por: Juan José Díaz
Intentaron demasiadas veces matarme en la facultad. Trataron de acabar conmigo, de cambiarme, de vestirme, de hablar por mí o, aún peor, de callar por mí. Quisieron apagar mi espíritu, romperme en llanto y nublar mi futuro. De no ser por unos cuantos protectores, el pensador que hay en mí no estaría ya en este mundo. La vida sin pensar es una muerte momentánea.
No es culpa de nadie. Es culpa de todos. Llegué a la facultad hace cinco años, un poco más inquieto y revoltoso de lo que soy ahora. En medio de mi emoción por el mundo universitario me estrellé con la imponente imagen de la autoridad.
Una y otra vez, a lo largo de toda la carrera, me encontré con lo mismo. La típica clase magistral, el Doctor de pie ante nosotros, inmaculado y permeado de lo que pareciera ser una innata sabiduría. Nosotros, humildes y vacíos, agachábamos la cabeza para tomar tímidas notas de lo que decía y seguramente preguntaría de memoria al final del semestre.
Lo usual era sentarse a escuchar. El profesor tenía un discurso armado que había ido perfeccionando con el paso de los años. Algunos se sabían los programas prácticamente de memoria e iban recitando sus contenidos. Otros hablaban de forma más espontánea y desordenada, como si hubiesen recordado que tenían clase hace algunas pocas horas. En cualquier caso, el resultado era el mismo: una relación dicotómica.
En un salón de clase hay solamente dos partes: estudiantes y profesor. El profesor tiene un rol específico e inmutable: transmitir conocimiento. Los estudiantes, por su parte, reciben como contraprestación a la costosa matrícula que pagan el derecho a recibirel conocimiento del profesor.
Hay un problema fundamental en este sistema: no hay cabida para el pensamiento. Estanislao Zuleta, el célebre filósofo colombiano, señalaba en una de sus entrevistas que la educación hoy transmitía el resultado y los saberes de procesos que otros pensaron, pero no permite pensar ni enseña a hacerlo.
Al estar el profesor en un rol de autoridad, en el que él es el único portador del saber, debe legitimarse así mismo en su rol a través de la intimidación. Debe apelar a la ignorancia de sus estudiantes para demostrarles que él es quien tiene la razón.
Era traumático ir a algunas clases. Uno sentado con las manos sudadas, con la respiración agitada, rezándole a cualquier dios que lo escuchase a uno para que el profesor no dijese su nombre en la lista, y si lo decía, que fuera la pregunta más sencilla del semestre. La sumisión allí es total. Solamente hay dos alternativas, no hay más. O estás en lo correcto o estás equivocado, y en cualquier caso no sabrás sino hasta el final de semestre lo que el profesor te puso en la planilla.
No hay motivo para dejarte pensar y es por motivos de mercado. Hay dos formas en las que se puede entender la educación: como formación de mercado o como formación filosófica.
En la primera, el valor de la matricula se justifica en tanto el título que vas a obtener va a ser de una prestigiosa universidad, por lo que serás una oferta mejor posicionada en el mercado de trabajo. No es necesario pensar, lo necesario es conocer. Con una cantidad decente de información, puedes responder adecuadamente a las exigencias del mercado.
En la segunda, la educación no te dará instrumentos útilespara ser un profesional apetecido, sino que cumplirá su fin platónico: combatir la ignorancia. La ignorancia no es ausencia de saber, sino exceso de opiniones. Hay que llevar las opiniones hasta las últimas consecuencias para conocer la verdad. Este es el método mayéutico.
La educación no debe transmitir el saber, debe crear el deseo de saber. Qué diferente hubiesen sido mis clases si mis profesores hubieran arrancado con una pregunta. ¿Por qué la constitución debe ser una norma superior? ¿Cómo hacemos para que el deudor no incumpla la obligación? ¿Qué pasa cuando en una sociedad se mata a un niño?
La educación legal debe acercar a los estudiantes a que ellos mismos piensen el derecho para poder construirlo y mejorarlo, porque de otro modo nos estancaremos en las mismas normas de hace doscientos años. No debe simplemente transmitir los resultados, los productos, lo residual, lo escatológico, lo fecal.
No nos sigan matando el deseo de pensar.