top of page

PERFIL

Discurso de posesión de Juan Carlos Botero como Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana. 

Tras los resultados de las elecciones para elegir al estudiante que será miembro al consejo de la facultad, Foro Javeriano quiso conocer un poco sobre la estudiante que ganó las elecciones y nos representará ante el consejo de la facultad por los siguientes dos años.

Screen Shot 2023-03-26 at 10.36.42 PM.png

Fuente: Facultad de Ciencias Jurídicas
Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá)

Por: Juan Carlos Botero Navia  -- Bogotá, marzo 1, 2023

Estimado Rector… 

“Primera pregunta: Si las brujas y los hechiceros realmente existen. Y yo respondo categóricamente que sí.” 

Con estas palabras inicia el libro Cautio Criminalis, publicado en 1631, de forma anónima, por el sacerdote jesuita alemán Friedrich Spee, confesor de muchas mujeres acusadas de brujería. Mujeres que, bajo la tortura más atroz, confesaban exhaustas sus pactos con el demonio, sabiendo que de dicha confesión se seguía inexorablemente la muerte en la hoguera. Cuan dura sería la tortura, que las pobres muchachas inocentes confesaban su culpabilidad para obtener el descanso de la muerte. Y Friedrich Spee S.J. agrega: “confieso que yo mismo he acompañado a muchas mujeres a sus muertes, de cuya inocencia, incluso ahora, estoy seguro… No es difícil imaginar los sentimientos dentro de mi alma al presenciar aquellas muertes tan miserables”. 

Imaginemos el dilema de este pobre sacerdote: callar implicaba aniquilar sin remedio su propia alma. Hablar, condenarse a sí mismo a una muerte segura. 

Aunque ya no quemamos brujas, los retos que enfrentamos, como la guerra, el hambre, la exclusión y la destrucción de la casa común, nos plantean dilemas muy complejos. 

Hoy quiero hacer tres cosas: Primero, contarles lo que significa la Javerianidad para mí, la cual define la manera como asumo este encargo. Segundo, dar las gracias. Tercero, referirme brevemente a los retos que enfrentamos y la forma como creo que podemos superarlos. 

Hace unos 15 años, cuando adelantaba yo mis estudios doctorales en la Universidad de Georgetown en los Estados Unidos, John Govan S.J., un sacerdote jesuita que con el tiempo se convertiría en uno de mis amigos más cercanos, me habló por primera vez del discernimiento Ignaciano. Me dijo que rara vez lo que se presenta frente a nuestros ojos es blanco o negro. Casi siempre hay una forma de encontrar una solución que nos permita hacer lo correcto, sin perder la cabeza en el intento. Como lo hizo Friedrich Spee. Esto requiere discernimiento. 

El discernimiento está en el centro de la propuesta de vida con la que la Pontificia Universidad Javeriana nos interpela. Una propuesta que se caracteriza por un cierto modo de ver la vida y de enfrentar los problemas; un cierto modo de proceder que permea y transforma todo lo que toca. Como un virus. Mas poderoso que el COVID-19. 

Ese modo de proceder tiene 500 años de desarrollo; transcurre por el principio y fundamento, las dos banderas, los tres binarios y nos conduce por una senda de autoconocimiento que nos lleva finalmente 

a una opción fundamental por la libertad, la vida y el servicio del otro. Entre nosotros, ese modo de proceder se traduce y manifiesta en lo que podemos llamar la “Javerianidad”. 

De eso quisiera hablar hoy: ¿Que es la Javerianidad para mí? Además de estar anclada en el discernimiento, que es el primer elemento, la Javerianidad tiene, al menos, dos elementos adicionales. 

En mi primer discurso como decano encargado, hace un mes, me correspondió dar la bienvenida a los neo-javerianos. Para explicar a estos jóvenes donde estaban entrando, se me ocurrió una analogía. Les pregunté: ¿Cómo se caza un mamut? Caza con z, no con s. Hace 20 mil años, cuando nuestros antepasados buscaban alimento, ¿cómo lograban dominar a esa majestuosa bestia con meros arcos y flechas? 

¿Cómo se caza un mamut?... Se caza en grupo. He visto la manera como los abogados javerianos se ayudan y acompañan unos a otros con generosidad y desprendimiento. Esta es, sin duda, una manifestación muy importante y visible de la Javerianidad. La apuesta pedagógica de la facultad está estructurada para fomentar el trabajo colaborativo y en equipo, lo que lleva a que dicho sello colaborativo se mantenga a lo largo de la vida. 

Pero si la cosa terminara ahí, sería poco profunda. Debemos explorar más a fondo. Hace unos 12,000 años ocurrió un avance tecnológico fundamental, que alteró profundamente nuestro entendimiento del ser humano. Con la invención de la agricultura, vinieron los excedentes de producción, las ciudades y los imperios, y con ellos el valor social de cada ser humano decayó dramáticamente. Cuando necesitas de otros para cazar un mamut, o si no mueres de hambre, cada miembro de la comunidad es enormemente valioso. A cada miembro lo cuidas con tu vida. En cambio, cuando tienes miles y miles de personas en tu haber, las personas se vuelven desechables. 

La Javerianidad es una apuesta radical por el humanismo, por el reconocimiento, el respeto y el cuidado de cada persona como un ser precioso, único e irrepetible, a quien nos debemos por completo. Este es un segundo elemento de la Javerianidad, que entre nosotros se llama Cura Personalis. El cuidado de la persona. Los abogados javerianos no se ayudan unos a otros como hermanos porque sean miembros de una logia o una mafia; lo hacen, porque el espíritu Javeriano los lleva a ver en el otro un ser infinitamente valioso, que merece ser cuidado. 

En esta época de grandes transformaciones tecnológicas, redes sociales, metaverso e inteligencia artificial, la apuesta Javeriana por el cuidado de la persona se torna más importante que nunca. 

Un tercer elemento de la Javerianidad, como yo la entiendo, está recogido en el Magis Ignaciano, que el P. Kolvenvach nos describe como ese impulso vital que nos impide detenernos o estar satisfechos con lo que hemos logrado en el servicio del otro (Peter-Hans Kolvenbach S.J., 2007). Es esa apuesta radical por la calidad y la excelencia, pero no por ellas mismas, sino como manifestación de esa opción vital por el servicio. La Ponti (como le dice el Ingeniero Cuartas) no busca formar a los mejores; busca formar a “los mejores para el mundo”. Claro que estamos comprometidos hasta los huesos con la excelencia académica, con la excelencia en docencia, investigación y servicio. Pero esa opción fundamental solo adquiere su pleno significado cuando se pone en servicio de la sociedad. Queremos formar abogados que presten el mejor servicio a las personas y empresas que los requieran; que sean competentes, honestos, diligentes, responsables, y tengan un sentido social profundo en su ejercicio profesional. 

La Cura Personalis y el Magis, anclados en el discernimiento Ignaciano, se traducen en la búsqueda de la excelencia al servicio del otro. Eso es la Javerianidad. Como Decano, procuraré en todo comportarme de acuerdo con ese modo de proceder javeriano, y procurare fomentar condiciones adecuadas para que cada miembro de nuestra comunidad escoja libremente comportarse de acuerdo con ese mismo modo de proceder. 

En segundo lugar, quiero agradecer al Rector, Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J., al Rector Designado, Luis Fernando Múnera Congote, S.J., a los Vicerrectores, al Secretario General y demás miembros del Consejo Directivo, y a los otros Decanos, que me han acogido con tanta generosidad, por esta designación tan honrosa. Agradezco la oportunidad de servir a esta comunidad que tanto quiero. 

Igualmente, debo corregir una omisión imperdonable. En los saludos protocolarios al inicio de los discursos se suele mencionar a las personas más importantes. A mí me quedaron faltando unas 2000 personas, que merecen ser nombradas aquí, porque son las más importantes. Cada uno de los miembros de nuestro equipo administrativo de la Facultad de Ciencias Jurídicas, cada profesor y profesora, cada uno de mis queridísimos estudiantes, cada egresado… cada uno de ellos y ellas, es el más importante. A todos ellos quiero dar hoy las gracias. Aunque no los voy a mencionar a todos, no puedo dejar de mencionar a Luis Fernando Álvarez Londoño, S.J., a Luis Alfonso Castellanos, S.J., a Ramon Madriñán de la Torre, a Gustavo Zafra Roldán, a Carlos Ignacio Jaramillo (no se puede ser jurista sin ser Jaramillista), a Carolina Olarte Bácares, quien tan sabiamente lideró esta facultad y me marcó el camino, a Astrid Liliana Sanchez, Carlos Andres Uribe, Juan Felipe García, Maria Clara Jaramillo y tantos otros profesores de los que he aprendido, pero que, siendo tantos, no puedo nombrarlos todos. A ellos debo mucho. A todos los miembros del Consejo de Facultad. Y a mi familia. Angela María, María, Helena y Sofia. Blanca Inés y Alberto, mis hermanas, sobrinos, cuñados y suegros. A todos muchas gracias. 

En tercer lugar, quiero referirme brevemente a los retos que enfrentamos. Por un lado, tenemos algunos retos directos, como las apuestas pedagógicas, los retos en docencia, investigación, y servicio, la inclusión, la interdisciplinaridad, la transformación tecnológica, la internacionalización y muchos otros. 

Por otro lado, tenemos retos en el contexto más amplio. Con ocasión de mi designación en la decanatura, varias personas me han hecho una pregunta curiosa; me han preguntado si no tengo miedo. En momentos en que muchos solo ven negros nubarrones en el horizonte; cuando millones de personas carecen de servicios básicos, incluyendo el acceso a la justicia, ante la aparente indolencia de los poderosos; cuando la corrupción amenaza desafiante las esferas públicas y privadas de la vida nacional; cuando Colombia y el mundo parecen condenados a una polarización cada vez más profunda; cuando el estado de derecho se presume amenazado. Me preguntan si no tengo miedo. Es decir, me preguntan si los brujos y hechiceras de Friedrich Spee S.J. existen realmente. Y yo, como él, respondo categóricamente que sí. Claro que existen; la inequidad, el abandono, la violencia, la polarización y la incertidumbre existen realmente. Pero no por ello debemos temer el futuro. 

Con un equipo humano tan sólido como el que tiene esta Universidad y esta Facultad, si todos actuamos de acuerdo con los valores y principios que guían a la Pontificia Universidad Javeriana, y con el modo de proceder que le es propio, sortearemos seguros esos retos. Sin duda contamos con las herramientas necesarias para mirar al futuro sin miedo, llenos de esperanza. Esto demanda coraje y valentía para hacer lo correcto, como lo hizo Spee al publicar su Cautio Criminalis; pero también astucia y tacto, como los tuvo Spee en iguales dosis. 

Vamos adelante. Confiados en el poder transformador del derecho, como herramienta de cambio social, como herramienta para proteger al débil, a las viudas y a los huérfanos, como lo dijera Hamurabi hace ya casi 4000 años en el prólogo de su célebre código. Esta invitación nos interpela a todos, y permanece hoy más vigente que nunca. 

La pregunta puntual es muy simple: ¿esta persona que acudió a nuestro consultorio jurídico, recibió la ayuda que requería? Si o no. ¿este estudiante que falta a clase y va perdiendo la materia, recibió el apoyo que necesita? Si o no. ¿este profesor que ha perdido la motivación para investigar e innovar, recibió el acompañamiento que requería? Si o no. ¿esta comunidad indígena marginada y amenazada, recibió de nuestros profesores y estudiantes el apoyo que requiere? Si o no. ¿este egresado que extraña su hogar, recibió la bienvenida que merece? Si o no. ¿este país polarizado, perdido y confundido, que enfrenta múltiples reformas de política pública (como la de salud o la de justicia), recibió de nuestros foros académicos y publicaciones el espacio para una discusión serena, pertinente, oportuna, basada en argumentos y evidencia? Si o no. La Javerianidad no está en los libros o en los discursos bonitos, sino en los hechos. En nuestra opción radical por el servicio. En las obras, más que en las palabras. Este es nuestro mapa de ruta. 

Muchas gracias. 

bottom of page