INTERNACIONAL
“There will be a new story.”-Volodymyr Zelenski
La mesa del té tiene lugar para Putin, Zelenski y el resto del mundo
El siglo XXI tiene un punto de quiebre: 24 de febrero de 2022. Será recordado por todo el mundo: la guerra de desgaste en Ucrania dio inicio al declive de la economía del mundo entero, junto a la seguridad alimentaria.
Fuente: Pexels
Por: Gabrielle Maichel y Geraldine Pardo
¿Cuáles han sido los efectos principales y los mayores desafíos que han evolucionado tras la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania? En principio, los sectores más afectados fueron la economía, el mercado y la producción. Enfocándonos en los primeros dos aspectos, la economía a escala global entró en un periodo de incertidumbre tras los diversos sucesos históricos, la inflación y la guerra. Por otro lado, la seguridad alimentaria de varios países va en declive por el aumento del IPC.
La coalición de desafíos económicos y aspectos que involucran el crecimiento y desarrollo de la economía a escala mundial va acompañada de factores de intercambio, tasas, conexiones y activos que la misma guerra ha influenciado. El Fondo Monetario Internacional demostró que la economía global apenas crecerá en lo que resta del año un 3,6%, en comparación al crecimiento del 6,1% del 2021. Es decir, nos enfrentamos a un decrecimiento del 4,4%. Mientras unos países sufren por los efectos económicos, otros aprovechan el incremento del valor del petróleo y la demanda alimenticia, generando un incremento en el desbalance típico del efecto dominó.
Los mercados de materias primas del mundo están alterados. No solo por el hecho de que un gran número de países ha impuesto sanciones económicas a Rusia y su partner in crime Bielorrusia, ejemplificadas en un alto a la compra de gas, petróleo, maíz, trigo, fertilizantes, aluminio, níquel, paladio, cobre y oro. Sino que Ucrania, llamado “el granero del mundo’” principalmente en Europa y en países pobres como Marruecos, Siria, Yemen, Egipto y Turquía de modo que Ucrania es el productor número uno del mundo de aceite de girasol; y de los principales de granos, trigo y maíz. Pero a raíz de la invasión a Ucrania, estos cultivos se han perdido en medio de explosiones, misiles y tanques.
¿El resultado? Un alza disruptiva de los precios, dado que, la oferta de productos es mínima en comparación con su demanda. Países del mundo empiezan a sentir el impacto negativo en su PIB. África y Medio Oriente están en riesgo de hambruna porque Ucrania ya no les exporta la materia prima necesaria para preparar alimentos. Ante la falta de oferta y la demanda permanente, los precios han subido excesivamente. De hecho, los gobiernos han tenido que dar subsidios a los habitantes para poder comprar bienes básicos: aceite, harina, granos y arroz. La seguridad alimentaria del mundo está en jaque, pero la solidaridad humana y la cooperación internacional han contenido la crisis.
Desde la revolución Bolchevique, Rusia no se había enclaustrado ante una deuda externa tan grande como la que está atravesando en estos momentos. Claro está que aquella deuda externa va acompañada de disputas legales. A partir de las sanciones impuestas al país, Rusia se encuentra con un desbalance estimado de $640 mil millones de dólares, afectando notoriamente más de la mitad de las reservas de divisas extranjeras. Su capacidad de pago en rublos se ve altamente perjudicada por el escaso y limitado acceso a sus reservas y, consecuentemente, su habilidad de pedir préstamos extranjeros, tras las altas sanciones económicas impuestas.
Ahora bien, una de las estrategias de Putin que el gabinete de Biden evidenció, es la implementación de una “guerra de desgaste”. Así lo sostienen el coronel Benjamin Johnson, teniente coronel Tyson Wetzel y el coronel J.B. Barranco. Lo que antes era una guerra relámpago para tomarse Kiev y tener el control de Ucrania en tres días, ahora es una guerra lenta. En la cual, Rusia busca privar al pueblo de Zelenski de los suministros que lleguen del extranjero (importación y cooperación humanitaria internacional), bloqueando la entrada del mar negro y atacando por vía aérea. Su objetivo, que la hambruna de los ucranianos los lleve a la rendición.
Lo anterior aún está lejos. Aunque el país ya no puede producir materia prima para elaborar alimentos de consumo habitual, la llegada de insumos a título de donación de organismos internacionales y de diversos países es lo que no deja que se extienda la hambruna y frena la inflación de Ucrania, estabilizándola desde el despliegue de la invasión rusa.
Si bien la guerra se produjo entre dos países fronterizos, los que cayeron fueron todos. Las consecuencias se han agravado entre las tasas inflacionarias dentro del mercado, precio, oferta y demanda en los mercados nacionales e internacionales. Los reciente eventos históricos han generado mayor impacto en los saldos externos, menoscabando la recuperación de la pandemia. En materia macroeconómica se expuso el desarrollo de la economía global, la cual produjo un retardo económico acompañado de un incremento inflacionario y carencia de materia prima.