top of page

ESPECIAL

La festividad de los placeres, el lujo y la libertad 

Entre máscaras y plumas: La historia detrás del Carnaval de Venecia

El Carnaval de Venecia puede considerarse como el colmo del lujo, la extravagancia y la excentricidad; pero no dejes que las máscaras y las plumas te distraigan de la historia de reivindicación que este peculiar evento trae detrás. 

mascaras y plumas.jpg

Fuente: Pexels

Por: María López Bernal

Las plumas suelen percibirse de dos formas distintas, como si cada uno de sus lados fuera una cara distinta de la misma moneda: uno representa la cara de la libertad, el albedrío y la liberación. En el otro vemos la gracia, la elegancia, la extravagancia, característica de la realeza que las usaba para vestir a los miembros más refinados de la alta sociedad. Resulta increíble como un elemento tan simple puede envolver la historia de una ciudad tan rica en cultura; porque no puede hablarse del Carnaval de Venecia sin hablar de su historia. De elegir visitar la ciudad italiana entre el veintisiete de enero y el trece de febrero, se podría encontrar una tierra llena de colores, máscaras brillantes saludando en cada esquina, excéntricos trajes, largas faldas arrastradas de aquí para allá, y suaves plumas bailando por la Piazza San Marco. Lo que no muchos conocen es el sentido de reivindicación que trae detrás. El deseo de igualdad fue lo que abrió las puertas a dedicar una vez al año a festejar sin tomar en consideración las diferencias.  

 

A pesar de que históricamente se ha creído que el Carnaval de Venecia nació en 1162 como respuesta a la victoria contra el pueblo de Aquileia, muchos ubican sus raíces en una causa diferente. Se conoce como el periodo del año en que los venecianos tienen la oportunidad de disfrutar de los placeres de la vida antes del periodo solemne de la cuaresma. Las fiestas son el común denominador del evento, aunque para disfrutar de ellas, el precio de entrada puede ir desde los ciento cincuenta hasta los tres mil euros. Los locales utilizan la oportunidad para relacionarse con los extranjeros que visitan de todas las partes del mundo y, a su vez, los turistas para relajarse y empaparse de la cultura veneciana. Los disfraces típicos que aluden a los reyes y a las clases altas son la herramienta perfecta para pasar desapercibido y cometer toda clase de pecados sin consecuencias. Es este aire de lujo y misterio lo que hace al Carnaval de Venecia tan único entre todos los demás.  

 

A pesar de todo lo anteriormente mencionado, hay otro elemento que es imposible de ignorar, quizás el más simbólico de toda la festividad. Al fin y al cabo, una máscara no sirve solo para esconder el rostro. Así como la Cenicienta debía salir del baile a las doce antes de que el hechizo dejara de hacer efecto y su hermoso vestido azul se convirtió en unos sucios harapos, los venecianos disfrutan una noche sin prejuicios, ocultos tras una máscara y envueltos en paños finos, antes de revelar su identidad. De acuerdo con Alessio Benetti, dueño de un famoso atelier veneciano que conserva y diseña los disfraces típicos para esta ocasión, en Venecia es común que personas de todas las clases habiten cerca la una de la otra, pobres y ricos. Esto suele complicar la convivencia. Al percatarse de estas dificultades, la nobleza crea un espacio donde todos pudieran liberarse de los problemas de la vida y ser iguales. Las máscaras no sólo cubren el rostro, también cubren la personalidad y, por una noche, hombres, mujeres, ricos y pobres, son todos iguales y pueden convivir como tal.  

 

Aunque esta es una celebración que se vive de forma diferente alrededor de la ciudad, es interesante ver cómo surgió para unificar a su población y brindar a personas, en tan diferentes condiciones, un motivo en común por el cual celebrar. Aunque hoy en día lo más significativo de estas especiales semanas son las fiestas, el entretenimiento y la oportunidad de deleitarse con los placeres que ofrece Venecia, antiguamente era una ventana de escape. El único punto en el tiempo donde se podía renunciar a los roles sociales y a las cargas que estos imponen. Hoy en día, son historias como esta las que nos dan la esperanza de que, eventualmente, no necesitemos de máscaras para vernos como iguales.

bottom of page